La Reina Isabel I de Castilla, la católica, es un ejemplo constante para quien deseé dedicarse a la política y al oficio de gobernar los pueblos, poniendo su inteligencia y su voluntad al servicio de la Sma. Trinidad. Esta grande reina, santa que no ha alcanzado los altares por la manipulación, precisamente de todo lo contrario a su ejemplo, es decir, a la clase política reinante, auténtica kakistocracia en el poder, que no desea ver que sea ver honrado el ejemplo de esta admirable mujer, quien llevó a las Españas (continental y ultramar) al pináculo del mundo, en el buen sentido, en el sentido de establecer el reinado social de Jesucristo en la tierra.
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