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Las Milnoh Granada, un club de rugby femenino +35 creado y gestionado por mujeres

El equipo Milnoh Granada TANIA KULIKOVA JAIME CINCA


32 mujeres nacidas en mil novecientos y pico, federadas en un equipo que les ha dado un espacio propio, sentido de pertenencia, una tribu donde “yo soy porque somos”

El Deporte femenino profesionalizado sólo hace que aumentar cifras. Crece en practicantes, espectadores, patrocinios, canales de difusión especializados; crea referentes; mueve sentimientos, emociones, vidas personales y dinero. Uno de los deportes donde los números están subiendo como la espuma es el Rugby femenino. Según la Federación Española de Rugby, en la temporada pasada sumaron casi 6.000 fichas federativas femeninas en nuestro país, lejos de las 32.460 masculinas, pero también distante de las 500 fichas femeninas federadas contabilizadas en el año 2.000. 


Aunque el rugby femenino se quedó fuera de París 2024, este mes de marzo se constituyó el primer equipo de rugby femenino español en silla de ruedas, las Felinas Quadrugby, que pretenden competir en las paraolimpiadas de Francia. El gran reto al que se enfrentan todos los equipos de rugby español para seguir moviendo “la guinda” es la viabilidad económica, encontrar patrocinios con los que costear el material y el transporte para competir. El gran impulso que puede con todo es la pasión que genera este deporte, capaz de “hacer piña” e integrar personas muy distintas entre sí.
“Somos un equipo constituido, coordinado y dirigido por mujeres. No somos la filial femenina de un equipo histórico de hombres. Nosotras somos y decidimos constituirnos independientes y autogestionarnos”, Ana Martín, capitana de las Milnoh.


Hace más de dos años que en Granada se formó un equipo de rugby femenino también pionero en nuestro país al ser un equipo creado, gestionado y compuesto únicamente por mujeres, las Milnoh, un nombre que no hace referencia a una de las cervezas granadinas más famosas sino porque las jugadoras muestran el 19 en el año de su fecha de nacimiento. Las fundadoras se fueron conociendo en los entrenamientos de sus hijos en las escuelas deportivas de la Universidad de Granada y terminaron animándose unas a otras a dar el salto de las gradas al campo y emprender su propia aventura en un deporte que les apasionaba y conocían muy bien después de pasar años como espectadoras del juego de sus criaturas; así nos lo cuenta la actual capitana, Ana Martín Fuentes, “somos un equipo de mujeres, constituido, coordinado, dirigido, todo hecho por mujeres. No somos la filial femenina de un equipo histórico de hombres. Nosotras somos y decidimos constituirnos independientes y autogestionarnos y hasta ahora lo estamos haciendo; con mucho esfuerzo, pero aquí estamos”. 


Comenzaron ocho en un equipo mixto y el Club Deportivo Milnoh Rugby Granada +35 cuenta ya con 32 jugadoras con licencia de la Federación Andaluza de Rugby y edades comprendidas entre los 36 y 62 años- Este mes de marzo han recibido el Premio por la Igualdad de género de la Diputación de Granada en la categoría de ámbito deportivo por “el impulso de la cooperación entre mujeres, el trabajo en equipo y su contribución al desarrollo de una cultura deportiva que valore la plena participación de las mujeres en todos los ámbitos del deporte”.


Sandra Gómez Paredes, jugadora veterana del núcleo fundador nos explica que en su categoría, +35, los partidos son de 10 jugadoras por equipo, con un juego total de 20 minutos divididos en dos de 10. Compiten a nivel nacional en Mater Series, que se disputa cada tres meses; las Milnoh no han acudido a todas pero han jugado en Bilbao, Gijón y el Puerto de Santa María, su próxima cita es en Sevilla. Encuentros que muestran la capacidad de convocatoria de este deporte en nuestro país, “en Bilbao donde debutamos, nos reunimos hasta 400 mujeres de toda España, nada más entrar en el campo te da ese subidón de energía, y te dices, madre mía, si todas estas mujeres pueden ¿Por qué no voy a poder yo?”.

Ana Martín, Sandra Y Mónica García, del Club Milnoh Granada en el Estadio de la Juventud. TANIA KULIKOVA JAIME CINCA

Mónica García García apunta a la amplitud del rango de edad en su categoría, de 35 a 99, “aquí cabe todo tipo de mujeres, no hay límite de edad”. Nos explica que el número de equipos a nivel nacional ha crecido “de una forma brutal, casi 40 equipos en Mater Series, donde podemos encontrar, por ejemplo, a Elena Vallejo, que es la vicepresidenta de la Federación Española de Rugby”. También está muy ligada a este equipo y a este movimiento Alhambra Nievas, árbitra internacional de rugby. Ahora mismo en el Mater Series de Barcelona y se espera que en el de Sevilla pueda reunir a 30 y tantos equipos de mujeres, “con lo cual seremos 600 o 700 mujeres jugando al rugby. Es increíble. Además con un gran éxito a nivel también de público”, nos cuenta Mónica.
“El rugby femenino es sororidad; cualquier mujer tiene cabida, independientemente de la edad, de la condición física, o incluso por encima de haber o no haber jugado al rugby, sólo se necesitan compromiso y ganas”, Mónica García, Milnoh Granada.


La jugadora destaca que el Milnoh Rugby Club es un proyecto de igualdad, “Es mucho más que un deporte, es una práctica real de sororidad, donde cualquier mujer tiene cabida, independientemente de la edad, de la condición física, independientemente o incluso por encima de el haber o no haber jugado al rugby, no hay un requisito mínimo, sólo compromiso y ganas”. Sandra destaca la noción de pertenencia, “aquí todo el mundo es válido, da igual que sea primera línea o de cuarta, de delantero, lo importante es el compromiso, el decir, es que si yo no vengo no hay equipo”, también apunta al famoso tercer tiempo, “hay dos tiempos de juego y un tercer tiempo donde se comparte y se celebra la victoria, la propia y la ajena; y donde es un honor invitar a comer a tu rival y a la afición”.

Insisten en que el eslogan que sostiene que el rugby es un deporte de brutos o brutas jugado por señoras o caballeros no es del todo cierto. Comentan que ciertamente es un deporte de contacto pero hay una especie de norma de no hacerse daño, de aprendizaje para evadir al contrincante, y además siempre queda ese maravilloso tercer tiempo donde limar las asperezas que puedan quedar del partido. 


El hecho de que, efectivamente, sea un deporte de contacto da más importancia si cabe a la federación, que supone jugar de una “forma segura” apoyadas por un seguro médico deportivo. Para Ana, la capitana de Milnoh, la ficha de veterana en el rugby significa una apuesta por una práctica de forma segura y “dignificar el deporte”, aunque suponga un esfuerzo muy grande ya que cada ficha supone el desembolso de 173 € anuales, “y nosotras no tenemos ahora mismo ningún tipo de subvención o ayuda económica, nada más que nuestras cuotas; y el hecho de ser el único equipo de veteranas federadas a nivel nacional significa que estamos haciendo historia, somos un referente”.

Los valores del rugby

“En una carrera donde decimos que una ensaya o gana metros, como en la vida, siempre llevas un apoyo, nunca estás sola, es tan importante la que ensaya como la que apoya”, comenta Ana la capitana de las Milnoh, que comparte una frase que a todas les pone el vello de punta, “cuando alguna empieza a correr, otra inmediatamente contesta ‘voy detrás, estoy aquí’”, para ella hay otros dos conceptos que le han marcado mucho, “El rugby es un acto de amor porque hay generosidad”, frase de su entrenador Luis Lasala, y “Esta sociedad necesita más rugby” de Alhambra Nievas. 

‘Voy detrás, estoy aquí’, 'El rugby es un acto de amor porque hay generosidad', 'Esta sociedad necesita más rugby' y 'Yo soy porque somos' son algunas de las frases con los valores que habitan en el Club de Rugby Milnoh Granada. 


Las Milnoh coinciden en que el rugby es generosidad, compañerismo, pertenencia, espíritu de superación, compromiso, colaboración, sororidad, otro lema que les mueve es el de “Yo soy porque somos”, algo que define perfectamente el espíritu del juego, “Individualmente puedes destacar, pero si no tienes a las compañeras detrás, no eres nada dentro del rugby; por ti sola podrías destacar en otro tipo de deporte, pero en el rugby necesitas al resto, es realmente un juego de equipo. Una ensaya porque nueve personas están a su lado”. 

Un tiempo sagrado y reservado para una misma

Ana Berger Díaz jugó al rugby en su época universitaria, ella y su familia están muy vinculadas a este deporte, donde los varones han continuado con la práctica mientras que ella lo dejó con la maternidad y los “compromisos de la vida”; ahora, ha vuelto con las Milnoh, “probé y estoy enganchada muchísimo y súper contenta, nunca me podría haber imaginado que hubiera tantas mujeres con esta edad y este compromiso. En mi época costaba mucho trabajo contar con jugadoras que se comprometieran, también era muy difícil encontrar campos donde jugar o quien te entrenara, y nunca me imaginé que este club, que empezaba de la nada, del que yo pensaba ‘estáis locas, estáis locas, cómo lo vamos a hacer’ lo consiguiera. Para mí, el tiempo dedicado al rugby es sagrado y me aporta muchísimo”.


Irina Sánchez Ortegacomenzó en el rugby acompañando a su hijo, al que este deporte “le ayudó a superar una época fea de su infancia en el cole donde el rugby le ayudó muchísimo; después yo tuve otra época rara en mi vida, fea y triste, y alguien me dijo: prueba”. Irina comparte con entusiasmo que comprobó por sí misma que “este deporte va más allá de hacer cardio, fuerza, ejercicio. Es una red de mujeres que tiramos todas de todas, que te reconectan con la vida, con las ganas de seguir, con el ‘ yo, por qué no’”. Para ella, formar parte de las Milnoh le aporta ilusión, fuerza y “sobre todo ganas de hacer de todo“. Un lugar donde los límites los pone ella, “Nadie me pone los límites aquí, ni la sociedad, ni la edad, ni mis compromisos. Mi espacio en el rugby es mío. Es mi tiempo porque yo me lo he ganado y porque creo que hoy por hoy, con la edad que tengo, me lo merezco”. 

Rosalía Gaitán llegó al equipo como mamá de dos niños chicos que jugaban al rugby. Nunca había practicado deporte. Se lo propusieron como una iniciativa para conocer un poco las normas, sentir lo que vivían sus niños cuando juegan en el campo y se decidió a probar. “Efectivamente esto engancha porque, bueno, es tu momento, esa parcela que dedicas 100% a ti, donde todo se detiene, tanto las obligaciones laborales como las familiares. Es un momento para hacer un poquito de deporte y conectarte con una tribu que te respalda, te motiva y te impulsa”. Comparte una anécdota de una conversación con compañeras que se quejaban de diferentes dolores en el cuerpo, de la edad, de las analíticas y los tratamientos, “Gente incluso probablemente un poco más joven que yo, y cuando me preguntan que cómo estoy, les contesto que me voy en dos semanas a jugar una competición de rugby al Puerto de Santa María; me quedo con las expresiones de esas caras. Es muy curioso. Nadie se lo espera”. 

La que entra, se queda; es la magia del rugby

Asun Caro Ferrero es Milnoh veterana y también llegó con ese grupo de mamás de jugadores de rugby. A nivel personal le ha supuesto un vínculo con “mujeres maravillosas” y también una conexión más profunda con su hijo, “La que entra se queda, es la magia que tiene el rugby. Y más a esta edad que tenemos nuestras propias normas por nuestra edad, por nuestra trayectoria, por nuestro estilo de vida”.


Rosa Jiménez Ortegaes la senior del equipo y conforme avanzaba en la práctica, el juego le parecía más bonito, “me fue llenando y dándome la vida, nunca había jugado al rugby y cuando experimenté lo que se comparte, el compañerismo, el apoyo de estas grandes mujeres, a mí el rugby me ha aportado lo más bonito que la vida me tenía que dar. Me pusieron el mote “Rosa para atrás” porque tiraba para adelante (risas)”.

Georgina López López encontró a las Milnoh a través de unas jornadas de rugby, “yo venía asustada porque veía el rugby y decía, los placajes esos a mí me arrollan, vamos. Pero me he encontrado todo lo contrario, un equipo unido y totalmente diferente de lo que yo conocía a través de mis hijas que compiten en deporte de élite, de alto rendimiento. Aquí es todo lo contrario, es compañerismo, es familia; aunque es complicadísimo conocer todas las normas, los entrenadores ponen su mejor empeño y al final todo acaba saliendo en equipo”. 

“Lo primero que hay que considerar es quitarse los prejuicios de lo que entendemos por rugby, abrir la mente a que hay muchas categorías, muchos equipos de rugby”, Asun, Milnoh Granada.


Asun nos comenta que lo primero que hay que considerar es quitarse los prejuicios de lo que entendemos por rugby, “a mí todo lo que me llega es que se trata de un deporte agresivo, de contacto y lo primero que hace la gente es ponerse una barrera; entonces, hay que abrir la mente al hecho de que hay muchas categorías, muchos equipos de rugby y que dentro de las bases del rugby hoy otro rollo”.


Llanos Moreno Alfaro contactó con las Milnoh a través de Instagram. Había practicado deporte toda la vida pero “tienes hijos y se acabó lo que se daba”. Le pareció interesante probar el rugby, nunca lo había practicado y se sintió muy a gusto con “el grupo de chicas fantásticas que le recibieron con los brazos abiertos”. Para ella, el deporte le dio una apertura en la vida, de conocer a otra gente, visitar otras ciudades; “¿El reto? te llevas muchísimos golpes, es muy duro. Me rompí la muñeca, pero cuando llegas a tu casa, te duchas y dices ¡Joder, qué entrenazo hemos hecho hoy! Cómo me lo he pasado de bien. Te hace sentir equipo y querida, y francamente, fuera de hijos y de familia, viene muy bien a nuestra edad vivir y cuidar de ti, y tener amigas, y salir de cervezas con chicas”. 

María está recién llegada. En su época de estudiante en la Universidad se sentía atraída por un deporte que le llamaba la atención y le producía miedo a partes iguales, “no me animaba, al pensar en lesionarme, en hacerme daño en la rodilla, la muñeca”. El tiempo fue pasando y una tarde, su peluquero le habló de las Milnoh y le animó a superar sus miedos; ahora está enganchadisima “desde el primer día porque son muy divertidas, te acogen fenomenal, te sientes una más; y aunque luego dices, madre mía, me van a doler hasta las pestañas, realmente consiste en una satisfacción maravillosa”. 

Para Ángeles Rubio, de 45 años, el rugby le ha venido de perlas en una época en la que “estaba un poco perdida, no sabía qué hacer con mi vida”, nos cuenta que había cogido mucho peso, sufría un problema de salud y depresión. Dice que nunca ha sido una persona especialmente deportista y que cuando probó pensó que iba a ser como “un pato mareado” pero después de algunos entrenamientos se dió cuenta que “era un pato pero no tan mareado y para mí está suponiendo un deporte motivador que me gusta un montón, que me motiva para que por la noche siga pensando en los pases o el entrenamiento que acabo de practicar y que llena, en el aspecto personal, un hueco de mi vida con chicas estupendas con las que me queda por pasar cosas chulísimas; lo mejor está por llegar”. 

32 guerreras, mujeres, “hermanas”, a las que el rugby les ha dado la fuerza y sororidad de afrontar y lidiar desde otra mirada más amplia y empoderada sus historias personales. Supervivientes de cáncer, migrantes, madres, amantes del deporte en equipo, Milnoh. Dan ganas de quedarse siempre con ellas; de momento, vamos a disfrutar juntas de un merecido tercer tiempo.

Por Susana Sarrión
@SusanaSarrion
Fuente: El Salto


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