El Tigre más Tigre
¿Se necesita decir algo más para dimensionar lo que Osvaldo Batocletti representaba y sigue representando para el Club Tigres que el simple hecho de llamarlo el Tigre más Tigre?
En esa frase, tan sencilla como merecida, se encierra el reconocimiento de toda institución, de todo un plantel, de toda una afición y de toda una comunidad hacia el gran Bato.
Porque no es que Batocletti tenía el "Perfil Tigre", Batocletti era y es el "Perfil Tigre".
Lo es por su forma recia y leal con la que jugaba, por el liderazgo que ejercía en un equipo lleno de monstruos sagrados, por lo que ganó, pero también por cómo se comportaba en la derrota. No por nada tenía años a cargo de la formación de jugadores y jugadoras en el club.
Bato era un tipo que siempre promovió la fidelidad por los Tigres, los amaba, pero hacía que la gente los amara de la misma forma a través de él, porque se dejó la piel por el equipo y lo defendió ante todo, pero nuuunca se le escuchó decir nada ofensivo contra los Rayados o algún otro rival. Era del tipo de los que están en extinción.
Es más, es "clásica" la foto suya vestido de rayado y no por nada un rayado-rayado como Hugo Enrique Esquivel y otros ex jugadores del Monterrey fueron el viernes a hacer oración por él y algunos como el uruguayo portaron orgullosos los colores felinos y el número 3 que inmortalizó el argentino. Por su personalidad rebasaba fronteras de todo tipo.
No es casualidad que hoy no llora un equipo o la mitad de la Ciudad, honran su memoria propios y extraños, compañeros y rivales, Tigres y Rayados.
Su destino era ser de Tigres
Batocletti tenía 27 años cuando Miguel Gómez Collado, entonces directivo del Monterrey, fue a León para ofrecerle un contrato a él y a Walter Daniel Mantegazza. Los dos aceptaron.
Pero algo pasó que Gómez Collado tuvo que renunciar a los Rayados. Batocletti y Mantegazza quedaron en el aire, pero con la promesa del directivo de llevarlos a donde fuera. Y así fue, todos terminaron en Tigres, que tenía tres años en Primera División.
Eso sí, para que la operación se hiciera, Batocletti tuvo que hacer un sacrificio. El León pedía mil dólares más de lo que Tigres estaba dispuesto a pagar.
"Cuando salió de la oficina de León a informarnos, Mantegazza me dijo: 'Lo que tú quieras', y yo dije: de lo que nos corresponde de la transferencia quítenos 500 dólares a él y 500 a mí. Salimos poniendo de nuestra bolsa para venir a Tigres", contó un día Batocletti.
Seguramente ni él, no Mantegazza, ni Gómez Collado, ni nadie podía imaginar lo que vendría. Menos de un año después, Bato era campeón.
Perdieron aquella Final de 1980 contra el Cruz Azul, pero en 1982 eran campeones otra vez.
Como si aquello no le hubiera asegurado la inmortalidad, Bato fue más allá, mucho más allá.
Tigre por siempre
"Echó raíces aquí y ha tenido una trayectoria ejemplar".
Son palabras de Luis Eugenio Todd, que por aquel entonces era presidente de Tigres, describiendo a Batocletti.
Decía que Bato se convirtió en un ícono en la defensa por su dureza y liderazgo.
Pero un buen día llegó el momento de decir adiós. Y llegó solito, sin que él lo esperara.
Terminó la temporada 83-84, venció el contrato, tenía 34 años. Sin representante debía hacer esa chamba él solo, lo consultó con su inseparable Delia y se retiró.
Había hecho el curso de entrenador y también como entrenador sacó a relucir todo su carácter y los atributos que lo habían encumbrado como jugador.
Nombrar sus estadísticas es reducir a números lo que Bato dejó. Lo que hizo un equipo suyo en el Estadio Azteca es una de las muestras más grandes de amor propio y orgullo que pueden recordar los aficionados de Tigres.
El 'Aztecazo'
Los Tigres habían perdido contra el América el juego de ida por 3-1 en el Universitario. Nadie daba un peso por ellos para el juego de vuelta en el Azteca. Terminó 4-1 ¡a favor de los felinos!
El regreso a la Ciudad fue un caos total. El Aeropuerto Internacional de Monterrey se llenó de cientos, quizá miles de aficionados que pintaron el lugar de azul y amarillo.
Había dos "pelonas" que todo tigre quería besar ese día. La de Julio César Santos, quien metió el agónico gol del pase, y claro, la de Bato, el pragmático hombre que guió a un grupo de jugadores a lograr una de las hazañas más increíbles del futbol mexicano.
A la siguiente semana hubo Semifinales y jugaron contra los Rayados. El resultado no favoreció a los felinos, que se quedaron fuera por la posición en la tabla general.
"Estuvimos a 15 minutos de eliminarlos gracias al carácter, la disposición y nuestro futbol", dijo aquel día. Ése era el Tigres de Bato, más allá del resultado, tenía personalidad.
Se fue como campeón
Batocletti era un hombre de principios y frontal, cuando algo no le gustaba, lo expresaba, pero además actuaba en consecuencia. No era de los que se quejaba y no hacía nada.
Y en el 2007 no le gustó el rumbo que tomaba el club. Él quería dirigir a Tigrillos en Primera A y la directiva eligió a José Treviño, ex entrenador del Monterrey. Eso no le gustó.
Y no le gustó por la persona, sino por el atentado a la identidad del club que él ayudó a forjar.
Fue la única vez que Bato se fue de Tigres. Aunque como todos sabemos volvió y su ADN se impregnó por toda la institución hasta el último día de su vida.
Se fue como campeón, porque hace un año él dirigía a las Tigres Femenil campeonas.
Ése mismo día, después del título se despidió en la sala de prensa del BB y teniendo como testigo a su hija Gaby.
"Nos vamos a retirar de todo esto, vamos a seguir dentro de la institución colaborando donde nos lo pidan".
¿Qué merece? ¿Qué retiren el '3'?
En la historia de Tigres sólo han retirado un número: el "7" de Gerónimo Barbadillo.
Ni siquiera el "8" de Tomás Boy ha recibido ese honor. ¿Lo harán con el "3"?
Si dependiera de ti, ¿lo harías? Por lo que hizo como jugador y entrenador, dentro y fuera del campo, Bato merece un homenaje que perdure, ¿o no?
