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LA CONDICIÓN HUMANA

La condición humana es el cáncer del ama, pero incluso el peor de los tumores es curable. (Anónimo)


Es verdad que la condición humana es el santuario del mal. Dios fue el primero en verlo y en padecerlo. Por suerte, para nosotros, su Gracia no tiene igual. Los hombres somos retorcidos, vengativos, haciendo de nuestro corazón el templo de nuestros pecados.

Visto desde el prisma del antiguo testamento, nuestro futuro era muy negro, porque ¿quién, de toda la humanidad, ha sido, es, o será capaz de cumplir con la ley? Nadie que no sea Jesús, Dios hecho hombre, para remisión de nuestros pecados.

El nuevo testamento transforma nuestra condena en redención a través de Jesús y del amor que Él nos invita a compartir. Prueba de ello su nuevo mandamiento basado en el amor.

Tenemos motivos de gran pesadumbre y de tremendo gozo a la vez en el día a día de nuestras vidas, porque si bien la tentación es constante, casi tanto como nuestros tropiezos, el sacrificio de Jesús en la cruz hace que podamos volver a levantarnos para continuar nuestro camino de santidad.

Si fuéramos buenos cristianos no necesitaríamos que nadie nos recordara nuestra condición humana y su lastre, no, porque si somos consecuentes con nosotros mismos no precisaremos de nadie que no sea Jesús para confesarle y arrepentirnos de corazón de todos nuestros traspiés.

Escucho, a menudo, predicadores y orfebres de la palabra que se deleitan en desarrolar, a veces veladamente, nuestro sentido de la culpa. Estigmatizándonos mediante nuestra condición (in)humana.

No se dan cuenta de que eso fue no fue lo que Jesús hizo, en vida. Ni con el joven rico, ni con la mujer Samaritana. Jesús no denunció el pecado a su autor, mas sí trabajó al pecador y a su condición para que se diera cuenta, él, y que así tuviera opciones para decidir su redención o condena.

La condición colectiva de un pecado precisa de una falta total de intimidad con Jesús, porque si estuviéramos cerca de Él no habría colectivo que pudiese nublar nuestra mente. Si sintiéramos la imperiosa necesidad de seguir a Jesús, el Espíritu Santo sería nuestro guía, y no ningún grupo, de cualquier índole que sea.

Nacemos con el mal en lo más profundo de nuestro ser, fruto del pecado original, pero de nosotros depende que crezca, o de lo contrario que nosotros crezcamos en, y con, Jesús para que nuestro calvario se transforme en camino de santidad. Amen

El futuro del hombre puede ser luminoso, él tiene potestad para elegir. Una libertad con cargos que solo podemos asumir de la mano de Jesús.

5 Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. (Génesis 6:5)

34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. 35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. (Juan 13: 34-35)


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