En la casa 1 nos limitamos a salir al mundo demostrativamente, que hemos llegado. En la casa 2 nos damos cuenta que tenemos un cuerpo que nos diferencia de los demás. En la casa 3 formamos, a través de nuestro entorno cercano, nuestro pensamiento.

En la cuarta casa asentamos lo aprendido en el recorrido de las 3 primeras casas y lo integramos en un yo que poco a poco será la base de nuestra identidad, que está formada por pensamientos, percepciones, sentimientos, y acciones por tanto, representa la profundidad de nuestro interior.

La Casa 4 se asocia al signo de Cáncer: representa desde donde salimos al mundo, es decir, al Medio cielo o casa 10. Por eso esta casa esta asociada al hogar, a nuestras raíces, nuestra familia, el ambiente emocional en casa de nuestros padres o en el lugar que se vivó la infancia. Todas estas temáticas, son las que marcan nuestra presentación hacia el exterior. Todos venimos de un lugar marcado por experiencias buenas o malas que ocurrieron en nuestra niñez y con situaciones que se dieron en nuestra familia.

Las experiencias infantiles que viviéramos en esa época quedan marcadas en nuestro inconsciente y condicionan gran parte de nuestros comportamientos posteriores. 

Para trasladarnos a ese lugar, podemos preguntarnos ¿Qué tipo de infancia tuve? ¿Sentí seguridad, protección y apoyo de mi familia? ¿Ocurrió algo que marcase esta etapa? Estas preguntas nos pueden aportar mucha información de como gestionamos experiencias, como nos enfrentamos al mundo y como significó nuestra vida.

El signo de la cúspide de esta casa astral y los planetas que se hallen en ella, marcará tambien la manera en que la persona habita su interior. Se trata de aquellos momentos en los que nos metemos en nuestro refugio y estamos solos con nosotros mismos. ¿Cuidamos ese espacio? ¿Propiciamos momentos de reflexión? o ¿Quizá estoy demasiado en ese lugar por miedo? Estar en este espacio intimo nos da la oportunidad de aprender a observar nuestras emociones y sentimientos, nos da la oportunidad de conocernos, de autosostenernos y cuidarnos para estar en paz y armonía con nosotros mismos.

Esta casa astral esta relacionada con la Luna y el signo de Cáncer, así que podemos intuir que este área de vida, nos habla de nuestra búsqueda de seguridad, a lo que nos apegamos de manera inconsciente para sentirnos confiados. Sea positiva o negativa nuestra experiencia de infancia, nuestro inconsciente nos va a pedir asemejar lo que se vivió en esa etapa, ahora en nuestra versión de adultos, simplemente por que es lo que conocimos de niñxs. En este punto, la clave esta en ser consciente de nuestras tendencias automáticas que hacemos sin prestar atención. 

¿Estoy conviviendo con una persona que tiene tendencias parecidas a mis padres? ¿La relación o vinculo que he creado con mis hijos tiene semejanzas a la relación que tuve con mis padres?

Es importante prestar atención a estos indicadores para intentar mejorar patrones adquiridos de comportamiento, que en realidad vienen de nuestra familia. Y para ello es importante habitar nuestro mundo interno, para saber que queremos y que no queremos reproducir con nuestros vínculos. 

Hacer este ejercicio de reflexión, de búsqueda interna, de cortar el nido para formar el nuestro fuera de ese hogar, nos abre la puerta a reconocer y validar nuestra propia individualidad. Por que no somos nuestros padres, ni las experiencias negativas de la infancia. En nuestra mano esta poder tomar consciencia de quien somos, de darnos cuenta de lo que hacemos por miedo a perder seguridad, de cortar con esos apegos que nos mantienen aferrados a formas de vida poco autenticas y sobretodo si tomamos el camino de la consciencia, tenemos el poder de hacer las cosas de manera diferente y mejorada.