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ORACIONES SEMANA SANTA

Tags: dios amor muerte

Jueves Santo 

Francis Pastor, cmf 

Por la mañana
Te has sentado a la mesa de la eterna fiesta de la fraternidad. Sabes muy bien lo que hay dentro de cada uno de nosotros, tus invitados. Por eso Tú, que en tu angustia ante la Muerte clamaste a Dios y, sufriendo, aprendiste a obedecer, has querido hacer tuyas las pasiones y sufrimientos humanos. Has derrotado a la muerte derrotando la iniquidad y la injusticia.. Te compadeces tanto de nuestras debilidades, que quieres quedarte para siempre con nosotros y así poder echarnos una mano cuando sea necesario. Te has convertido para los que obedecen a Dios en autor de salvación. Y nuestra salvación, Señor, es quererte y amarte.
Te has sentado a la mesa, y has invitado como comensal a todo el mundo. Se acabó la negativa a compartir; la división entre los hermanos no tiene sentido ya; el desprecio por los pobres se convierte en acogida y servicio al lavarles los pies con gestos reales de entrega radical. Sí, te has sentado a la mesa y nos dices de corazón que has deseado enormemente comer esta comida pascual con nosotros, antes de padecer. Consciente de que había llegado tu hora, Jesús, habiéndonos amado, nos amaste hasta el extremo. Y ya tienes un pan en la mano, que bendices y nos repartes, animándonos a que lo comamos porque es tu cuerpo. Y sin haber podido salir aún de nuestro asombro, has llenado la copa de vino y nos la pasas también para que bebamos, porque es tu sangre. Y que te vas, pero que cada vez que nos reunamos y repitamos este gesto del pan y del vino, Tú estarás á nuestro lado para que podamos anunciar al mundo tu muerte y resurrección.
Cristo maravilloso, gracias por enseñamos a descubrir al hermano, a tender la mano, a presentar la otra mejilla, a compartir pan y hogar. Gracias por ese poco de pan en tus manos y ese vaso de vino, con los que nos dices cómo se vence el pecado, el hambre, la muerte. Que ahora nosotros continuemos tu lucha para que todo hombre y mujer sean queridos y respetados, para que a nadie le sea negado el pan y el trabajo, para que los niños puedan reír ilusionados. Sí, continuaremos tu lucha para que nadie se enriquezca con el trabajo de los demás y para que nadie tenga miedo de nadie.
Por la noche
Hoy, día del Amor fraterno, procura partir tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que veas desnudo y no te cierres a tu propia carne. En la última cena, Jesús, nos dijiste con tu propia vida entregada a la muerte, que lo único que vale es el amor a los hermanos, hasta ser capaces de dar la vida por ellos. "Quien pierde su vida, la gana para siempre". Hoy, la víspera de padecer por nuestra salvación y la de toda la humanidad, tomas el pan y dices: TOMEN Y COMAN, ESTO ES MI CUERPO. Coges después la copa, y añades: TOMEN Y BEBAN, PORQUE ESA ES MI SANGRE. Por favor, nos suplica Jesús, hagan siempre y donde estén lo que acabo de hacer.
Gracias, Padre Dios, por tanto amor. Gracias, Jesús, porque en la última cena inventaste la misa; porque el Jueves Santo nos enseñaste a servir. Gracias, Jesús, porque incluso llamaste amigo al traidor Judas; porque nos diste un Mandamiento Nuevo; porque nos has dado un corazón parecido al tuyo.

Viernes Santo

Francis Pastor, cmf 

 Por la mañana
La inocencia de la Verdad contrasta con el escarnio recibido. Es el día de la osadía, del arranque y del vértigo. El día de la verdad: el momento de la entrega se está produciendo en totalidad. Cristo sale de sí mismo por completo. Ahí está la Verdad desnuda, crucificada. Regando amor, pero en forma de sangre que se le escapa de sí mismo. Es el sacrificio de su vida, misterio del mayor amor. Jesús se atardece..., Jesús inclina la cabeza y muere. Compasión, Tú, para nuestras vidas rotas. Siervo, Tú, que entiendes el oficio, Toda la belleza que hay en la vida, Tú la ofreces al Padre desde la desnudez y la fealdad de tu cuerpo destrozado Y lo haces así porque estás convencido de que tu mensaje de amor y justicia es posible y que el proyecto de Dios sobre el mundo llegará.
Sucede como siempre: mucha gente que habla, que grita, que murmura; mucha gente que se esconde, que nunca da la cara. Voces en contra, pero ¿qué hablamos?, ¿qué gritamos?, ¿por qué nos escondemos? Si recogiéramos todas las palabras que hemos pronunciado en la vida, ¿se salvaría alguna? Y de los gritos ¿qué queda? En cuánta inutilidad nos empleamos, cuánto tiempo vivido sólo al nivel de los instintos. Mientras tanto, los que sufren se han quedado sin voz, sin justicia, sin pan, sin defensor. Dios, como el menor de los humanos, muere en cruz fuera de la ciudad para no contaminarla.
A las tres de la tarde
Cristo por nosotros se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Diste tu vida por los hermanos: enséñanos a amamos mutuamente con un amor semejante al tuyo. Soy como un inválido, tengo mi cama entre los muertos, como arrancado de tu mano. Mirad y ved si hay dolor como el mío. Así estás, mi Cristo, como una oveja que ha perdido el camino, como alguien que carga con crímenes que no son suyos, como un inválido golpeado. Perseguido a muerte, empujan su vida al sepulcro. ¿Quiénes? ¿Entre ellos estoy yo? Dios parece que se esconde y que le abandona. Es la hora del desamparo. Pero Cristo confía en su Padre y a sus manos se encomienda como un desposeído de los muchos que pueblan la tierra. Como el mayor de los esclavos, reclina su cabeza en la miseria de una muerte ignominiosa. Dios sostiene la fortaleza de su Hijo. Dios prepara la victoria: el odio ha clavado a Cristo en la cruz; el amor debe aliviar su dolor.
Cristo paciente, que cargado con nuestros pecados subiste al lefio, nos dejaste un ejemplo para que sigamos tus huellas. A pesar de cómo te trataron, nunca proferías amenaza alguna. Capacítanos para imitarte; que vivamos para la justicia y que, como Tú, nos pongamos en manos del que juzga justamente: en las manos de Dios, padre y madre sin medida. Que podamos ofrecerte una vida sin mentira, sin fraude. Manten, Señor, la unidad de la Iglesia, protege a tu pueblo santo. Congrega a los cristianos en la unidad. Carga sobre tus hombros de Pastor a quienes no creen en ti ni en tu Hijo Jesús; ábreles los ojos y el corazón. Guía los pensamientos y decisiones de los gobernantes para que en el mundo haya paz. Concede tu consuelo a los atribulados.
Por la noche
Este árbol de la cruz cuyo fruto humano eres Tú, Cristo Jesús, reparó el daño que el pecado causó en nosotros. Cuando te vas, a esta hora de tu amarga muerte, es el momento de decirte: gracias por las Bienaventuranzas; gracias por tu sangre derramada; gracias por tu vida dada; gracias por tu justicia, tu paz, tu amor inagotable hacia nosotros. Es la hora de tu generosidad: la de mostrarnos tu amor hasta el extremo; la hora de dar tu vida. Es la hora del amor y de la generosidad, porque sólo el amor salva. Y con el amor la fraternidad, la justicia, la verdad y el servicio se hacen efectivos. El odio, nos lo dices desde la cruz aunque no hables, el odio, la violencia, la injusticia llevan a la muerte. Nos dices que si alguien quiere amar, que lo haga como Tú nos amaste: sin límites. Que si alguien comprende lo que estás haciendo, que no se encierre ya en sí mismo sino que abra los brazos para estrechar al hermano.
El camino de la cruz ha llegado a su fin. Todo queda terminado, consumado. Por eso, "reclinando la cabeza, entregó el Espíritu". Ante este Cristo muerto quiero descubrir, vivir, celebrar y experimentar que Dios es amor, y que Él nos amó primero. Ahora tengo razones para amar, porque he sido testigo de que el amor existe, de que el amor es verdad, de que el amor es Dios que nos ha amado sin excluir a nadie. Me toca ahora amar a mí dándome, haciéndome pequeño, perdonando, poniendo la otra mejilla, que es lo contrario de pisar, humillar, herir, rechazar. Porque ya está bien de despilfarrar vida, de echar por tierra tanta capacidad de ilusión y de bien.
Déjame que a tu lado ponga mi cruz, oh Cristo. Deja que mi sangre se mezcle con la tuya. Que nunca desde mi cruz blasfeme, pensando que son estériles el dolor y la muerte que me cosen a ella. Que no malgaste mi dolor y mis horas. Que descubra que tu muerte es mi vida.

Sábado Santo

Francis Pastor, cmf 

Por la mañana
"Sepultado el Señor, sellaron la piedra y pusieron la guardia para custodiarlo". Se alejó nuestro Pastor, fuente de agua viva. Un gran silencio envuelve la tierra, una gran soledad. Duerme y descansa en paz, Jesús Nazareno. Dios, tu defensor, va a restituirte el honor que los hombres te arrebataron; mañana su falsedad y engaño quedarán al descubierto. Estás ahora acostado en el lecho de la tierra; duerme y descansa en paz, que mañana Dios te despertará para que amanezca la alegría de tu corazón vivo, rompiendo la piedra del sepulcro, y te muestres vencedor ante los hermanos. Tu Señor y nuestro Dios te hará vivir tranquilo. Descansa en paz y duerme ahora. Pon tu suerte en esas manos, no vacilarás. Que tu carne descanse serena hasta la alborada. Y mañana... enséñanos a todos el sendero de la vida; llénanos con tu presencia de alegría para siempre. Pero ahora, duerme y descansa en paz. Permitamos que tu Padre prepare la gran fiesta de mañana, porque Tú, Salvador nuestro, ya has destruido el poder del enemigo. Nosotros procuraremos lavar un poco más el corazón, preparándolo para recibirte y escuchar tu voz. Mañana... tómanos de la mano a todos, levántanos, dinos: "Despiértense, los que duermen, levántense de entre los muertos, que yo seré vuestra luz". Que tu sueño, Señor, nos saque del sueño del abismo.
Junto a tu cruz y tu sepulcro tuviste a tu Madre dolorosa, participando en tu aflicción: haz que tu pueblo, nosotros, sepamos acompañarla. Y como Tú, grano que caíste en la tierra para morir y dar fruto, como Tú, también nosotros sepamos morir al pecado y vivir para Dios. Que siguiéndote a ti, caminemos siempre en una vida nueva. Cambia nuestro luto en danza; muda nuestro traje de presidarios y vístenos de fiesta. Volvamos al Señor; que Él nos sane, que Él nos vende, que Él nos resucite. A precio de la sangre de Cristo hemos sido rescatados. "Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre ".
Por la noche
¡Aleluya! En esta noche comienza nuestra nueva vida. El Señor resurge de la tierra, convertida en sepulcro. Dios preserva a su Inocente, Dios protege a su Humillado, Dios libera a su Hijo asesinado. Triunfa la inocencia que eres, Jesús; triunfa tu vida. Sí, triunfas, surges, eres luz, vives. Esta Resurrección tuya es un acontecimiento concedido a la comunidad para la alegría y el gozo. Los cristianos estamos despiertos ESPERANDO en medio de la noche consagrada al sueño. Tenemos un deseo enorme de encontrarnos cuanto antes contigo, Jesús resucitado. Esta es una noche iluminada por el DIA: Cristo vive. Nuestro hombre viejo ha muerto en nosotros; hemos llegado a la orilla de la libertad. Cristo, vives; nosotros también vivimos contigo. La tumba que era tu prisión, se abre y sales resucitado.
Pero este hecho de la resurrección es gracia para nosotros, sola y exclusivamente gracia. Tienes Tú que salir al encuentro de tus desolados y desconsolados discípulos, para que podamos reconocerte y adorarte. Vas delante en el camino; vas para encontrarte con los tuyos. Sólo a partir de este encuentro contigo podemos construir caminos que sean signos de vida y esperanza. Dios te ha acompañado a ti, Jesús, durante toda tu carrera. Ahora Tú nos acompañarás con tu resurrección, que se convertirá para nosotros en el primer día de una nueva creación, de una historia diferente. "¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!". ¡Ahí, pero ésta va a ser una experiencia de fe: te verán y experimentarán resucitado sólo los que crean.
Vives, Señor, no estás muerto. Vives en Dios, tu Padre. Vives en cada uno de los que te aman y siguen tu camino. Vives, Señor. Vives en la justicia y en la bondad de todos los justos de la tierra. ¡Vives, no estás muerto! La vida no se puede matar; la vida es más fuerte que la muerte. Tu muerte, Jesús, es el triunfo sobre todos los que matan. Enséñanos a proteger y cultivar contigo la vida, ofreciendo a todos en nuestras manos bondad, pan y ternura. ¡Vives, Señor, no estás muerto! Queremos ser testigos de Alguien que vive.

Domingo de Resurrección

Francis Pastor, cmf
Por la mañana, por la tarde, por la noche... ¡siempre!
Y cuando huía desesperanzado, me hiciste volver sobre mis pasos. "¡Es verdad: ha resucitado el Señor!". Me hiciste volver jubiloso al grupo de mis hermanos, para unirme de nuevo a ellos y celebrar todos juntos la alegría de la PASCUA: celebrar tu presencia, Señor, entre nosotros. Porque sigues bendiciendo el pan, partiéndolo, dándote a ti mismo y siendo el centro de nuestra comunidad, que contigo resucita. Son la vida, la fraternidad y la esperanza lo que celebramos. Otra vez la vida, la inocencia, la verdad, la luz. Tu PASCUA es una manera nueva de ver, abrazar y construir el mundo; una manera nueva de hacer la historia desde la luz siempre nueva y recién hecha del día supremo de tu Resurrección. Sí, que el Amor y la Vida sean la última palabra en el libro de la historia de todos los pueblos de la tierra, porque no hemos nacido para el odio.

ciudadredonda.org


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