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JESÚS Y LOS HOMBRES O JESÚS O LOS HOMBRES

Decidir es escoger un camino con un solo juez, Dios. (Anónimo)

En la vida hay que tomar decisiones, y para un creyente, con toda seguridad, hay algunas que son reiterativas como las de seguir a Jesús y los Hombres o escoger entre Jesús y los hombres.

Las congregaciones cristianas no dejan de ser grupos de pecadores que confiesan su condición y buscan redención en Jesús. Pero no dejan de ser humanas y por lo tanto tan falibles como las no cristianas. Nada nuevo bajo el sol.

¿Qué pasa cuando uno se topa con sus propias contradicciones? ¿Debe resolverlas buscando a Jesús y los hombres o elegir entre Jesús y los hombres?

Uno podría pensar que cuando estás en una comunidad cristiana lo lógico es elegir Jesús y los hombres que representan esta comunidad y sirven a Jesús.

Pero ¿qué pasa si un día te encuentras en la congregación en una situación que contradice tu visión esencial de las enseñanzas de Jesús?

Y no digo que tengas razón, porque solo Dios la tiene, sino porque tus convicciones en los preceptos de Jesús te llevan a chocar frontalmente con la interpretación de esta congregación. No es cuestión de quién tiene la razón, una vez más, solo Dios la conoce y la tiene. Es cuestión de respeto mutuo tanto de aquel que difiere como de los demás. Evidentemente no estoy hablando de un tema baladí sino de algo que toca la esencia de tu fe. Algo que ellos ven de una manera y tú de otra.

¿Debes renunciar y amoldarte a los demás o debe ser coherente con tu corazón?

Entonces es cuando se plantea el dilema de Jesús o los hombres.

El otro día en el culto se hizo una reflexión potente, imponente que me enriqueció muchísimo e ilustró mi pesar. La pregunta fue la siguiente: ¿Si Jesús estuviera físicamente hoy en Barcelona donde estaría, en nuestra iglesia o en Raval donde pobreza, miseria, dolor y abandono reinan? La respuesta no me ofrece ninguna duda, con los necesitados, con aquellos que están perdidos, con los pecadores.

Y nosotros ¿hacemos lo mismo en nuestras comunidades espirituales, o el juicio es parte de nuestra condición creyente?

Porque cuando penalizamos a alguien por su comportamiento o su condición, considerando que no corresponde a la impoluta necesidad que exigimos a los demás (que raramente a nosotros) ¿no lo estamos juzgando y condenando?

¿Aquellos que lo hacen están libres de sus vigas?

Y digo esto no solo pensando en los demás también me culpo a mí mismo de estas actitudes impropias. Pero el Señor me ha puesto en el corazón una confesión de fe que debería de ser la de todos los cristianos.

Tan sencilla y esencial que no precisa de más detalles: “Amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro ser y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Tan sencillo y tan incluyente que todos deberíamos ceñirnos a ella. No pretende imponer nada que no sea una actitud y un comportamiento amoroso.

Por ello me duele mucho ver que nuestras congregaciones están llenas de conceptos tradicionales, que yo asimilaría a fariseos en la mayoría de los casos, sin preocuparse de amar.

Solo Jesús sabe lo que albergan nuestros corazones y las motivaciones sinceras o no que nos llevan a actuar. ¿Quién somos nosotros para enjuiciar a nuestros hermanos o semejantes cuando somos incapaces de ver en su interior y de ser realmente ejemplo?

Cuando uno tiene una convicción intima y profunda de que algo/algunos no siguen los preceptos de amor de Jesús lo primero es respetar y no juzgar porque la Verdad es de Jesús y no nuestra. Lo segundo es ser consecuente y buscar a Jesús en otros lugares.

No debe imperar ninguna acritud, ni malestar ni nada que no sea amor cuando disentimos. El respeto mutuo es fundamental y el amor debe estar por encima de todo. El verdadero, que no espera nada a cambio.

Cuando estamos en estas situaciones de grandes dudas y/o discrepancias no intentemos solucionarlas solos, busquemos Jesús y que Él nos tutele porque solo Él es, y tiene, la respuesta. Si lo hacemos, con toda seguridad, nos guiará.

Si en el mundo solo imperara el amor, estaríamos el paraíso.

36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.  38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. (Mateo 22:36-40)

Que Dios os bendiga, Alfons
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