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Relato erótico: Cubitos de hielo en la piel

Relato Erótico: Cubitos De Hielo En La Piel

En este relato erótico, Andrea B.C. hace que todavía suba más la temperatura con unos juegos eróticos muy refrescantes: hielo, unos labios jugosos y muchas ganas de pasar un buen momento en esta tarde de verano ¿Y tú, cómo combates el terrible calor?

Cubitos de hielo en la piel

El aparato del aire acondicionado había elegido el peor día para dejar de funcionar. Miranda llegó de trabajar cansada y exhausta y trató de refugiarse en casa de los 37º con un viejo ventilador. Después de comer, se desvistió y se tiró en el sofá en bragas y sujetador mientras recibía un poco de aire en la cara.

Encendió la televisión, pero no había ningún programa decente a esas horas. Bajó el volumen y cerró los ojos. No sabía cuánto tiempo llevaba dormida, pero la despertó un intenso frescor en el cuello que iba atravesando su torso hasta aterrizar en su ombligo. Abrió los ojos sobresaltada y se topó con la boca de Daniel, recorriéndola de arriba abajo.

Miranda le cogió con dulzura la cabeza y la atrajo a la suya para besarle en los labios. Estaban mojados y muy fresquitos, apetecibles. Daniel sostuvo el hielo entre sus dientes y le desabrochó el sujetador. Despacio pasó ese divino cubito por Sus Pezones, consiguiendo que se endurecieran rápidamente. Pequeñas convulsiones se adueñaron de ella y el chico, consciente de su reacción, continuó provocándola.

Empezó a sentir un calor profundo en su clítoris. Daniel apartó el hielo y sus propios labios jugaron con sus pezones. Los mordisqueaba y tiraba de ellos y Miranda se agarraba al respaldo del sofá para manejar su excitación. Volvió a coger aquel cubito que estaba siendo su perdición y a la vez su salvación para seguir transitando por el cuerpo de la chica. Lo pasó por su ombligo, ocasionándole un leve estremecimiento y no se detuvo cuando llegó a sus braguitas. Su clítoris hinchado pudo sentir cómo el hielo lo refrescaba a través de su ropa interior.

Daniel se puso de rodillas en el suelo y movió las piernas de Miranda hasta encontrarse con su sexo abierto frente a su rostro. De nuevo, esta notó unos labios fríos que se movían impacientes por su coño cada vez más ardiendo. Su lengua empezó lentamente su tarea hasta que se volvió más enérgica. Daniel logró llevarla al clímax con sus dedos penetrándola incansables.

Con toda esta situación, el chico se había puesto muy cachondo. Miranda alcanzó su polla y empezó a masturbarlo. En segundos estaba superempalmado. Con él de pie frente a ella, comenzó a chupársela, intercalando alguna que otra mirada libidinosa. En el punto más crítico, le separó la cabeza de su miembro. No quería correrse tan pronto.

Miranda se puso de espaldas hacia él, de rodillas en el sofá y mirando hacia la pared. Este se recreó unos instantes con su verga entre las nalgas de aquella, empapándolas, y, finalmente, la embistió. La agarró de la cintura y empezó a moverse dentro de ella, con sus testículos golpeando ágiles el sexo de esta.

El ventilador hizo lo que pudo, pero no pudo impedir que ambos acabasen envueltos en sudor. Tras unos minutos, Daniel no aguantó más y expulsó su semen en su interior entre jadeos y, sobre todo, mucho deseo.

Andrea B.C.

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