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Surfeando el día a día… «otras economías» de las que poco se habla



Surfeando el día a día…

En tiempos enrarecidos y de mucha confusión, se pierde de vista (o se provocan situaciones para que eso ocurra), el efecto de los impactos que las «economías» tienen en nuestras subjetividades (mujeres y diversidades) siempre, y desde siempre. 

En medio de tantas turbulencias e incertezas que nos interpelan, en el imaginario colectivo se instalan consignas «salvadoras», el río aparece cada vez más revuelto con … ¿ganancia para quién/es?, se focaliza la atención en el despliegue mediático de todólogos/as, con interminable desfile de economistas en pasarelas que cambian de colores según la ocasión, varieté de candidates con mucho rugido, y pocas propuestas a favor de garantizar derechos, gente de prensa devenida masters en futurología; en el mientras tanto ocurre todo esto y más ,en la vida cotidiana se juega a fondo otra dimensión, otras dimensiones, otras realidades, las que atravesamos y nos atraviesan, atraviesan a nuestras cuerpas y almas en cada uno de los momentos de nuestras vidas, todo el tiempo, en todos los tiempos.

Las cuestiones de género parecen borradas de las agendas públicas , cuando aparece alguna noticia en los medios hegemónicos, además de abordarse sin cuidado ni responsabilidad, es inmediatamente opacada por las «corridas cambiarias» y otros temas que marketineros ,sin dejar espacio a ningún tratamiento serio, que visibilice la gravedad de los hechos que siguen ocurriendo (femicidios, transfemicidios, abusos sexuales en niñas, niños y adolescentes , niñas obligadas a parir, vidas que se truncan a partir de mala praxis que se monta sobre el negocio de la imposición de estereotipos de belleza, usuarias de salud mental violentadas en lugares donde deberían ser cuidadas y acompañadas. VIOLENCIAS, en todas sus formas en todos los ámbitos, donde se dan escenarios de «economías» de las que no se habla, precarización laboral, trabajo no pago que incluye multiplicidad de tareas a cargo de mujeres, techos de cristal, feminización de la pobreza, abusos económicos de todo tipo por parte de parejas o exparejas, peregrinar por juzgados y/o estudios jurídicos reclamando «cuotas alimentarias» que requieren de tiempos personales y laborales, pedido de «pruebas» que den cuenta, siempre lo que implica más energías y más Dinero además de las crianzas y el efecto invisibilizado en las subjetividades, sorteando además, prejuicios y miradas acusadoras que no cesan de sostener la cultura patriarcal, a pesar de la insistencia, necesidad y grito URGENTE que no logra ser escuchado. 

Y así el árbol nos sigue tapando el bosque con consecuencias irreparables en tantas situaciones, para tantas vidas, se sigue apostando al mercado y hablando de macro economías». 

La confusión es tal ( y provocar esto NO es ingenuo) ,que con la consigna engañosa que una supuesta «libertad» avanza, algunas personas confían ilusoriamente que sus ingresos, salarios, ahorros, lo que sea tenga que ver con dinero, será automática y mágicamente «convertido» en billetes verdes siendo la «salvación» a todo mal y carencias materiales. 

Me interesa continuar el desarrollo del texto anclando en dos ejes: 

Por un lado, hacer un recorte de cómo nos vamos vinculando con el dinero a lo largo de nuestras vidas, cuánto incide la cultura patriarcal en las representaciones familiares en relación al binomio poder-dinero, abriendo preguntas ¿Qué se puede, que puedo, que podemos hombres, mujeres, diversidades, respecto de la adquisición, reproducción y administración del dinero. Es interesante revisar los diversos modos en que se expresan las relaciones de poder, aún en los intersticios de la vida cotidiana, como el caso de los dineros de la sociedad conyugal, la autonomía para habilitarse en el cobro de honorarios profesionales, vivencias de culpas en relación a las prácticas con el dinero y la imperiosa necesidad de ser altruistas en el caso de las mujeres, la trampa cultural que impone a los varones hacer dinero como garantía de virilidad. [1]


También mencionar los mecanismos patriarcales enmascarados y encubiertos en la supuesta paridad lograda con el ingreso de las mujeres al mundo laboral rentado, bien sabemos que estos «logros» se fueron transformando en dobles y triples jornadas laborales sumando a las tareas de cuidado cuya mención hicimos en 

Tareas de cuidado y Salud mental.

Hablar de dinero, como levantar la voz, mostrar vehemencia y convicciones, está «mal visto» socialmente y es también juzgado por otras mujeres. No es común hablar del tema, y cuando se hace, en general es en espacios seguros, evitando quedar expuestas, «hablar de dinero es incursionar en todo: la pareja, hijas e hijos, la familia de origen (padres y hermanos), los amigos, amantes, el credo, los principios éticos y estéticos, los proyectos, la evaluación del pasado…es un tema profundamente movilizador y excepcionalmente esclarecedor…es un tema que hace emerger y pone en evidencia todos los contratos tácitos e implícitos que invariablemente subyacen en nuestras relaciones».

El dinero, en síntesis, es un elemento puente entre el mundo imaginario y la realidad social, cultural, política, económica, religiosa. Y como tal deben tenerse en cuenta ambas dimensiones.[2]

Antes mencioné otro eje en el cual anclar, que surge de la recopilación de testimonios en primera persona a lo largo de muchos años de acompañamientos, donde mujeres y diversidades, quienes además de ser parte de los sufrimientos epocales con el impacto global que atraviesa a la humanidad, surfean el día a día, con las realidades de otras «economías» de las que se habla poco y nada.

Podría enunciarse como el «poder» del dinero y la transversalidad en las violencias de género o como «tortura económica», o como vivencias y violencias que se llevan a la par en el andar cotidiano y en la constitución de las subjetividades. Aún con las diferencias en el modo que se enuncié y con la particularidad de cada historia, es una constante en las vidas de aquellas mujeres que quedan maternando y a cargo de las crianzas, sumar a sus preocupaciones cotidianas, la articulación de medidas o la generación de recursos «extras», para reclamar derechos de las niñeces.

Qué paradoja, generar recursos que serán invertidos en reclamar lo que corresponde por derecho adquirido. 

Y así sigue el circuito, una y otra vez y en cada etapa de la vida. Con sus angustias y sus historias solicitan ayuda, no siempre la encuentran, la escucha no siempre es alojadora, no todas las miradas son con gafas violetas, no todos los textos se escriben con letras multicolores. ¿Será porque el recorrido que sí «vale», está en los caminos de «otras economías»?

A veces se cansan, no quieren «volver a pasar por lo mismo», se sienten humilladas una y otra vez, juzgadas por reclamar derechos, y es así que entre una batalla y otra sigue ganando el patriarcado. Dejan su casa, “a cambio de tranquilidad, porque él dijo que no se va», de nuevo cuerpas, almas y recursos económicos en movimiento, amparando a las niñeces y disimulando el abandono. Tienen miradas húmedas que piden auxilio a gritos, pero «hay que ser fuertes y bancársela», y así más carga en la mochila que hace rato que «duele» por tanto peso, pero bueno siempre se puede un poquito más.

El escuchar esos relatos quebrantados por la impotencia, con angustia que desborda, con algo de enojo y otro poco de hartazgo en clave de INjusticia. Ante la desidia, los intereses y la falta de compromiso, las abrazamos en la esperanza sin dejar de interpelarnos y convocarnos a tejer un punto certero, para la próxima trama, como refugio que cobije y evite más sufrimiento, sabemos muy bien de qué hablan ya que en las distintas disciplinas quienes acompañamos con perspectiva de género surfeamos también en defensa de las «otras economías» de las que poco se habla.

Vuelvo a mencionar el árbol, en este caso como trampa patriarcal en un contexto neoliberal que asusta e intimida, queriendo disciplinar y por sobre todo callar voces revolucionarias del amor, y me enamoro del bosque, como posibilidad de reparación y construcción colectiva, provisto de recursos para respirar otros aires no contaminados, con todas las energías para continuar las luchas, que si bien cansan no nos detienen. 


Por Mónica Vaccaro
Trabajadora de la Salud Mental y activista de Derechos Humanos.
Fuente: Diario Digital Femenino


[1] El Sexo oculto del dinero. Formas de la dependencia femenina. Clara Coria. 
[2] El Sexo oculto del dinero. Formas de la dependencia femenina. Clara Coria.


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