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El lesbianismo feminista se reactiva en Biskaia

Día de la Visibilidad Lésbica, en el Arenal. FOTOS: BILBO FEMINISTA SARETZEN


Corren tiempos de eliminación simbólica de la mujer lesbiana. Los colectivos de Lesbianas feministas acabaron diluyéndose a medida que se avanzaba en derechos, pero en los últimos años concurren elementos que han planteado la necesidad de revitalizarlos.

La Asociación de Mujeres de Bizkaia, en colaboración con Mujeres del Mundo Babel, ha organizado para este viernes 28 de abril, a las 19:30 en su sede de la calle Pelota 3, un ‘Debate intralesbofeminista’. La actividad será dinamizada por la activista brasileña Janaina Rossi, que además de pertenecer a la colectiva Memória Lésbica, ejerce como psicóloga de mujeres y lesbianas, estudiosa autónoma de teorías feministas y lesbianas e ilustradora.

Janaina Rossi.

Para Rossi, el borrado simbólico del lesbianismo tiene varias causas. Entre las más importantes, destaca que el movimiento político de lesbianas queda sofocado entre el heterosexualismo del movimiento feminista y el ‘generismo/queer’.

Contrato sexual

Esta brasileña de 36 años, que se definió como lesbiana porque creía necesaria esta “etiqueta política”, cree que es el momento de “reorganizar los colectivos de lesbianas feministas y de repolitizar la lesbiandad” en el actual “contexto posmoderno”.

Es más, se muestra convencida de que esa reactivación es la única manera de romper con la acomodación de las mujeres al contrato sexual o lo que es lo mismo: ese sexismo sistémico que perpetúa el patriarcado a través de un desequilibrio de poder entre hombres y mujeres, y uno de cuyos objetivos más importantes es el control de la reproducción humana.


“Las feministas heterosexuales están limitadas por el síndrome de Estocolmo. No las veo como sujeto revolucionario”

El movimiento político de lesbianas debe actuar, a su juicio, sin lo que algunos sectores suelen considerar grupos aliados. “Los gays nunca querrán romper con el patriarcado porque no les afecta y las feministas heterosexuales están limitadas por el síndrome de Estocolmo que sufren. No las veo como sujeto revolucionario. Deberían reflexionar sobre su proceso de heterosexualización, y analizar la feminidad y la heterosexualidad como mecanismos de supervivencia a los que se aferran”.

Las lesbianas constituyen, además, dice Rossi, el único sujeto político que puede minar el patriarcado porque “son quienes aman de verdad a las mujeres” y quienes han construido el feminismo desde sus inicios. “Las lesbianas han sido desde siempre las más interesadas en derribar el patriarcado porque sus vidas dependían de ello, ya que no podían contar con los privilegios que provenían de la relación matrimonial con un hombre”.
Críticas a la interseccionalidad

Rossi se muestra crítica también con la idea de interseccionalidad. Sostiene que es un constructo elaborado por la izquierda, “que se ha apropiado de estas temáticas para fragmentar a las mujeres” y que deriva de la “manipulación masculina”.

La banalización del lesbianismo como producto de mercado o como mera opción sexual también es blanco de sus dardos. “Se ha convertido en un nicho de mercado y en un estilo de vida y es una manera de desorganizarlo como fuerza revolucionaria”, considera.

La fuerza revolucionaria de la mujer lesbiana está en la renuncia a su feminidad, proclama. “Desaparece la marca de sexo en su vestimenta en el espacio público y queda a la vista que está desobedeciendo en contrato sexual. Es parecido a lo que ocurre con las mujeres que se deshacen del velo en la calle”.

“Las lesbianas ‘butch’ o machorras terminan por ser chivo expiatorio de lo que debería ser atribuido a los hombres”

Violencia lésbica

El contrato sexual supone violencia para mantener la propiedad sobre el cuerpo de las mujeres, pero también se da violencia entre las mujeres lesbianas y Rossi critica que ésta se equipare a la que ejercen los hombres.

“Las lesbianas ‘butch’ o machorras -explica- sufren un grado de opresión lesbomisógina más contundente por su visibilidad y huida del papel de mujer, y por lo tanto, terminan por ser chivo expiatorio de lo que debería ser atribuido a los hombres.”

Sin embargo, aclara que se trata de cosas distintas. “La violencia del hombre sobre la mujer viene conferida por el contrato sexual entre los hombres, en el que las mujeres son el objeto de intercambio y la violencia trata de mantener la propiedad sobre ese cuerpo femenino”.

En el caso de la violencia ejercida por una lesbiana, “no es ni sistemática ni emana de un poder estructural”. Más bien tiene que ver con la sicología de los oprimidos (reproducción de la opresión que sufren), con la seducción del poder y los privilegios, y con la violencia general que caracteriza a la “sociedad de hombres”, que nos lleva a “tocar el mal en algún momento”.

Por esas razones, una lesbiana violenta “puede desaprender” esa actitud, mientras que un hombre no lo puede hacer “porque no tiene interés en deshacerse de su poder y tiene miedo de lo que ocurrirá si deja de ejercerlo”.

Para seguir leyendo: http://andra.eus/el-lesbianismo-feminista-se-reactiva/

Por Mertxe Arratibel
Fuente: http://andra.eus/ 


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