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Manipulación (en la Iglesia)

Manipulación (en la Iglesia)
(Parte uno)

En el año 54 d.C., Corinto era la ciudad más grande y rica de Grecia. Junto a los juegos ístmicos en honor a Poseidón (segundos detrás de los olímpicos de Atenas), en Corinto se celebraba el culto a la diosa afrodita donde las prostitutas "sagradas" servían en el templo a sus fieles en cultos orgiásticos.

Las inmoralidades eran tan notables que los griegos acuñaron la frase "vivir como un corintio" para describir a la gente que practicaba un estilo de vida disoluto...

En esta Las Vegas antigua fue donde Dios le dijo a Pablo: "... yo tengo mucho pueblo..." y, donde trabajó por espacio de año y medio, para acabar estableciendo una de las iglesias más dinámicas del Nuevo Testamento... ¡Un triunfo rotundo de la fe cristiana!

Sin embargo, a la par de su éxito, Pablo enfrentó en Corinto severos cuestionamientos; uno de los cuales tenía que ver con el esnobismo o presunción. Concretamente, despreciaban a Pablo porque carecía de la elocuencia de un orador. Parecían estar más interesados en credenciales y prestigio que en el buen carácter de un líder...

Frente a sus acusadores que menospreciaban su apostolado y preferían la elocuente verborragia de Apólos, Pablo no responde desde una posición de poder -que podía haber usado sin problemas- sino desde una sinceridad y vulnerabilidad que impresiona...

“Cuando fui a vosotros…, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría… Estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría…”

Estas palabras que nacen de la motivación más profunda del Apóstol; revelan dos cualidades que deberían caracterizar a todo líder: Humildad básica y profunda integridad.

Sin este estímulo, sin esta raíz motivacional, se corre el riesgo de caer en manos de lideres y organizaciones sin escrúpulos que acabarán sometiendo la voluntad de sus seguidores para cumplir sus propios sueños...

Esto se llama... ¡Manipulación! Y es el peligro al que nos enfrentamos y la razón de mi nuevo artículo.



Si había un momento en que Pablo podía manipular las críticas (dada su autoridad) , era este. Al fin y al cabo, esto parecía un juego de intereses. Así como los corintios querían manipular a Pablo con sus críticas, la manipulación no sólo opera del liderazgo a la banca sino también al revés. Y de la manera que líderes controlan a sus iglesias, iglesias (o juntas) ejercen control de sus líderes. 

Aquí podemos elaborar una deducción: Muchas de las críticas -que vienen y van del púlpito a la silla- son nada más que parte del juego en que iglesias (y a veces organizaciones enteras) entran para ejercer control. De algún modo, los corintios querían controlar el ministerio de Pablo para entrometerse en la toma de decisiones y -probablemente- llegar a construir un poder paralelo, una especie de segunda vía.

La diferencia aquí, fue la respuesta de Pablo. Del mismo modo que Cristo nos alienta a responder de una manera distinta ("Amad a vuestros enemigos..."), Pablo desarticuló toda manipulación a la par que desnudaba sus más profunda motivación.

Este quizá sea el mayor déficit de nuestra era... ¡Hay tanta motivación extraña en la iglesia! ¡Tanto interés propio! Que cuando surge manipulación de un lado se contesta con más manipulación del otro.

Y así acabamos en un pandemónium…   


Alex de la Iglesia




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