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Columna San Cadilla Norte | 09-03-2022



Un 'Jefe' eterno


Para los que vimos jugar a Tomás Juan Boy Espinoza no habrá futbolista como él.


El que para muchos es y será el mejor jugador en la historia de los Tigres reunía cualidades que es difícil o imposible encontrar en los futbolistas actuales: Personalidad y carácter en la mente y técnica y elegancia con los pies.


Por algo es y será "El Jefe". En sus tiempos como jugador no había los reflectores de ahora y aun así deslumbró al futbol mexicano.


Las figuras de los 70 y 80 se le cuadraban, sobre todo Carlos Reinoso, el mejor extranjero en esos tiempos y unos de los mejores de todos los tiempos que han jugado en México.


El también conocido como "El Ciruelo" fue de los íconos de esa época del futbol mexicano como Cabinho, Hugo Sánchez, Juan José Muñante, Horacio López Salgado, Héctor Pulido, Marcos Rivas Barrales, Guillermo "Wendy" Mendizábal, Antonio de la Torre Villalpando, Raúl "Cora" Isiordia, Leonardo Cuéllar y Cristóbal Ortega.


Su calidad y personalidad le dio la "10" de la Selección Nacional en el Mundial de México 1986, en la que fue el capitán, por delante de Hugo y sus éxitos en el Real Madrid, y de hombres de jerarquía como Fernando Quirarte, Javier Aguirre y Manuel Negrete, entre otros.


Por su personalidad, fue un entrenador polémico y a la vez inolvidable.


Igual que en la cancha, en el banquillo nunca se guardó nada. Defendió su estilo de juego, siempre frontal, festejó y reclamó en grande.


Así dirigiera a grandes como Cruz Azul y Chivas o a equipos de menos protagonismo, siempre lo hizo pensando en ser el número 1. A clubes como Morelia y Veracruz los llevó a instancias donde jamás pensaron llegar.


Incluso, el único título de Liga del Morelia muchos se lo adjudican a él. Javier "El Pastor" Lozano, figura de aquellos Monarcas, recientemente declaró: "Ese título fue de Tomás Boy, pero lo levantó Tena".


En todos lados dejó grandes recuerdos, incluso a pesar de ser emblema de Tigres, en Rayados lo quieren y respetan. Imposible no recordar su sangre combativa en aquel Clásico contra su mentor Carlos Miloc, en el que con un sombrero de Indiana Jones mostró su lado salvaje al reclamarle al árbitro Arturo Brizio una injusticia: "¡Eres un bandido!", le gritó en su cara, algo que muchos desearían hacer hoy con el ahora presidente de la Comisión Arbitral.


Y es que no se quedaba con ganas de nada, sólo le faltó dirigir a sus amados Tigres, pero a los de la UANL, no a los de Sinergia Deportiva.


Sin embargo, la vida le permitió que en su última visita al Estadio Universitario pudo salir abrazado de André-pierre Gignac. Esa vez sólo fueron sonrisas, pero antes se dio el gusto de discutirle que él era el número de Tigres.


Se fue un "10" de los que ya no hay, el "8" de los Tigres, en día 8 a las 8.

NO MANCHEN MÁS ESA CANCHA

Lo que son las cosas, justo el día en que partió Tomás Boy, se cerraron las puertas del Estadio La Corregidora.


En esa cancha que el sábado un grupo de criminales la mancharon de sangre, "El Jefe" derrochó arte al anotar el primer gol en la historia del estadio de Querétaro, que se estrenaba previo al Mundial de México 1986.


Fue un tiro libre espectacular para abrir la goleada de 5-0 a Polonia, el 5 de febrero de 1985.


Con su golazo, el equipo Tricolor, que tenía mucho corazón, comenzaba su camino hacia ser la única Selección Mexicana en llegar a un quinto partido de Copa del Mundo... y fue en el Estadio Universitario, su casa.





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Columna San Cadilla Norte | 09-03-2022

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