La democracia es un sistema cuya base de sustentación es la búsqueda de acuerdos entre personas o grupos que tienen un fin común, pero que quieren alcanzar por medios diferentes. En una democracia no hay unanimidad. Lo que hay son minorías que se esfuerzan por convertir sus propuestas en mayoritarias, a veces disidentes, tensas, que pueden llegar a ser abruptas o impetuosas. Así cada minoría hará lo necesario en el marco de las reglas establecidas por la democracia para que sus postulados sean preferidos por un mayor número de personas. Es la forma de Construir mayorías que, finalmente, son las que otorgan el Poder necesario para modelar en una sociedad, los postulados en los que creemos.

La alternancia da a cada mayoría la oportunidad de demostrar, en su momento, la validez de sus postulados. La gestión de las libertades y los modelos económicos suelen ser los puntos donde se producen las mayores variaciones. Algunos piensan que la sociedad debería ser más abierta, otros piensan que debería estar más controlada. Algunos grupos piensan que el libre mercado es la mejor manera; mientras que algunos grupos se inclinan a creer que es preferible cierta planificación e intervención estatal para evitar la desigualdad extrema. Gracias a la alternancia que permiten las democracias, cada minoría de pensamiento puede tener la oportunidad, a largo plazo, de probar su modelo y sus propuestas.

Para hacer avanzar sus ideas, estas minorías deben promover sus doctrinas y convencer a cada vez más personas de que su propuesta es la mejor, entablando un diálogo y debate constante con otros miembros de la sociedad. Presentar nuestros argumentos sobre el tipo de sociedad que queremos, el tipo de economía y las relaciones sociales que consideramos más adecuadas.

Pero la única manera de ganar poder es construir una mayoría fuerte, robusta y activa. Si no se propagan las ideas, no se puede construir esta mayoría. Si no hablas con la gente, si no debates con ella, si no le muestras los beneficios de la propuesta, nunca se sumará a esta causa y por lo tanto nunca tendrá una mayoría.

Esta tarea requiere mucha disciplina y mucho rigor intelectual, porque las ideas y propuestas deben estar bien definidas, y presentadas de forma clara y fácil de entender. El mayor esfuerzo debe hacerse en las comunidades. Explicar en qué creemos y cuáles son los beneficios sociales y personales que se derivan de nuestras propuestas. Lo que moviliza a las personas no es la persona sino la esperanza de ver resueltos sus problemas y de mejorar su situación personal. Una propuesta en la que vean oportunidades de progreso, que les permita sentirse seguros en su futuro, recibirá un apoyo mayoritario. Sin ella, no es posible obtener el apoyo de la comunidad.

Sin embargo, siendo este proceso tan claro, y cuya eficacia ha sido probada una y otra vez en decenas de países, sorprende que en Venezuela quienes han decidido ingresar a la arena política opten por ignorar este procedimiento.

En lugar de unirse para definir una causa fuerte y movilizadora, la mayoría de la gente en el país se dedica a “pedir” cosas al gobierno. Incluso cuando la identifican como una dictadura, le piden que actúe democráticamente, que les dé facilidades económicas, que controle los gastos de limpieza, que les dé gasolina, que impida que los alcaldes cobren sus impuestos, que les aumente los salarios, o que no los suba. porque genera inflación, que convoque elecciones, que abra el registro electoral, que deje salir a los venezolanos que están en el exterior, que regule el ingreso de mercancías importadas, que proteja la producción nacional, que elimine aranceles a la importación, libere precios y una serie de otros controles. Los pobres piden, los ricos piden.

Los adversarios preguntan, los aliados preguntan. Los empleados preguntan, los empleadores preguntan. Todos están pidiendo algo.

Muchos, al parecer, piensan que luchar contra un gobierno, ser opositor o activista de cualquier organización, es esencialmente exigirle algo al gobierno, y lo que hacen es convertirse en mendigos de la autocracia. No veo razón para este comportamiento. Ante un gobierno ilegítimo, arbitrario, corrupto, antidemocrático, criminal y fraudulento, solo hay una forma de actuar: construir activamente una mayoría democrática para sacarlo del poder. Crear medios que posibiliten la cooperación de todas las fuerzas democráticas para consolidar un movimiento ciudadano reunido en torno a una causa común, esperanzador, organizado y convencido del poder que la Constitución otorga a los ciudadanos.

¿Qué te hace pensar que pedirle algo a un déspota es una estrategia razonable? ¿Por qué crees que tiene sentido pedirle a un autócrata que actúe con justicia, honestidad o rectitud? ¿De verdad crees que un tirano escucha las súplicas y peticiones de aquellos a quienes oprime? Me gustaría pensar que son nuestras reservas democráticas, no nuestra ingenuidad, las que nos hacen pensar y actuar de esta manera. ¡Espero que sea eso! De lo contrario, nuestra falta de nitidez nos puede costar muy caro, como hasta ahora.

Construir una nueva mayoría democrática en torno a una causa común, basada en el poder ciudadano, en la fuerza incontenible del voto y la movilización de las fuerzas sociales de base es la única manera que tenemos para restaurar la democracia de Venezuela y su futuro. No se piden concesiones al verdugo. Debemos derrotarlo. Debe ser prohibido y reemplazado por el dinamismo de la vitalidad cívica y la fuerza que cada uno de nosotros tiene en sus manos. Somos más, no hay duda, pero somos una mayoría dispersa, desarticulada, desorientada y desilusionada, y además, somos los únicos que podemos cambiar las cosas. Nadie lo hará por nosotros.

Esto es en lo que creo y por lo que trabajo incansablemente todos los días. ¿Quién me acompaña?

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