Un estudio global sobre la calidad del agua en ríos y arroyos mostró que al menos el 12,5% de los ríos de todo el mundo sufren de hipoxia, una condición que indica menos de 2 miligramos de oxígeno disuelto por litro de agua.
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Solo en marzo de este año, cientos de miles de peces muertos aparecieron en la superficie del río Darling Baaka de Australia en tres eventos diferentes en el transcurso de cuatro semanas. El triste fenómeno es más común de lo que parece, según muestra el artículo publicado en la revista científica Letras de limnología y oceanografía. Uno de cada ocho ríos en todo el planeta tiene concentraciones de oxígeno subóptimas.
El oxígeno en el agua es mucho más escaso que en la atmósfera. En un cuerpo de agua saludable, su concentración es de siete a ocho partes por millón (ppm): de cada millón de moléculas, en promedio, solo siete son oxígeno. Puede parecer una cantidad pequeña, pero los peces sobreviven bien en cantidades como estas, lo que ya no es cierto por debajo de dos ppm.
Al monitorear la calidad de los ríos en 95 países, de todos los continentes excepto la Antártida, los científicos se sorprendieron al notar que el fenómeno es más frecuente de lo que se pensaba. El equipo y su red de colaboración recopilaron datos de más de 125 000 ríos, lo que llevó a la conclusión de que el 12,6 % de los arroyos han experimentado hipoxia al menos una vez.
Las causas de la hipoxia
El número puede explicarse por diferentes factores ambientales. En primer lugar, los ríos más pequeños y lentos están más amenazados, ya que la velocidad del agua es menos favorable para captar oxígeno de la atmósfera. Sin embargo, el factor más influyente fue la temperatura del agua, ya que la cantidad máxima de oxígeno disuelto en el líquido disminuye a medida que aumenta la temperatura.
Dentro de la misma cuenca hidrográfica, por otro lado, la proximidad de los ríos a las ciudades y áreas pantanosas revelaron una tendencia hacia una mayor ocurrencia de hipoxia en estas áreas. Esto se debe no solo a los menores caudales en estos lugares, sino también a la presencia de materia orgánica que favorece la proliferación de bacterias que consumen oxígeno disuelto.
En estas regiones, la probabilidad de que un río pase por hipoxia llegó al 20%, muy superior a las áreas de bosques, campos o incluso agricultura, donde el exceso de fertilizantes también puede ser un factor preocupante. Las altas concentraciones de nitrógeno y fósforo de estas sustancias, si llegan a los ríos, pueden acelerar el crecimiento de algas y bacterias, en un fenómeno conocido como eutrofización.
Fuente: Limnología y Oceanografía Letters VIa: Eos