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Un Abismo Llama a Otro Abismo

Esta mañana, continué leyendo el Salmo 42, esta vez enfocándome en el versículo 3:

"Mis lágrimas son mi pan de día y de noche, mientras me echan en cara a todas horas: ¿Dónde está tu Dios?"

El tema del Salmo 42, es primeramente sobre la esperanza. Mira, nada más, cuantas veces la palabra esperanza es usada en este corto salmo...

Versículo 5 - "¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!"

Versículo 11 - "¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!"

Pero Romanos 8:24-25 nos dice "pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia." En otras palabras, ¡la esperanza sólo se aplica, cuando aún no tenemos la respuesta! Y ahí es donde la fe, golpea. Por lo cual Hebreos 11:1 (BLS) nos dice:

"Confiar en Dios es estar totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera. Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no podamos verlo."

Esta es la razón por la cual otra frase se repite en el Salmo 42:

Versículo 3 - " Mis lágrimas son mi pan de día y de noche, mientras me echan en cara a todas horas: ¿Dónde está tu Dios?"

Versículo 10 - "Mortal agonía me penetra hasta los huesos ante la burla de mis adversarios, mientras me echan en cara a todas horas: ¿Dónde está tu Dios?"

Cuanto pasamos por sufrimientos, nos es fácil perder el enfoque y ponernos reflexivos. En ese momento, Dios puede parecer lejano. La esperanza parece reducirse a un alfiler.

Aunque ayer fue uno de los días más duros para mi, por lejos, (sintiéndome desanimado por momentos...ecos del Salmo 42 supongo), rápidamente me repuse y así el Salmo 42 significó tanto para mi, nuevamente esta mañana. La fe no es fe, a menos que sea probada (mira 1Pedro1:6-7), a por tanto no seré sorprendido cuando mi fe en el Señor sea probada durante este tiempo.

La respuesta, en el Salmo 42, está en el versículo 8:

"Ésta es la oración al Dios de mi vida: que de día el Señor mande su amor, y de noche su canto me acompañe."

Yo estoy experimentado realmente esta expresión "día y noche" de la presencia de Dios; en el día, experimento su amor de muchísimas maneras, y en la noche, experimento su canción de gratitud y liberación (mira Salmo 32:7).

El versículo 7 del Salmo 42, es el corazón del salmo, y ha sido un versículo muy importante en mi vida por 20 años. Y dice:

"Un abismo llama a otro abismo en el rugir de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas se han precipitado sobre mí."

Un abismo llama a otro abismo. Es la ilustración del rugir ensordecedor de una cascada, en la cual, las aguas caen de arriba y chocan fuertemente con las aguas abajo (Si has estado en las Cataratas del Niágara o en una similar, sabes de lo que hablo). Pero, ¿por qué, ésta es una ilustración de mi experiencia presente?

Creo que la experiencia de un "abismo llama a otro abismo", es lo que permite que el proceso de maduración suceda durante las penosas pruebas de fe. En tiempos de sufrimiento, es común preguntar, ¿Dios, por qué permites que me pase esto? Pero de lo que me he venido a dar cuenta, es que el sufrimiento es realmente parte del proceso de crecimiento. Ah, algunos podrían decir, los sufrimientos son el resultado de nuestras malas decisiones o se deben a juicios de Dios, y esto es verdad. Pero no todos los sufrimientos pueden ser fácilmente considerados de esta manera. Esta es la razón por la cual Romanos 5:3 dice: "Y no sólo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia..."

Una vez, años atrás, cuando estaba haciéndole a Dios la típica pregunta "por qué", el Señor me hablo en el Salmo 42:7. Y esto es lo que quiero compartir contigo ahora, porque esta sencilla revelación es como la viga principal para mí, a través de esta penosa prueba de fe.

El Señor me explicó que hay una profundidad, que es producida por los sufrimientos. ¿Alguna vez haz conocido a una persona superficial- alguien sin profundidad? Cuando atraviesas momentos duros, lo último que quieres es a una persona superficial para que ponga sus brazos alrededor tuyo y trate de animarte, porque sabes que no hay profundidad para experimentar. Sus palabras son sólo palabras. Pero es diferente cuando alguien que sufrió la pena y la pérdida (aún cuando no se trate del mismo dolor y pérdida que tu estás experimentando) te conduela y te da palabras de esperanza. Porque detrás de esas palabras hay una profundidad de experiencia. Su consuelo viene a ser la experiencia de un "abismo llama a otro abismo".

Existen también las amistades profundas que surgen de sufrimientos comunes. Cualquier persona que ha pasado por un profundo sufrimiento siente una unión especial con aquellos que han estado en una situación similar. Piensa en aquellos que vivieron el Holocausto, o los que han soportado una guerra. Esos profundos sufrimientos producen profundas amistades.

Pero me di cuenta de algo que no había entendido antes. ¡Dios es un Dios de profundidades! El ha sufrido más de lo que nos es posible imaginar. Desde el momento de la caída del hombre, ha sido testigo del rechazo de los hombre hacia El, y como si esto no fuera suficiente, El ha visto el resultado de ese rechazo, en las vidas de las personas; dolor, agonía, enfermedades, relaciones rotas, guerras, muerte. Y por encima de todo, El ha llevado en sí mismo todos nuestros sufrimientos. Isaías 53:3-5 nos dice:

"(Jesús) Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos. Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados."

Jesús, voluntariamente, entró en intenso sufrimiento para mi bien (la palabra "insoportable" viene del Latín "por la cruz"). Así el sufrimiento por el cual yo estoy pasando ahora, no puede ser comparado con la gran profundidad del sufrimiento que Dios, ha experimentado.

Y conforme Dios entra en relación conmigo, un "Abismo llama a otro Abismo". En otras palabras, la profundidad del corazón de Dios llama a la profundidad de mi corazón, y viceversa. Las profundidades no pueden llamar a lo superficial. Y por tanto, ¿he de sorprenderme, de que Dios permita el sufrimiento para hacerme madurar, para hacerme más profundo? Y ¿he de sorprenderme, que en este tiempo de sufrimiento, pueda descubrir a Dios de maneras que nunca lo había hecho antes?

Ahora, no estoy diciendo que deberíamos tener complejo de mártir. Jesús no fue un mártir. La cruz no fue el final, sino simplemente la camino a la resurrección. De la misma manera, se que Dios me liberará. Hay una victoria al final de la prueba. Pero aún sabiendo esto, no quiero acortar el proceso de la obra de Dios en mi vida. Aunque, igual que el salmista, a menudo, clamo," ¡No te tardes, Dios mío!" (ver Salmo 40:17), también, se que estos tiempos son demasiado preciosos (no el sufrimientos propiamente dicho, sino la relación que experimento con el Señor en medio del sufrimiento). Al final de mi prueba, diré: "¡no querré pasar por esto nunca mas!" Pero al mismo tiempo, diré también, "¡no quites esta prueba de mi, porque ahora soy lo que soy, por lo que he pasado con Dios!" (ver 1Corintios 15:10).

Por esto, creo que 1Pedro 1:6-7 dice:

"Esto es para ustedes motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo. El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele."

Hay un "oro" que está siendo refinado por mi fe, durante esta prueba - el oro del alma que llevaré conmigo a la eternidad, una profundidad que determinará mi vida para siempre. Pero no únicamente tengo la profundidad de mi madurez, edificada en mi carácter, también experimento las profundidades en Dios, que nunca podría haber experimentado de otra manera. Y así, por esta razón, digo:

"En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!"



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