Según los pobres adocenados de los religiosos, Dios es infinitamente benevolente. Pero eso sí, si a alguien se le ocurre comer carne en cuaresma, fornicar con quien no debiera o adorar al dios equivocado ya sabe que acabará por toda la eternidad (ríete tú de la cadena perpetua) sufriendo los peores horrores.