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DE OBRAS

La fe abre caminos llenos de obras. Rara vez lo contrario. (Anónimo)


Maestro y alumno paseaban por el jardín de la sabiduría cuando en una de las sendas que tomaron se vieron bloqueados por un panel que decía:” cerrado por obras”. Como pretendían ir al estanque de los deseos, esta interrupción les ocasionaba hacer una gran vuelta. La cara del alumno se enfurruñó y preguntó al maestro:

- Maestro, ¿por qué siempre hacen las obras cuando menos oportunas son?

- ¿Y eso quién lo dice?

- Pues yo, mire que vamos pocas veces al estanco, y deciden hacerlas hoy. ¿No le parece poco afortunado?

- ¿Y ahora qué hacemos? Le contestó el maestro

- No sé, volver al claustro quizás.

- ¿Y renunciar a ver el estanque que en esta época del año está lleno de nenúfares en flor?

- Tal vez tenga razón, maestro, pero he perdido las ganas

- ¿Y la fe?

- ¿Cómo?

- Sí, ¿no crees que ir a ver aquello que no has visto te dé la oportunidad de descubrir aquello que no te esperas? Los descubrimientos más inesperados siempre se hacen por fe. Esa misma que nos invita a la perseverancia, a no rendirse.

- Pues tendremos que ir por el jardín de los jacintos hasta el laberinto de las vanidades y allí girando a la derecha encontraremos el estanque

- Bueno, tampoco hay para tanto, le dijo sonriendo el maestro.

- Es que vamos a perder tiempo.

- Hoy el tiempo es nuestro rehén, somos libres de hacer lo que bien nos plazca. No dejes que te secuestre el tiempo cuando eres tú quien lo dominas. Por cierto ¿Qué es perder tiempo?

- Pues es gastarlo en lo que no es debido.

- Entonces es demasiado pronto para dictaminar su perdida, ¿no crees?

- Sí, tal vez, tiene razón maestro.

Y empezaron su nuevo periplo para ir al estanque. Cuando, en medio del jardín de los jacintos vieron algo moverse. Se detuvieron y esperaron a que el intruso se delatara. No tardó, un precioso cervatillo cojeando salió del lugar y viéndolos se paró un instante y se estiro. El maestro se acercó y vio que tenía una espina en la planta del pie izquierdo que le impedía caminar. Cuidadosamente, y pidiendo al alumno que acariciara al cervatillo, cogió la pierna de este y le extrajo la espina. El animal se levantó, como sabiéndose aliviado, los miró a los dos y se giró volviéndose a hundir en el jardín, desapareciendo a la vista de maestro y alumno.

- ¿Maestro, ha visto que animal tan bonito? ¿Qué era?

- Un cervatillo

- Lo ha salvado maestro

- Tan solo le he quitado una molestia para él. ¿Sigues pensando que estábamos perdiendo el tiempo? Le preguntó el maestro

- ¿No maestro, pero usted sabía que aparecería, ¿no?

- No más que tú. Solo que tenía fe de que hoy tendríamos un regalo del Señor. Me pensaba que solo sería la belleza del estanque coronado por los nenúfares en flor. Pero el Señor nos ha puesto buenas obras que cumplir en el camino y nos ha agraciado con esta sorpresa. La fe es siempre el principio de todo, pero es muerta si no la acompañamos de buenas obras. No aquellas que nos inventamos nosotros para justificarnos, sino aquellas que nos pone Él delante cuando menos nos lo esperamos.

- Pues esto cambia totalmente mi sensación sobre la pérdida de tiempo, maestro

- Si tienes fe, todo es para fin de bien, incluso las obras de los demás. Y recuerda siempre esto: no obramos para ser salvos, vanidad de vanidades, sino porque somos salvos, obramos, fruto de la fe.

Y ambos continuaron su paseo hasta que llegaron al estanque y se quedaron boquiabiertos por la sinfonía de olores y colores que reinaban en este pequeño charco tan bonito.

14 Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? 15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. 19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. 20 ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? (Santiago 2:14-20)


Que Dios os bendiga, Alfons
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