Al dar esta orden a Hazael, el rey de Siria testificó ante su pueblo de su interés en el Dios de los hebreos, e hizo también saber a su nación que ya no consideraba como supremos únicamente a los dioses de Siria. Si los hijos de Israel hubiesen sido fieles a su misión, este tipo de testimonio podrían haberlo dado los gobernantes de muchas naciones.