¿Cuál pandemia?
El 0-0 en la cancha no fue lo único decepcionante del sábado en Ciudad Universitaria.
Como si la pandemia de Covid-19 ya fuera cosa del pasado, fue increíble cómo a la afición de Pumas, América y a la Gente de la organización del Estadio Olímpico Universitario les importaron un bolillo las medidas de seguridad básicas que aún, se supone, están vigentes para prevenir contagios.
A los aficionados hay que ponerles un mega tache porque en su mayoría, aunque llegaron al estadio con las mascarillas, aún antes de ingresar a las tribunas ya las traían de collares o hamacas para sus papadas. El comportamiento ejemplar de los primeros juegos de vuelta tras el largo cierre del inmueble, allá por octubre, ya es cosa del pasado.
Adentro del estadio, todo mundo gritando y escupiéndole al de abajo, fumando o simplemente disfrutando la noche sin mascarilla de por medio aunque no estuvieran tomando o comiendo como se manejó hace unos meses que eran las únicas razones para justificar el despojarse de los cubrebocas.
Pero la gente que controló los accesos al estadio también tienen un 5 de calificación, pues al parecer pusieron a la misma cantidad de controladores que chambean en las visitas de Juárez o Xolos (con todo respeto), provocando primero unas filas inmensas afuera del inmueble, en las cuales además del caos por la famosa práctica de meter gente, en el intento de frenarla, las filas se compactaban y la sana distancia pasaba a ser insana. Ahhhh, pero lo peor estuvo justo en las puertas, en las que los aficionados se fueron Casi casi al bulto a querer entrar, metiéndose a fuerza en las filas y haciendo que las puertas del Olímpico parecieran vagones de la Línea 1 del metro a las 18:15 horas en la Estación Merced...
Solo los pobres vendedores, esos sí se rifaron, porque ellos aun cargando cubetas llenas de cerveza o cajas con palomitas, ellos no se quitaron nunca las mascarillas.
No sé si la gente crea que con la vacuna el Covid-19 ya no existe, pero lo que sí tengo claro es que no hay vacuna que alivie la mala educación y la falta de empatía.
UNA NOCHE TRANQUILA
La calma volvió al vestidor del América, al menos por ahora.
Y es que la diferencia entre lo que se vivió tras el partido contra Pachuca del domingo 20 de febrero y luego del Clásico Capitalino del sábado 26 ante Pumas fue muuuy grande, pues pasó de ser un escenario dantesco a uno con muuucha tranquilidad.
Ahí les va el chisme.
Me cueeentan mis oídos universitarios que vieron harrrta calma en el vestidor azulcrema luego del horripilante 0-0 que se aventaron el sábado pasado en Ciudad Universitaria.
"Parecía que habían ganado, SanCa, hubo muchas sonrisas de todos los de la comitiva", me dijo mi Oreja de CU.
Santiago Solari, a quien la semana pasada su tocayo Baños se lo llevó a lo oscurito, hasta tiempo le dio de llegar antes a la conferencia de prensa, echarle un ojo a Andrés Lillini y de paso hasta bromear con gente del Club Universidad.
Además, el presi deportivo del Ame estuvo tranquilito viendo su celular un laaargo rato, hasta que casi casi barrieron el vestidor y decidió salir al auto en el que abandonó el Estadio Olímpico Universitario.
Eso sí, el señor Baños no se animó al llegar en el autobús nuevecito del club, pues varios aficionados lo estaban esperando, y fue de los últimos en dejar el estadio, por lo que no recibió reclamos y hasta regaló fotos.
Además, el multivituperado directivo no se fue al palco visitante, al que tienes que llegar por la tribuna general, evitándose gritos y mentadas de ma... algo que sí se llevaron otros miembros de la comitiva azulcrema como Quentin Paquelier y demás.
Increíble que un juego tan malo haya dado lugar a que el ambiente en el América haya sido casi de fiesta.
