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Meditaciones en la aflicción - John Flavel

2 Corinitos 1:3

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación,

En las providencias tristes que nos afligen, veamos también a Dios como autor de ellas. Considera, en primer lugar, que Dios es soberano e infinitamente superior a ti. Tú y todo lo que tienes llegó a existir porque le plació, y es natural que estemos en sumisión a su voluntad. Su soberanía se muestra gloriosamente en sus eternos decretos y en sus providencias temporales. Podía habernos colocado como una lombriz o el más miserable entre los seres humanos. Podríamos habernos perdido por la eternidad y ser desgraciados para siempre. ¿No nos calmará esto bajo las aflicciones comunes de esta vida?

En segundo lugar, pon ante tus ojos la gracia y bondad de Dios. Visualiza como pasa delante de ti y proclama su nombre "El Señor, compasivo y clemente". Estas son dos misericordias que en ocasiones se ven eclipsadas por la oscura aflicción que recae sobre los santos en sus preocupaciones temporales, es decir, la clemencia en este mundo y la compasión que salva en el que vendrá. Si el Señor nos ha quitado algo, podía haberlo quitado todo. ¿Somos afligidos? es una misericordia el no haber sido destruidos. Si consideramos las misericordias temporales y espirituales, las admiraríamos en lugar de quejarnos por su severidad.

En tercer lugar, observa la sabiduría de Dios en todas tus aflicciones. el tipo de aflicción, el que sea esta y no otra, el momento, que sea ahora y no en otra época. El grado, que sea solo en esta medida, y no en un grado mayor. Los apoyos, que no quedes sin ninguna ayuda. El resultado, que son por tu bien, y no para arruinarte. En esto veremos grandes motivos para tener calma y estar bien satisfechos bajo la mano de dios.

En cuarto lugar, veamos la fidelidad del Señor ante nosotros bajo la más triste providencia, y su completa suficiencia. Veamos que hay suficiente en Él, a pesar de lo que se haya ido. Su fuente siempre está llena. Mira hacia Él que es la roca de los siglos, siempre la misma. ¡Dios sigue siendo lo que era, y sigue estando donde estaba!

-John Flavel


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