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Gabriela Carpineti: “Estamos discutiendo el destino de un pueblo cuando discutimos la cuota alimentaria”

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Es la directora nacional de Promoción y Fortalecimiento para el acceso a la Justicia del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. El acceso a la justicia para las madres es una de las banderas que levanta esta funcionaria y abogada. En esta entrevista con LatFem habla sobre propuestas concretas para que el Estado considere una cuestión de derechos humanos infantil la garantía de la cuota alimentaria y comparte su diagnóstico político del año electoral que atraviesa Argentina.

Foto: Solange Avena

Su energía puede ser apabullante. Habla rápido, rapidísimo, y mira a los ojos, perfora. Gabriela Carpineti es abogada, feminista y directora nacional de Promoción y Fortalecimiento para el acceso a la Justicia del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. En una sala del Centro de Acceso a la Justicia (CAJ) en Once, sobre avenida Rivadavia, una mañana de octubre donde el tránsito porteño está imposible, Gabriela se hizo un rato para recibir a LatFem antes de irse a un acto en La Matanza. Hablamos de su bandera, su mirada acerca de lo que el Estado puede hacer para garantizar el pago de la cuota alimentaria por parte de los padres incumplidores a les niñes. También de la crisis del Estado, de las PASO y de las elecciones generales que se vienen. ¿Con qué Estado se encontrará el próximo presidente argentino? 

—En marzo se reveló que el 51% de las mujeres en provincia de Buenos Aires no recibía plata del padre de su hijo o hija, y vos hablaste que eso debería ser tratado como un conflicto de interés público. ¿No se le da suficiente atención a este tema?

—Me parece que hubo, que hay un problema de los feminismos a nivel mundial, que es que nunca logramos ubicar el problema del juicio de alimentos como un problema de vulneración de los derechos humanos de las infancias y de quienes suplen el abandono parental. Entonces siempre se vivió el juicio de alimentos y el problema de la cuota alimentaria, en el mundo, como un problema entre adultos. Un problema de las mujeres que le reclaman al varón, pero nunca como un problema como lo es, que es que si se incumple esa obligación se afecta un derecho humano fundamental de niños, niñas y adolescentes. Y también de las madres que se empobrecen y se endeudan. Nunca pudimos situar el problema ahí y siempre se ha vivido como un conflicto de la madre con el padre. Los feminismos no hemos sabido salir con esa disputa mujer-varón y el adultocentrismo, porque los poderes ejecutivos, judiciales y los propios vínculos entre adultos no logran situar la centralidad en los niños y las niñas.

—Sabemos que la mitad de los chicos, chicas y adolescentes son pobres en este país, ¿qué impacto puede tener la intervención del Estado en hacer efectivo el pago de la cuota alimentaria para que esos chicos salgan de la pobreza?

—Decimos que el Estado tiene que intervenir porque si el incumplimiento de la cuota alimentaria es una causal más de la infantilización de la pobreza y de la feminización de la pobreza, ya es tarea del Estado intervenir. Porque el Estado tiene que intervenir cuando hay situaciones de desigualdad social y económica manifiesta y cuando hay sectores que se están en empobreciendo entre otros factores por el incumplimiento de la obligación alimentaria.

—Además hay algo muy masivo de ese incumplimiento…

—Es masivo estamos hablando de que hay más de un millón y medio de hogares a cargo de madres solas en las cuales viven más de tres millones de pibas y pibes menores de 18 años en donde los porcentajes del incumplimiento es más del 51%. 


“Hay más de un millón y medio de hogares a cargo de madres solas en las cuales viven más de tres millones de pibas y pibes menores de 18 años en donde los porcentajes del incumplimiento es más del 51%”. 

—¿Y qué puede hacer el Estado?

—Cuando nosotros asumimos que frente al abandono parental tiene que aparecer la responsabilidad estatal hablamos de un conjunto de políticas. Una es la que empezó a realizar el INDEC hace dos trimestres, que es medir cuánto cuesta criar a los pibes y pibas. La canasta básica de crianza por un lado mide la canasta básica total, y también mide los costos de cuidado, que es la violencia económica que se ejerce contra la madre cuando hay incumplimiento de la obligación. 

Entonces mide los dos lados, la violencia que se ejerce contra niños, niñas y adolescentes cuando hay incumplimiento, porque se los ve sustraído de una serie de cuestiones elementales para poder desarrollar su vida, y la violencia que se ejerce contra las madres sobreexplotadas y endeudadas cuando no se paga la cuota, y cómo eso afecta a los cuidados.

Otro problema fundamental es: agotadas las instancias de mediación extrajudicial con el progenitor que incumple, ¿qué pasa con aquellas madres que no tienen dinero para solventar un juicio? ¿Qué política desde el Estado se puede brindar para garantizar el patrocinio jurídico gratuito para las demandas de alimentos? Ahí aparecen los Centro de Acceso a la Justicia (CAJ).

—A eso se le puede sumar la pregunta de cómo hacer para que ese proceso no sea larguísimo, revictimizante, desgastante y carísimo…

—Esa es la otra variable, cómo hacer que los poderes judiciales desarrollen procesos que funcionen como un amparo, como un juicio sumarísimo, es decir que vos en 15 días de presentada la demanda ya tengas los alimentos provisorios. Te van a decir que no se pudo notificar, que nunca apareció, que no sé sabe dónde está, que es inhallable. Bueno que se consiga el Whatsapp y la red social, que la mayoría de la población tiene, como medio de notificación fehaciente. Eso uno de los proyectos que presentamos para sortear el problema de la notificación, que es una gran excusa por parte de los incumplidores.

Yo creo que tienen que ser procedimientos no judiciales sino administrativos. Pero, hasta tanto se conviertan en procesos administrativos, se puede ir administrativizando el proceso inclusive en el marco judicial.

Hoy, los jueces y juezas, los magistrados, la Defensoría, tienen una referencia que es un piso (nunca un techo) para establecer la canasta de crianza.

—Hace poco salió el primer fallo que fijaba que la cuota alimentaria es el 50% del índice de crianza. Semanas antes habían sido los alquileresla referencia. Parece que el Poder Judicial también está un poco perdido en relación a estos temas…

—Lo bueno de cuando uno está un poco perdido en la vida es que suele ser permeable. Están perdidos porque en general el tema siempre estuvo ubicado en que era un problema entre adultos y el poder Judicial muchas veces pretende ser neutral. No puede serlo porque estamos discutiendo la calidad de vida de las infancias y las adolescencias en nuestro país. Estamos discutiendo el presente y el futuro. Un pibe que no se alimenta bien entre los 0 y los seis años va a tener deficiencias cognitivas. Un pibe que no tiene garantizada la educación obligatoria va a tener serios problemas para desarrollarse con dignidad en la vida, para no ser explotado, para no ser abusado, para no ser denigrado, para no estar angustiado, para no estar deprimido, para no estar desvalorizado en la vida. Estamos hablando de la constitución de la dignidad de la persona humana. Entonces no se puede ser neutral frente a eso, pero para eso hay que poder ubicar que no es un problema entre adultos, que estamos discutiendo derechos humanos de las infancias y las adolescentes en nuestro país, y también el destino de la patria. Estamos discutiendo el destino de un pueblo cuando discutimos la dignidad de las infancias y las adolescencias. 

Cuando el Poder Ejecutivo empieza a hacer política sobre el tema, el Poder Judicial, por lo menos en el fuero de familia, suele ser permeable y lo vimos rápidamente. Sale el Índice de Crianza de INDEC y ya hay organismos como es el caso del Ministerio de Género y Diversidad de la provincia de Buenos Aires que empieza a trabajar sobre el tema. Hoy tenemos más de 20 fallos en todo el país en ocho meses.

“Hoy tenemos más de 20 fallos en todo el país en ocho meses que toman el Índice de Crianza”.

—También es cierto que hay un consenso social grande con el tema… 

—El Poder Judicial está atrasado en sus mecanismos. Y hay un problema de empatía. La empatía tiene que ver con que hay procesos que se tienen que resolver rápidamente, el tiempo es un factor central en la vida de las personas, entonces cuando un proceso demora más del tiempo del que tiene que demorar hay una vulneración de derechos.

Es fundamental que el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo les den herramientas concretas al Poder Judicial para que el karma del incumplimiento de la cuota alimentaria empiece a tener un camino de solución.

—¿Cómo se puede llegar a incidir en quienes están en el Poder Judicial que, en definitiva, son hombrs y mujeres que también se pueden interpelar y sensibilizar?

—Si hoy logramos instalar que es inadmisible el incumplimiento de la cuota alimentaria, el Poder Judicial va a actuar. Tenemos que hacer que esté de moda que incumplir la obligación alimentaria es aberrante. Es indigno. Es inadmisible. Tenemos que lograr poner de moda eso, y de a poquito va sucediendo. El Estado, en nuestro país, ha tenido procesos en donde ha logrado poner de moda conductas, prácticas y hábitos.

Necesitamos que el Estado vuelva a ser un jingle que cantemos todos, que nos convoque. Y creo que Sergio Massa lo puede hacer, porque él empezó su experiencia política a fines de los 80, se formó políticamente en el menemismo, se formó en el kirchnerismo, y se formó en el caldo de cultivo que empezó a reaccionar con la hegemonía kirchnerista. Después discutimos si reaccionó mal o bien, pero también fue parte de esa sociedad en la que hoy brega mucho los votos de Javier Milei. Massa también fue parte de esa manada, aluvional que reaccionó frente a la hegemonía kirchnerista. Massa conoce a los votantes de Milei. Es la misma base social.Crisis del Estado y fragmentación social

Su diagnóstico es que el Estado hoy no hace pie, pero también hay análisis y propuestas para que lo haga. ¿Qué puede hacer el feminismo en este marco? ¿Cómo se puede recuperar el ser nacional perdido en esta campaña electoral que parece interminable? Para Gabriela Carpineti hay solución.

—El Estado hoy está en discusión ¿Cuál es tu mirada del estado de situación actual?

—Estamos asistiendo a una crisis del Estado, del ejercicio de la función pública y del vínculo entre Estado y los pedazos de sociedad fragmentada. Tenemos una sociedad hiper fragmentada y un Estado en crisis absoluta por la dificultad de anclarse, de hacer pie, de echar raíces por distintas razones. En algunos casos porque hay sectores que se vinculaban con el Estado que hoy no se sienten satisfechos, conformes, reparados con ese vínculo. Hay otros sectores que nunca lo conocieron por ausencia y abandono estratégico del Estado en determinados sectores de la sociedad. Hay otros sectores que siempre han negado al Estado, a pesar de que el Estado es un factor explicativo de fortunas de determinados sectores de la sociedad, de desarrollos de emprendedores. ¿Por qué el Estado dejó de funcionar en determinados fragmentos sociales y qué pasó que el Estado nunca funcionó en otros?

—La pregunta, obvia, es ¿cómo hacer que el Estado funcione para esas personas que nunca han tenido acceso satisfactorios en su vínculo?

—En primer lugar creo que el Estado ha perdido conocimiento del pueblo y esto se puso se puso de manifiesto los primeros días de la pandemia, cuando decretado el aislamiento social preventivo y obligatorio por Alberto Fernández, el gobierno calculaba que el primer IFE lo iban a cobrar un poco más de tres millones y medio de personas, se anotaron 11 y lo cobraban 8 millones. 

Ahí hay un Estado que no conocía la realidad del 30% más empobrecido en nuestra sociedad. Es un Estado que desconocía los niveles de vida a nivel habitacional, alimentario, la estructura del mundo del trabajo, las condiciones materiales de vida habitacionales, el vínculo con el transporte urbano, el vínculo con las relaciones impositivas, el endeudamiento de ese 30%. Eso habla de un Estado que no hace pie. ¿Cómo vas a caminar en un camino desconocido? Igual, lo hace, igual el Estado por razones legales, normativas, pero también por supervivencia propia y por una cuestión de instinto de supervivencia social, sigue caminando aún en la oscuridad, porque tiene que resolver. Para mí ese fue el primer gran signo de nuestro gobierno respecto a esta crisis del Estado.

—¿Y esto que dice Cristina Fernández de Kirchner de la insatisfacción democrática?

—Bueno, eso introduce un tema central en la política, que es el deseo. No todos tienen lo mismo deseos, no todos tienen las mismas necesidades, no todos los individuos tienen las mismas capacidades para satisfacer esas necesidades y esos deseos y el Estado no tiene todas las capacidades juntas para la audiencia diferenciada.

—¿Cómo entra en este diagnóstico la victoria en las PASO de un proyecto como el que encabeza Javier Milei?

—Milei es el fenómeno de esta crisis. Es el exponente como psicoanálisis fantasmal, porque orada el voto y la base social histórica del peronismo. No le terminó sacando votos a la coalición Juntos por el Cambio, terminó discutiendo con la base social del peronismo, que estaba insatisfecha, disconforme, huérfana. Hablemos de la orfandad política.

—Hablemos. ¿Qué dice esa orfandad?

—Las PASO hablan de la orfandad política del histórico votante prototípico peronista. Entonces Milei vino a discutir nuestros votos, nuestro escenario, nuestro paradigma. Y de manera fantasmal. Porque no hay peor derecho que el que no se cumple y el que no se puede ejercer, porque se transforma en un frisbee. Milei es un frisbee en contra. Es nuestras profecías incumplidas, son nuestras ilusiones incumplidas que se nos vuelven en contra en la base social nuestra.

—Decís que el peronismo se retiró de su base electoral, ¿por qué creés que pasó a no tener casi contacto con esa parte de la sociedad?

—Creo que lo que fue pasando es que el Estado fue perdiendo ese lugar de organización mayoritaria de la vida y fue empezando a ser reemplazado por otras experiencias. La crisis del peronismo es la crisis del Estado porque el peronismo construyó el Estado que, por lo menos, conocimos las últimas siete generaciones de argentinos. 

—Pero también de un vínculo más barrial del hacer política. El aparato político parece haberse roto para el peronismo.

—El Estado y la experiencia del peronismo dejaron de resolver el problema de la vivienda digna, el trabajo para satisfacer necesidades, pero también para poder tener un ahorro que te permita desarrollar otros deseos que no tienen que ver solamente con la reproducción material y que tienen que ver con el ocio. El goce, el ocio y el disfrute también ocupaban un lugar central en el Estado que dio el peronismo. Hace varias décadas que dejó de poder organizar también el ocio y el derecho al goce. Hubo un atisbo de recuperación de eso obviamente con la experiencia de los gobiernos de Néstor y Cristina, pero no llegó nunca al nivel de lo que fue la experiencia de los planes quinquenales. Hasta inclusive, mira lo que te digo, el menemismo también organizó para un sector no mayoritario de la sociedad el derecho al acceso a bienes suntuosos, al goce y el ocio.

—Milei viene a romper con eso, porque dice hay que achicar el Estado, la metáfora de la motosierra, pero no habla del goce ni de recuperar la organización. ¿Qué lectura hacés de esa individualidad?

—Él le habla a muchas audiencias, a más que la que hasta ahora le pudo hablar el peronismo de la última década. Le habla a los que dijeron el Estado yo no me sirve más, a los que te dicen yo al Estado nunca lo conocí, al pibe de Rappi que te dice no quiero que el Estado me venga a regular, no quiero una Ley de Contrato de Trabajo para mi actividad, el que dice “yo al Estado nunca lo necesité, si no lo conozco y nunca me dio nada”. Después le habla a obviamente los que hicieron fortunas gracias al Estado, los que se pudieron desarrollar porque tenían capacidades propias individuales que son negadores, que no reconocen que sin un Estado como en la Argentina no se podían desarrollar.

Milei te propone destruir lo que no te sirve destruir, lo que nunca te sirvió y negar la relación de que sin el Estado no serías quien sos. Te propone básicamente esas tres cosas. No te propone felicidad, no te propones trabajar en mejores condiciones, no tiene ninguna política de propuesta para resolver el drama habitacional que son los grandes dramas que el peronismo hace 50 años no resuelve.

—Hay algo de lo que propone Milei es destruir un punto muy importante de la identidad de la Argentina, que es el derecho a la salud pública, educación pública y acceso a la vivienda. Más allá de los libertarios, si pensamos en el candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, ¿cómo creés que puede retomar esta agenda que antes se sentía como un orgullo con suficiente consenso?

—Si nosotros no asumimos la bandera de la reforma urgente del Estado, la única locución y la única voz cantante que queda es la de que hay que destruirlo. Tenemos que ir ahí a tocar otra vez esa fibra que vos decís que es que ser argentino es poder tener salud pública, ser argentino es hayas nacido donde hayas nacido tengas o no tengas plata en el bolsillo todos los días vivas donde vivas vos podés acceder a la universidad pública, ser argentino es la marca de la aspiración a vivir en una sociedad que supo ser la más igualitaria de América Latina.

Si nosotros no asumimos la reforma urgente del Estado ya –que no se trata de discutir Estado más grande o Estado más chicos– se trata de poner en el centro cómo construimos un Estado inteligente en el siglo XXI. Que toque la fibra histórica del ser nacional, que tienen que ver con que sin el Estado garantizándote salud, educación, acceso a la vivienda, ala justicia y a la alimentación sana, de calidad y a precios lógicos para un país productor de alimentos. 

Entonces yo creo que garantizar el acceso igualitario a esos bienes comunes, tocar esa fibra, va a reencontrar al peronismo y con esa masa, con ese ser nacional que se fue apagando. 

—Entonces, ¿cómo despertamos al ser nacional?

—Con medidas económicas concretas y después trabajando ciertos temas. Hay cuatro problemas que visualizamos estos años en la experiencia de la gestión, que si no lo resolvemos nosotros queda solo esa voz cantante de la destrucción.

El primero es que hay que modificar una cultura política en una generación de funcionarios del peronismo, que se creen patrones de la política pública. Dueños. Una lógica liberal capitalista en donde se creen dueños de disponer de bienes, recursos, personas en función de sus conclusiones políticas pero no en función de una planificación estratégica del servicio público. Si no resolvemos eso estamos en graves problemas y es un trabajo profundamente cultural de formación política y de formación humana.

Otro problema, que esto tiene que ver con la reforma estratégica del Estado, y es que nosotros tenemos problemas del siglo XXI con mecanismos burocráticos- administrativos que no se han modificado mucho respecto del siglo XX o XIX. Necesitamos un estado inteligente, apto para resolver los problemas del siglo XXI. Es urgente que el Estado deje de ser vetusto en la resolución de los problemas.

El tercero es el compromiso y el orgullo de trabajar en el Estado. Esa autoestima, la de sentirte orgullosa de ser una servidora pública, se ha ido horadando muy fuertemente, entonces hay que trabajar el orgullo de ser estatal. Hay un trabajo para hacer en relación a la carrera administrativa, a los concursos, porque lo que prima es la discrecionalidad política.

Y una cuarta, que es que el Estado está desprogramado y desinformatizado. El área de informática en el Estado es deplorable. Ahí hay un problema salarial, que es que los programadores en nuestro país trabajan desde la casa y cobran en dólares, y en el Estado no puede competir con ese mercado. Hay una ecuación a resolver.

Sumo un quinto y último problema, que es la comunicación del Estado. ¿Cómo comunica sus bienes, sus servicios, su planificación estratégica, sus logros, sus balances de gestión ante una sociedad tan fragmentada? No el del candidato, el del Estado. Si nosotros no asumimos la resolución de por lo menos esos cinco problemas no vamos a poder reconstruir el ser nacional y sobre todo el vínculo entre el Estado y la gente.

—¿Cómo ingresa la agenda feminista en estos cinco puntos?

—Si algo sabe el movimiento nacional feminista es instalar la cultura del cuidado, mucho más exitosamente que en otros lugares del mundo. Entonces creo que un feminismo que logre construir una cultura del cuidado que sea hegemónica en el ejercicio de la función pública, en el establecimiento de prioridades a la hora de asignar bienes y servicios, en el establecimiento de la forma de comunicar lo que hace el Estado, lo que debe hacer, lo que planifica, creo que es una contribución muy importante al problema que tenemos.

El feminismo e inclusive el feminismo habitando la función pública del Estado ha tenido una enorme dificultad para hablarle al universo de los varones. Y los varones de todas de todos los fragmentos sociales se han sentido abandonados por algunas políticas del Estado. Y así como hablamos del abandono parental, hay que hablar también del abandono en el que se sintieron y se sienten muchos varones de distintos fragmentos sociales y como uno reacciona al abandono, al castigo -a veces justo y a veces injusto, a la demonización, al escrache, en el marco en el que la utilidad masculina por la transformación tecnológica efectivamente ha perdido valor agregado.

Me preocupa que dejamos un tendal de varones abandonados a los que no le hablamos desde el Estado, tuvimos mucho tiempo hablándole solo al universo de las mujeres –porque era necesario hablarles a ellas, repararlas a ellas, valorizarlas a ellas, jerarquizarlas a ellas– y hay todo un universo de varones a los que les dejamos de hablar. Entonces nos faltaron políticas para que haya más varones acompañando y que no caigan en discursos de odio. 

Tenemos que tener un entendimiento del hábito de esos varones que se han sentido desplazados, abandonados y marginados. Y esto es transversal a todos los sectores sociales masculinos. Por ejemplo, está claro que hay varones que les cuesta mucho pagar la cuota alimentaria porque no llegan a fin de mes. ¿Qué hace el Estado con esos varones que quieren cumplir, pero no pueden cumplir? Ahí hay una política concreta que se puede hacer, ¿hacemos refuerzo de ingresos o los desgravamos impositivamente? ¿Le damos un incentivo al varón que cumple con la cuota alimentaria?

Por Romina Zanellato
Fuente: Latfem


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