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“Lo fantástico del feminismo de Rosario Castellanos es que se revisa y se permite equivocarse”

La escritora presenta su reciente libro “Rosario Castellanos. Materia que arde”, realizado en colaboración con la ilustradora Verónica Gerber



“Lo fantástico del feminismo de Rosario Castellanos es que se va construyendo a lo largo de los años: es autocrítico, ella se revisa y se permite equivocarse, es algo de lo que podemos seguir aprendiendo y dialogando, es el viaje de muchas de nosotras en los feminismos”, considera la escritora e investigadora mexicana, Sara Uribe.

En conversación por su reciente publicación “Rosario Castellanos. Materia que arde” (Lumen, 2023), realizada en colaboración con la ilustradora Verónica Gerber Bicecci, Sara Uribe ahonda en la evolución del pensamiento y personaje que fue Rosario Castellanos, así como en sus propias perspectivas teóricas y acercamiento a nivel personal con esta escritora, a quien investigó y leyó a profundidad durante 3 años.

“Rosario Castellanos. Materia que arde”, forma parte de una serie sobre escritoras del siglo XX, quienes son releídas por autoras e ilustradoras contemporáneas.


“Cuando recibí esta invitación a ser parte de la serie sentí una profunda emoción porque había leído a Rosario Castellanos en mi adolescencia. Una parte importante del proyecto tiene que ver con que muchos hemos leído, aunque sea un poquito, a estas autoras: Rosario Castellanos es una de las pocas mujeres que están en programas de estudio de secundaria y prepa”, apunta la autora.

El proyecto inauguró con un libro dedicado a Clarice Lispector, escrito por Daniela Tarazona con ilustraciones de Nuria Meléndez y éste es el segundo volumen.

“Por ahí sé que viene por lo menos otro más”, informa Sara Uribe, aunque no precisa quién será la siguiente homenajeada.

Con Bibliotecas, Universidades y Centros de Investigación cerrados, la pandemia se convirtió en un momento difícil para conseguir fuentes y libros. Sara Uribe resolvió comenzar leyendo la obra completa de Rosario Castellanos, antes de investigar su vida.

“Por ahí de octubre, cuando abrieron bibliotecas pude ir a la de la Ibero, donde estoy haciendo mi doctorado y busqué todos los libros que había sobre su vida. Aunque no era una encomienda de libro académico, no pude evitar leer los libros académicos. Me traje absolutamente todo en una mochila llena de libros que la biblioteca decidió prestar por como 3 meses porque pandemia”, recuerda.

Esta parte del proceso fue muy “rica” y entrañable para la escritora, quien se encontraba sola en casa. Rosario se convirtió en su compañía principal y, después de un tiempo, le pareció natural empezar a hacerle preguntas.

“Yo tenía esa idea común de una mujer que había abordado en su pensamiento los derechos de los indígenas, de las mujeres y, sobre todo, la temática con la que se le liga mucho por la poesía amorosa o desamorosa. Esa era una imagen estándar, la más común”, relata la doctoranda en letras modernas.

Sin embargo, conforme la fue leyendo y conociendo, la autora se dio cuenta de que Rosario Castellanos en realidad “fue muchas Rosarios”.

“Permanecen en ella algunos rasgos. La joven de 25 años de sus primeras cartas que iba a estudiar filosofía a España es una y pervive ese humor, pero la ironía es cada vez más refinada en la mujer que va como visitante a Estados Unidos y, luego, en la otra mujer que regresa a México a hacerse cargo de su casa y labores domésticas cotidianas”.

Para adentrarse en la totalidad de su obra, Sara Uribe decidió primero conocerla a través de sus cartas, que “ella misma me contara quién era”. Le parecía importante comprender a Rosario lo largo de distintas épocas de su vida y observa la “maduración” de una mujer con una mirada capaz de ver donde los demás no.

“Que presta atención a las estructuras de la realidad, así como a las estructuras minúsculas e ínfimas. En su narrativa hay una evolución en la manera en que presenta a sus personajes femeninos. Estos personajes, con cosas pequeñas cada vez van tomando más agencia de sí y eso corresponde a la propia existencia de Rosario Castellanos, tomando agencia de su feminismo”, continúa.


FEMINISTÓMETRO

“A inicio de sus artículos había una reticencia de Rosario Castellanos a compartir el nombre feminista. Sin embargo, a lo largo de su pensamiento vemos cómo articulista va abrazando esta causa hasta que llega al punto de nombrarse a sí misma con la emoción y vehemencia de alguien que está convencida de alguien que vale la pena luchar por derechos de mujeres”.

“Eso nos pasa a muchas, yo personalmente creí que para ser feminista debía ser experta en teoría o activista”, comparte Sara Uribe.

Fue un grupo de amigas quienes le dijeron que no tenía que ser ni experta, ni activista para nombrarse feminista. También fueron amigas y colegas quienes discutieron con ella las maneras de acercarse al feminismo de Rosario Castellanos y, finalmente, quienes echaron un ojo al texto y la ayudaron a pensar estrategias.

“Después de la lectura, que fue como un año y medio, vino la parte de la escritura. Ya habíamos salido de la pandemia y fue un proceso en que tardé un año y medio. En total fueron como 3 años, un trayecto bastante largo en el que afortunadamente no estuve sola”.

“Tuve compañía de Verónica Gerber Bicecci, quien no solo hizo ilustraciones. Ella es escritora visual que escribe”, menciona, así como a sus amigas Claudia Sorais Castañeda y Sylvia Aguilar Zéleny, entre las personas que la apoyaron durante el proceso.

LOS ADIOSES

Sara Uribe confiesa que no quería llegar al final al capítulo de la muerte de Rosario, “sentía que no la quería que matar”, pero tuvo que hacerlo y escribirlo.

“Por ahí hemos contado Verónica y yo que cuando entregamos el libro quisimos ir a la tumba de Rosario para de alguna forma despedirnos y saludarla como parte del proceso. Fue la necesidad de tocar la materialidad de ella, una necesidad muy peculiar”.

Las escritoras fueron a buscar a Rosario Castellanos a la Rotonda de Personas Ilustres, pero estaba cerrada. “Era un gancho para que ofreciéramos una propina o algo. Lo entendimos y lo hicimos, lamentablemente nos dejaron solo 15 minutos, yo hubiera querido estar horas en un picnic o algo, pero dejamos una piedra y unas flores. Le dijimos aquí estamos, vinimos a verte, fue un dese cumplido”, comenta.

¿La sigues leyendo o ya te alejaste un poco de ella? ¿Sale en tus conversaciones con cariño o como exnovia tóxica?

“EL Fondo de Cultura Económica acaba de publicar unas cartas que se escribió con uno de sus grandes amigos, Raúl Ortiz. Por un lado, cuando supe lamenté tanto, dije por qué no salieron antes esas cartas para tomar más datos e información, pero, por otro, me dio tanto gusto. Yo pensé que ya me había acabado toda Rosario Castellanos, pero no”.

“Me compré el libro, hojeé algunas líneas y dije claro, aquí está todavía más sonriente, irónica y chistosa. Lo empiezo a leer pero no me lo quiero acabar. Me lo estoy dosificando de una carta diario para que me dure. Sé que puedo releerla, pero saber cosas nuevas que no había dicho es lo más maravilloso para alguien como yo que estoy fascinada y enamorada de su obra”.

Sara Uribe apunta también que, recientemente, la poeta Karen Villeda compartió un hallazgo en un archivo de Gabriela Mistral, una carta que escribió Rosario castellanos junto con Dolores Castro a Gabriela Mistral. “Es una delicia y un gozo”.

“Jamás diré que no la volveré a leer. Me quedaron muchas cosas de su poesía por revisitar, releer y quizás escribir en un tono académico. Hubo cosas que fui anotando y probablemente me dé para seguir escribiendo, para otro ámbito… ya que termine mi tesis del doctorado”, agrega.

Por Eleane Herrera Montejano
Fuente: https://www.cronica.com.mx/


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