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Euskal Herria Cómo se organiza una huelga feminista general







El movimiento Feminista de Euskal Herria prepara una movilización sin precedentes: una Huelga feminista general el 30 de noviembre para reivindicar un sistema de cuidados público-comunitario a la que están convocadas 2,6 millones de personas.


El movimiento feminista de Euskal Herria prepara una movilización sin precedentes: una huelga feminista general el 30 de noviembre para reivindicar un sistema de cuidados público-comunitario. Esta semana, las asambleas feministas han convocado la apertura de los comités de huelga, espacios mixtos que cuentan con una sólida base antipatriarcal para dinamizar las intervenciones y acciones que llevarán a cabo mujeres y hombres. El de Bilbao celebrará mañana su primera reunión.

La pandemia generó un entramado de cuidados comunitarios donde el sistema público no alcanzaba a llegar. Nació la plataforma Bizitzak Erdigunean (la vida en el centro, en castellano). En febrero de 2022, en Gasteiz, el movimiento celebró unas jornadas de cuidados de las que surgió una idea: convocar una huelga feminista general. Fue anunciada el 8 de marzo de 2023. Los dos grandes sindicatos vascos, ELA y LAB, enseguida mostraron su apoyo y se prestaron a convocarla oficialmente. También la central mayoritaria en educación no universitaria, Steilas, y los sindicatos ESK, CNT y CGT. Juntos, el 10 de octubre registraron la convocatoria de huelga en Iruña. Paralelamente, las huelgas para mejorar las condiciones laborales de trabajadoras de sectores feminizados se han ido sucediendo sin descanso: limpieza, residencias, comercio, intervención social, sanidad. Hasta agosto, según las estadísticas del Ministerio de Trabajo, las jornadas no trabajadas por hombres en huelga ha descendido en 80.186 días respecto a 2022, mientras las de las mujeres han aumentado en 12.088. Las mujeres se han convertido en el sujeto mayoritario de las huelgas, representan el 56% en lo que va de año.
Los mimbres de esta huelga se trenzan en las huelgas feministas de 2018 y 2019, la de pensionistas de 2020, las huelgas sectoriales de sectores feminizados y los cuidados comunitarios durante la pandemia 

Las mimbres de esta huelga general también están trenzadas en tres precedentes en Euskal Herria: las huelgas feministas del 8 de marzo de 2018 y 2019, con un éxito histórico, y la huelga de pensionistas del 30 de enero de 2020, con una respuesta masiva en defensa de la Carta Social Europea.

De la asamblea nacional a la de barrio

Pero, ¿cómo se organiza una huelga general? La primera asamblea nacional del movimiento feminista autónomo para este cometido se celebró en abril de 2022, en Gasteiz, recuerda Elene Lopategi, del colectivo Bilgune Feminista. A partir de ahí, el objetivo ha sido formar una asamblea feminista en todos los municipios y barrios de Bizkaia, Gipuzkoa, Araba y Nafarroa. “A veces es difícil llegar a todas partes, hay que hacer trasvases de información y volver a abrir debates, algo normal en procesos tan amplios, pero siempre acabamos conociendo a alguien que conoce a una persona justo en el pueblo donde aún no habíamos llegado”, explica. Esta es la parte buena de que Euskal Herria sea pequeña —2,6 millones de habitantes—. 

El primer objetivo del movimiento fue formar una asamblea feminista en todos los municipios y barrios de Bizkaia, Gipuzkoa, Araba y Nafarroa

De la asamblea feminista al grupo mixto

Lola Gómez vive en Gatika (1.673 habitantes). Milita en el movimiento pensionista (grupo mixto) y en el feminista (grupo autónomo) de su comarca. Esta enfermera jubilada también fue sindicalista durante unos años. Bregada en las cosas importantes de la vida, destaca la “buena voluntad” dentro del movimiento para lograr acuerdos entre los distintos colectivos que lo componen. En ausencia de verticalidad, “siempre nos hemos coordinado y hemos sido capaces de buscar consensos”, señala. Ella hace el trasvase de información del movimiento feminista al pensionista de la comarca Uribe-Butroi. Al final, asegura, la conclusión entre sus compañeros jubilados ha sido sencilla de obtener: “Los cuidados no pueden ser un negocio, y 1.080 euros de pensión mínima para todos”, añade Gómez la coletilla que acompaña a los que protestan todos los lunes desde 2018 reclamando pensiones dignas. Tras la privatización del sector en Bizkaia, impulsada por el exdiputado de Acción Social y actual alcalde de Bilbao José Luis Aburtu, solo quedan una decena de residencias públicas, frente a las 157 privadas. 

“Las asambleas feministas son los órganos legítimos para tomar las decisiones ideológicas y estratégicas, y los comités de huelga son los órganos ejecutores”, Naia Torrealdai 

Despejar agenda, llegar a 100.000 afiliados

El movimiento exigió a los sindicatos que volcaran sus esfuerzos en esta huelga. Desde la ejecutiva de ELA, la principal central de Hegoalde, Leire Gallego explica que empezaron a participar en las asambleas del movimiento en febrero. Una vez articulado el discurso y las reivindicaciones desde el movimiento feministas, ELA pasó a diseñar su propia propaganda —además de la conjunta, también elaboran propia—. Antes de verano, planificaron las agendas con cada una de las federaciones, con el objetivo de que sus 10.000 delegados trasladen la información a sus más de 100.000 afiliados antes del 30 de noviembre. “Para nosotras, el pistoletazo de salida fue el 22 de septiembre, con 1.000 delegadas en primera línea en las 12 comarcas de Euskal Herria presentando las líneas de actuación que trasladaremos a nuestras afiliadas y afiliados. Paralelamente, dentro del sindicato hemos hecho un trabajo específico para que las mujeres tomen el liderazgo y participen en los comités de huelga”, indica. Orgánicamente, de la agenda del mes de noviembre han pospuesto todas las reuniones no urgentes, para centrarse en esta movilización. 

Sobre la dificultad de convencer a trabajadores varones de que secunden la movilización, Gallego no le añade más desconfianza que a otra, “siempre hay alguna reticencia, como en todas las huelgas”. Y confía en su experiencia previa cuando añade que, “para nuestro sindicato, las huelgas en sectores feminizados han sido referenciales en los últimos años. Tenemos el discurso articulado: necesitamos un sistema de cuidados público, universal, gratuito, de calidad y corresponsable”. 
“Más allá de que las trabajadoras del hogar puedan secundarla, se están buscando formas de entrar y participar en este camino colectivo en el que todas tenemos cosas que aprender y enseñar”, sostiene Txefi Roco

Del sindicalismo a la agenda política

Para la portavoz de Steilas, Nagore Iturrioz, llamar a la huelga el 30 de noviembre por un sistema de cuidados público y robusto también es algo natural: “Es importante participar en las movilizaciones feministas para poner en la agenda política las reivindicaciones de los sectores más precarizados y que hablemos de la importancia de los cuidados y de los servicios públicos. Todas necesitamos ser cuidadas y todas debemos tener conciencia de la responsabilidad de cuidar”.

Pero no todas las trabajadoras están sindicadas o se sienten con legitimidad suficiente para informar a sus jefes de que el 30 de noviembre no asistirán a su puesto de trabajo. Ayer se celebró en Bilbao el encuentro entre colectivos de trabajadoras del hogar de Gasteiz, de Navarra, Mujeres del Mundo y Trabajadoras No Domesticadas para dirimir las últimas aportaciones de este sector a la huelga. “Más allá de que las trabajadoras puedan secundarla, se están buscando formas de entrar y participar en este camino colectivo en el que todas tenemos cosas que aprender y enseñar”, sostiene Txefi Roco, de Trabajadoras No Domesticadas. El objetivo del encuentro fue establecer un cronograma con acciones que puedan llevar a cabo trabajadoras de este sector. 

¿Qué papel tienen los hombres?

Una de las preguntas recurrentes tanto dentro de las asambleas feministas, las cuales son los “órganos legítimos para tomar las decisiones ideológicas y estratégicas”, indica Naia Torrealdai, del Bilgune, es ¿qué papel tienen los hombres en esta huelga feminista? En las anteriores, estaban llamados a cuidar de las personas dependientes y del hogar, pero sin participar en la manifestación del 8M ni formar parte de cualquiera de sus actos reivindicativos o logísticos. Esta vez, están convocados a secundar la huelga y a participar en su organización a través de los comités de huelga, que son los “órganos ejecutores” de las asambleas feministas, detalla Torrealdai. Los comités cuentan con un decálogo para la dinamización de los espacios locales mixtos, “donde las relaciones de poder, tradicionalmente, se dan como se dan, es decir de forma patriarcal”, concluye.

La responsable de la secretaría de feminismos del sindicato LAB (central mixta), Maddi Isasi, resume con otras palabras que, en esta huelga, los hombres “no pueden ni hacerse a un lado ni quitarle protagonismo a las compañeras”. Deben optar por un papel secundario activo. Puede que este sea “la tarea más compleja” de llevar a cabo, pero aunque temían encontrar un cuestionamiento directo a las reivindicaciones —“sobre todo, que consideraran que los cuidados no son su responsabilidad directa y optaran por una postura de solidaridad hacia las mujeres”—, Isasi asegura que, “de momento”, no lo han detectado. LAB celebró hace dos semanas en Oiartzun un encuentro con 300 delegadas y afiliadas para trabajar internamente la huelga antes de trasladarla a los centros de trabajo.
Moción de censura

Esta huelga general no es una moción de censura al Gobierno vasco y navarro. Pero lo parece. Cuando se decidió la fecha del 30 de noviembre, estaba previsto que en diciembre se celebraran las elecciones autonómicas de la CAV, que el Gobierno de Iñigo Urkullu ha pospuesto ante la tormenta de huelgas anunciadas para este otoño en educación, función pública y cuidados. El descontento social generalizado con Osakidetza, las huelgas sectoriales de las trabajadoras de residencias, limpieza e intervención social, la consolidación de la financiación para la educación privada frente a la precarización de la pública, están generando un malestar palpable en número de votos —en las elecciones municipales el PNV perdió 81.437 votos y en las generales, 103.000—.

“Hemos dado un salto osado al convocar esta huelga al que llegamos organizadas y unidas”, Bego Zabala

¿Qué sería un éxito?

Para Bego Zabala, militante de Emakume Internazionalistak y la asamblea feminista de Alde Zaharra de Iruña, la huelga sería un éxito si obtienen “un 5 sobre 10 en cada uno de estos tres elementos”: la consolidación del proceso, la socialización de las reivindicaciones y la activación de los hombres. “Hemos dado un salto osado al convocar esta huelga al que llegamos organizadas y unidas, a pesar de que algunos colectivos importantes se han caído. Pero el movimiento feminista no se ha desmembrado y el número de participantes ha enriquecido el debate, con sus diferencias y discordias”, destaca Zabala. 

Una huelga feminista es más que dejar de ir a trabajar, es también tomar conciencia de los cuidados. De quién los piensa, de quién los lleva a cabo. De qué nos ofrecen las instituciones, de qué nos falta. Desde que se anunció la fecha de la huelga, las acciones para calentar el potente motor feminista de Euskal Herria se han sucedido por los municipios. La huelga está en boca de la gente, incluidos los hombres. El PNV ya ha arengado a sus afiliadas con el discurso de que esta huelga no es feminista, sino de algunas feministas —las malas, sugieren—. Las feministas anticapitalistas.

Por Gessamí Forner @GessamiForner
Fuente: El Salto


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