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Leyendo palabra en su presencia


1 Tesalonicenses 2:13

Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.

Cuando escuchas o lees la palabra de Dios, disponte de manera seria en la presencia de Dios. Dios se sienta ante ti en su palabra, y te ofrece vida o muerte, bendición o maldición, su infinito favor o furia, cielo o infierno; y, amigo, ¿hemos de jugar con estas cosas? Cuando Cornelio escuchó a Pedro dijo: "estamos aquí presentes delante de Dios, para oír todo lo que el Señor te ha mandado". Cuando el corazón es impresionado con la conciencia de la divina presencia, las puertas de hierro de nuestros oídos se abren y conceden a la palabra entrada libre. Hemos de prestar atención con diligencia a las palabras de Dios, de cuyo aliento dependen la vida y la muerte. Erasmo dijo "Se recibe poco bien de las Escrituras si las escuchamos descuidadamente, pero si se escuchan desde la conciencia y en la presencia de Dios, encontraremos tanta eficacia en ella como no puede encontrarse en ningún otro libro". Disponernos seriamente como estando en la presencia de Dios es como el fuego de un herrero en el hierro para darle forma y golpearlo mientras está caliente. Los tesalonicenses recibieron el mensaje de Pablo como la misma palabra de Dios. Cuando Senacleo escuchó predicar a Darío el martir, escuchó como le predicaba el mismo Espíritu Santo. El gran plan del diablo es dejar la palabra sin fruto a menos que las fortalezas de su reino sea destruidas. Como un carcelero, dejará las manos libres mientras las puertas de la prisión estén cerradas. Te dará libertad para realizar actos de caridad siempre y cuando tus oídos y corazón estén bien cerrados con llave. Cristo espera en la puerta de tu oído para tener acceso a tu corazón y librarte a ti, pobre cautivo, de sus manos. El diablo buscará obstaculizarte de escuchar como en la presencia de Dios, encontrándote otro trabajo para hacer. Te pondrá a jugar o ocuparte en algún negocio u otro para evitar que escuches con corazón serio, como a la vista de Dios.

-George Swinnock


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