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LAS ENSEÑANZAS ORIGINALES DE JESÚS EL CRISTO

LAS ENSEÑANZAS ORIGINALES 
DE JESÚS EL CRISTO




Todo el conocimiento que el Creador impartió a las personas encarnadas, a través de Sus Mensajeros (llamados en diferentes idiomas como Mesías, Cristo o Avatar), durante toda la historia de la existencia de la humanidad en la Tierra, puede ser denominado con el término cristianismo.

Sin embargo, históricamente este término se usó, en primer lugar, para referirse a las Enseñanzas acerca del Camino hacia la Perfección dejadas a nosotros por Jesús el Cristo.

Lamentablemente, estas Enseñanzas han sido demasiado simplificadas en muchos aspectos y numerosas veces tergiversadas por la ignorancia humana, convirtiéndose a veces en un anticristianismo. Algunos ejemplos de esto son la «santa» inquisición, las cruzadas y otras guerras de conquista desencadenadas por los países «cristianos», la inculcación del odio, de la agresividad y de la crueldad hacia los «heterodoxos» bajo el lema de «luchar por la "santa" fe», etc.

Por lo tanto, debemos distinguir las verdaderas Enseñanzas de Jesús el Cristo de las falsas creencias que aparecieron a lo largo de la historia de la humanidad y que a veces también son llamadas «el verdadero cristianismo».

Esta página web describe cómo Jesús el Cristo, Sus Discípulos-Apóstoles más íntimos y algunos Guerreros Espirituales Que cumplieron totalmente las Enseñanzas de Jesús entienden el Camino espiritual.

Este Camino consta de los siguientes tramos:

El primero es asimilar el conocimiento acerca de qué es Dios, qué es la Evolución de la Conciencia Universal, en qué consiste el significado de la vida humana y cómo cada uno puede realizarlo de la mejor manera.

El segundo tramo es igualar las propias características éticas (las cualidades del alma) con el patrón de la impecabilidad propuesto por Dios.

El tercero es desarrollarse como un alma o conciencia mediante las técnicas meditativas esotéricas para lograr el nivel en el que sea posible conocer directamente tanto a los Representantes Divinos no encarnados del Creador como al Creador Mismo y después unirse con Él.

Invocacion de Jesus el Cristo 
a los creadores de esta pagina web

—¡Cada uno de ustedes debe vivir de tal manera que a través de ustedes, a través de sus cuerpos, su estilo de vida, sus palabras, pensamientos, libros y películas, las personas que accedan a todo esto aprendan a amar a Dios!

¡Es muy importante enseñar a las personas a amar y a dirigir su amor hacia Dios, por lo menos, al principio una parte de su amor! Pues ¿quién va a querer dedicar su vida a Dios, a Su Evolución si no Lo ama?

¡Es importantísimo despertar y cultivar el amor hacia Dios tanto en aquellos que inician su Camino espiritual como en las almas ya grandes y fuertes!

La comprensión completa de que existe un significado para la vida, de que el Padre Divino es real y la Unión con Él es alcanzable pueden tenerla solamente aquellas personas que ya se han enamorado de Dios y de Su Creación. Para los que no conocen el amor todavía, todo esto será solamente una información inútil.

¡Es posible conocer a Dios únicamente a través del amor hacia Él!

El amor es una emoción. Pero también es el espíritu de sacrificio, es decir, la disposición para dar, para consagrar la propia vida, el propio cuerpo, los pensamientos y las obras al objeto de amor. ¡Que así sea en el caso del amor hacia Dios también!

¡Vivir para Dios, solamente para Dios! ¡Sólo de tal sacrificio y de tal entrega nace la unión del fuego del alma humana con el Fuego Divino, Fuego Celestial, Fuego Creador!

¡El Fuego Divino es el aspecto creativo de Dios! ¡Este es el Amor Que es el Poder del Padre!


Dios Padre

«(…) Existe (…) sólo Él, Único (…). Él ha existido desde la eternidad y Su existencia no tendrá fin.

ȃl no tiene igual ni en el Cielo ni en la Tierra.

»El Gran Creador no ha compartido Su Poder con nadie, (…) Él es el Único Que posee la omnipotencia» (La Vida de San Issa, 5:16-17).

«El Eterno Legislador es uno; no hay ningún otro dios más que Él. Él no ha dividido el mundo con nadie ni tampoco conversa con nadie sobre Sus intenciones» (La Vida de San Issa, 6:10).

«(…) El Señor nuestro Dios (…) es todopoderoso, omnisciente y omnipresente. Él es Quien posee toda la sabiduría y todo el conocimiento. Es Él a Quien ustedes deben dirigirse para obtener el consuelo en sus aflicciones, la ayuda en sus obras y la curación de sus enfermedades. Quienquiera que recurra a Él no será rechazado.

»Los secretos de la naturaleza están en las manos de Dios, porque aun antes de que apareciera, el mundo (ya) existía en la profundidad del pensamiento Divino y se hizo material y visible por la Voluntad del Altísimo.

»Cuando ustedes quieran dirigirse a Él, vuélvanse de nuevo como niños*. Pues ustedes no conocen ni el pasado, ni el presente, ni el futuro, mientras que Dios es el Señor de todos los tiempos» (La Vida de San Issa, 11:12-15).

«(…) (Él) es el Soberano que no tiene nada por encima. Es Dios verdadero y Padre de todo, el Espíritu invisible, Que Quien está por encima de todo, Quien es indestructible, Que Quien está en la pura Lluz Pura y a Quien ningún ojo* puede ver.

»Él es el Espíritu invisible. No es correcto pensar en Él como en dioses o en algo similar. (…) Todo existe dentro de Él. (…) Él es ilimitado, debido a que no existe nada fuera de Él que Lo limite. (…) Él es inmensurable, debido a que no hubo nadie ante Él que Lo midiera. (…) Es eterno y existe eternamente (…). Es incorpóreo (…). No hay ninguna manera de decir cuál es Su cantidad (…). Él no está contenido en el tiempo (…).

»Él es la Vida Que da la vida. Él es el Éxtasis Que da el éxtasis. Él es la Sabiduría Que da la sabiduría. Él es el Amor Que da el amor y la salvación.

»Él permanece inmóvil, en silencio y tranquilidad. (…) Él dirige Sus deseos a través de Su Flujo de Luz. Es la Fuente de este Flujo de Luz (…)» (El Apócrifo de Juan*, 2:1-3:2).

«Éste es el mensaje que hemos oído de (…) (Jesús) y que anunciamos a todos: Dios es Luz, y en Él no hay ninguna oscuridad» (1 Juan 1:5)*.

* * *

La mayoría de estas palabras de Jesús no fueron incluidas en el Nuevo Testamento por los líderes eclesiásticos al final del siglo IV después de la venida de Jesús a la Tierra, y esto predeterminó la desviación de la mayoría de los cristianos del monoteísmo. Ellos casi se han olvidado de Dios Padre, aunque Él y el Camino hacia Él eran los temas principales de las prédicas de Jesús. Por esta razón los puntos de vista ontológicos, gnoseológicos y metodológicos de muchos cristianos se volvieron inconsistentes.

Es más, en Rusia apareció la representación antropomorfa* de Dios Padre típica del paganismo. Un ejemplo de esto es el icono «La Trinidad», en el cual se representa a Dios Padre como un anciano sentado sobre una nube y a Jesús sentado a Su derecha. Así muchas personas, sin reflexionar bien, creen en lo siguiente: «Creo (…) en el Señor Jesús Cristo (…) sentado a la derecha del Padre (…)».

Pero Dios Padre no es un anciano que vuela. Él es la Conciencia Primordial inmensurable por Su grandiosidad, Conciencia que llena el espacio universal entero en Su Morada y Que no es antropomorfa de ninguna manera. Dios Padre es realmente infinito. ¿Entonces cómo es posible sentarse a la derecha del Infinito?

Posiblemente, alguien deseará culparme del «intento de destruir los fundamentos». Pero miren lo que Jesús el Cristo, el fundador del cristianismo, dice sobre Dios Padre! ¿O será que Él no entendía correctamente la esencia del cristianismo?

Además, el estudio práctico de la estructura de Dios demuestra que Jesús tenía razón.

Los discípulos más cercanos de Jesús durante Su vida terrenal, Sus Apóstoles, también dicen lo mismo, así como todos los otros Espíritus Santos.*


Su Evolución y nosotros

Nosotros, habitantes de la Tierra, estamos acostumbrados a medir el tiempo en días (períodos de la rotación de la Tierra alrededor de su eje), subdivididos en horas, minutos y segundos, y también en años (períodos de la rotación de la Tierra alrededor del Sol), subdivididos en meses y semanas.

Él —universal— tiene un modo diferente de medir el tiempo. Para Él el tiempo es medido en Manvantaras* que constan de muchos millones de años terrenales.

¿Qué parte del universo abarca un Manvantara? ¿Quién lo sabe, salvo Él? Esto para nosotros no tiene ninguna importancia.

Un Manvantara es un ciclo de desarrollo que consta de una fase «manifestada» y una «no manifestada». La primera empieza con la «creación del mundo» y termina con el «fin del mundo». Durante la segunda fase, no existe la Creación, sino sólo el Creador y el «material de construcción» para las nuevas Creaciones.

Al comienzo de cada ciclo mencionado, Él crea gradualmente (materializa) un sustrato denso o, en otras palabras, la materia de los planetas. Después minúsculas partículas de energía «se siembran» en algunos de estos planetas. Estas partículas empiezan a evolucionar encarnándose en los cuerpos materiales de los minerales, luego en los cuerpos materiales de las plantas, de los animales y de los humanos. Así, estas partículas deben desarrollarse hasta tal grado de perfección que puedan unirse con el Creador enriqueciéndolo consigo mismas. Él dirige el proceso de su desarrollo dándoles cierto grado de libre albedrío, es decir, la posibilidad de tomar decisiones pequeñas y grandes en las situaciones educativas creadas por Él, la posibilidad de escoger su propio camino. De hecho, nosotros tenemos la posibilidad de escoger el camino de la Evolución o de la involución.

Él nos ama como a Sus hijos y nos ofrece constantemente nuevas oportunidades para tomar decisiones correctas, y nosotros las aceptamos o las rechazamos.

Entre otras cosas, Él nos dio libros Sagrados que contienen instrucciones acerca de cómo debemos vivir. Si las seguimos, llegamos a ser más perfectos y nos acercamos a Él. Si no, es posible que incluso nos alejemos del Creador. El dolor y el sufrimiento son los medios con los cuales Él nos indica nuestros errores. En cambio, el aumento de la felicidad debido a la sensación del acercamiento a Él es lo que indica nuestro progreso.

Debemos tratar de llegar a ser perfectos «así como (…) (nuestro) Padre Celestial es perfecto» (Mateo 5:48) y unirnos con Él lo más pronto posible. Él nos llama a Su Morada, al Éxtasis Supremo de la existencia en Él, en Unión con Él. «¡Bienaventurados ustedes que han conocido la tentación y han huido (de ésta)! ¡Bienaventurados ustedes que son difamados y rechazados a causa del amor que su Señor tiene por ustedes! ¡Bienaventurados ustedes que sufren y que son torturados por aquellos que no tienen esperanza (de salvación)! ¡Ustedes, en cambio, serán liberados de todas las cadenas! Velen y rueguen por no tener que entrar (de nuevo) en la carne, sino salir de las cadenas del sufrimiento de esta vida (terrenal). (…) ¡Y cuando ustedes salgan de los tormentos y sufrimientos del cuerpo, obtendrán su reposo (…) y reinarán con el Rey después de llegar a ser Uno con Él y Él será Uno con ustedes de hoy en adelante, por los siglos de los siglos! Amén» (El Libro de Tomás el Contendiente, 9:2-45).

Para perfeccionarnos más rápidamente en nuestro Camino hacia Dios, podemos intentar enamorarnos de Él. «(…) Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda el alma, con toda tu mente y con toda tu fuerza (…)» (Marcos 12:30). Pues son las emociones del amor que atraen y unen una conciencia humana con otra conciencia humana y una conciencia humana con la Conciencia de Dios.

* * *

En el año 553 los líderes de las comunidades cristianas establecidas en aquel tiempo se reunieron en un concilio y decidieron por una mayoría excluir de las Enseñanzas de Jesús aquella parte que explicaba el significado de la existencia de las personas y de otros seres vivos en la Tierra desde el punto de vista evolutivo. De esta manera, dichas Enseñanzas perdieron su integridad y carácter lógico. Entonces, para encontrar las respuestas a las preguntas que les surgían naturalmente, las personas empezaron a fantasear. Por ejemplo, ellos asumieron que la causa de nuestro sufrimiento en la Tierra son los pecados heredados de Adán y Eva, y que, por lo tanto, somos pecadores sin esperanza alguna, de manera que ningún esfuerzo por el autoperfeccionamiento nos puede ayudar ni es necesario, sino que, más bien, puede inducirnos al pecado del orgullo. Lo único que podemos hacer, según ellos, es seguir orando a los «santos» y a la virgen María pidiéndoles que oren a Jesús el Cristo por nosotros, y entonces Él, probablemente, tendrá misericordia y nos enviará al paraíso en vez del infierno.

No obstante, tales creencias no pueden salvar a nadie del infierno, dado que son diametralmente opuestas a las Enseñanzas de Jesús, Quien nos exhortó a hacer esfuerzos para nuestro autoperfeccionamiento. Él dijo: «(…) el Reino de Dios es anunciado (por Mí), y (sólo) aquel que se esfuerce entrará en Él» (Lucas 16:16). Tampoco Jesús nos llamó a volver al paganismo.

Continuaremos examinando este asunto en los siguientes capítulos, pero ahora permítanme darles unos ejemplos de lo que Jesús dijo con respecto al desarrollo de un alma durante sus encarnaciones consecutivas.

Mirando una interpretación de cantantes talentosos, Él explicaba a Sus discípulos: «¿De dónde vienen sus talentos y capacidades? Sin duda, ellos no pudieron adquirir semejante perfección de voz y conocimiento de las leyes de la armonía durante una sola corta vida. ¿Es un milagro? No, todo tiene su origen en las leyes naturales. Hace muchos miles de años, estas personas ya empezaron a desarrollar la armonía y (estas) cualidades. Y ellas vinieron otra vez para aprender más (…)» (Evangelio Tibetano).

Cuando los discípulos Le preguntaron por Juan el Bautista, Jesús les contestó: «Y si quieren aceptarlo, él es Elías, el que había de venir. El que tenga oídos para oír, que oiga» (Mateo 11:14-15). En otra ocasión dijo: «(…) Elías ya vino, pero no lo reconocieron (…). Entonces los discípulos entendieron que les estaba hablado de Juan el Bautista» (Mateo 17:11-13).

Según Jesús, entre una y otra encarnación, las almas humanas virtuosas resucitan en el mundo no material y «(…) no se casan ni se dan en matrimonio, sino que son como ángeles de Dios en el Cielo» (Mateo 22:30).

En el transcurso de muchas encarnaciones, una persona se desarrolla según tres direcciones principales: la dirección intelectual, la dirección ética y la dirección psicoenergética, con la particularidad de que el desarrollo del intelecto es el más difícil de realizar y el que más tiempo insume.

Las diferencias entre los niveles intelectuales de las personas son muy conocidas. Por ejemplo, la psiquiatría clasifica a la gente en diversas categorías: idiotas, imbéciles, débiles mentales, personas con imbecilidad «fisiológica» (otro nombre de este fenómeno es «estupidez fisiológica»), personas con serios defectos mentales (demencia parcial, esquizofrenia parcial, paranoia parcial, etc.) y las demás personas.

Estas diferencias también se manifiestan claramente en el ámbito religioso.

Así, algunas personas sólo son capaces de hacer movimientos rituales y mendigar diversos bienes para sí durante la oración. En Rusia, por ejemplo, se usa ampliamente la siguiente expresión: «orar hacia algo». Esto significa dirigir la mirada hacia algún objeto de valor ritual y hacer movimientos rituales estandarizados.

Las personas de un nivel intelectual más elevado ya son capaces de estudiar la Voluntad de Dios y realizar el trabajo correspondiente de autoperfeccionamiento, principalmente en el aspecto ético.

También están aquellos que pueden abarcar la profundidad entera del conocimiento sobre Dios y, a través del trabajo abnegado, asemejarse a Él y unirse con Él terminando de esta manera su evolución personal.

La causa de estas diferencias entre las personas no está sólo en las peculiaridades del desarrollo intrauterino, ni en las enfermedades de la niñez, ni aun en la educación, sino, primeramente, en las edades evolutivas de las almas y en los esfuerzos que estas almas ya hayan hecho para su autotransformación.


Proceso de la creación. 
Multidimensionalidad 
del espacio

Durante la fase «no manifestada» de un Manvantara existen sólo el Creador y el «material de construcción» para la materia y para las almas*. El proceso de creación empieza con las condensaciones locales de protoprakriti. A partir de esta última debe formarse un sustrato denso para que sea posible la vida de los cuerpos orgánicos sobre éste. «(…) Ella salió, ella se manifestó, ella apareció ante Él en el brillo de Su Luz (…). Ella se convirtió en el vientre materno (…)» (El Apócrifo de Juan, 4:25-5:5).

Por supuesto, el proceso de la «creación del mundo» no duró días, sino épocas. Los seis «días» de la «creación del mundo» son un ejemplo de una traducción incorrecta de la Biblia. (Si suponemos que éstos fueron días en el sentido usual de esta palabra, tendríamos que admitir que desde el principio del proceso de creación transcurrieron solamente 7500 años. No obstante, los datos arqueológicos indican que las personas han existido en la Tierra durante aproximadamente un millón de años o más).

En el Evangelio de Felipe las dimensiones espaciales se denominan con la palabra griega «eones».

Es imposible explicar cabalmente la naturaleza de una estructura multidimensional, como es la Tierra por ejemplo, con palabras. Sólo podemos decir que en la profundidad debajo de cada objeto material, incluyendo nuestros cuerpos, yacen estratos de Luzcada vez más sutil, pura, tierna y lúcida. Es posible conocer estos estratos solamente a través de los métodos especiales para el desarrollo de la conciencia. Este es el Camino de la refinación gradual de la conciencia, de su «fortalecimiento» y «cristalización» en cada uno de los niveles logrados. Es el Camino hacia el conocimiento del Creador.

En cuanto al «fin del mundo», es el proceso inverso durante el cual la Creación se desintegra.

* * *

«Él lo quiso y el mundo (de la Creación) apareció. Con un pensamiento Divino, Él juntó las aguas y separó de éstas la porción seca del globo. Él es la causa de la vida misteriosa del hombre (es decir, de su forma corpórea), en quien Él insufló una parte de Su Ser» (La Vida de San Issa, 5:18).

«(…) Él es Vida Que da la vida (…)» (El Apócrifo de Juan, 4:1).

«(…) (Él) existía antes del principio de todo (en la Creación) y existirá después del fin de todo» (La Vida de San Issa, 8:6).


Espíritu Santo

El Espíritu Santo es el Creador Que se manifiesta en la Creación a través de los Adeptos espirituales Que se han unido con Él y han alcanzado la Autorrealización total (o Realización de Dios) y también a través de Aquellos Que no han entrado todavía en la Morada del Creador, pero han alcanzado la Unión con el Espíritu Santo.

El Espíritu Santo dirige la actividad de otros espíritus que se encuentran en etapas más tempranas de su desarrollo evolutivo. Él también dirige a los practicantes espirituales que están progresando en el Camino dándoles, por ejemplo, la información profética. Jesús dijo sobre esto lo siguiente: «Pero cuando Él, el Espíritu de la Verdad, venga, los guiará a toda la verdad, porque no hablará por Su propia cuenta, sino que dirá lo que oiga (del Padre y de Jesús) (…)» (Juan 16:13).

Mucho antes de que Jesús dijera estas palabras, el Espíritu Santo participó en la preparación de Su venida a la Tierra (Mateo 1:20) dando a las personas las señales milagrosas de Su misión especial (Lucas 2:25-35; 3:21; Mateo 3:16) y después el Mismo Espíritu Santo participó en la organización del trabajo de Jesús en la Tierra (Lucas 4:1).


Cielo físico y los Cielos

¿Dónde vive Dios? ¿Dónde podemos encontrarlo? Una mayoría aplastante de personas involucradas en formas primitivas de religión contestaría a esta pregunta señalando hacia arriba. Hacia allí ellas también dirigen sus ojos y manos al orar.

¿De dónde nació la convicción de que Dios está arriba? Quizás, sea porque en la superficie de la Tierra uno ve sufrimientos y tentaciones; en cambio, allá, en el cielo, están las nubes tranquilas en la lejanía azul interminable, la caricia del Sol, el misterio de la Luna y de las estrellas distantes.

Pero Jesús se rió de tales deducciones: «Si aquellos que les guían les dicen: "¡Miren, el Reino (de Dios) está en el cielo!", entonces las aves del cielo les tomaron la delantera a ustedes.

»(…) Mas el Reino está dentro de ustedes y fuera de ustedes» (El Evangelio de Tomás, 3).

«El que busca no debe dejar de buscar hasta que encuentre. Y cuando encuentre, ¡se emocionará, (…) se maravillará y (estableciéndose en el Reino) reinará sobre todo!» (El Evangelio de Tomás, 2)

Así, en primer lugar, ¿qué significa «dentro de ustedes y fuera de ustedes»? Y, en segundo lugar, ¿por qué aquel que encuentre el Reino «se emocionará» y «se maravillará»?

Nosotros ya hemos examinado la naturaleza multidimensional de la Creación. Todas las dimensiones espaciales existen directamente aquí, en la profundidad multidimensional debajo de cualquier objeto material, sea una tetera, una plancha, nuestro planeta o el cuerpo de cada uno de nosotros. Y lo mismo pasa con cualquier espacio donde no hay ningún objeto denso, sino sólo aire. Esto es lo que significa «dentro y fuera de nosotros».

Por eso, para encontrar la Morada del Creador, el practicante no debe empezar su búsqueda arriba, sino en lo profundo de sí mismo. Al principio, lo debe hacer dentro del propio cuerpo, transformando su esfera emocional a través de renunciar a los estados emocionales groseros (primeramente, todas las formas de enojo, envidia, celos, etc.) y a través de cultivar los estados sutiles (primeramente, todas las formas de amor emocional, tales como la ternura, la caricia, la facultad de admirar la belleza y de sintonizarse con ésta, etc.). Normalmente, es posible obtener este resultado sólo mediante la limpieza y el desarrollo de los chakras.

La siguiente etapa de la refinación de la conciencia ocurre en el corazón espiritual localizado en el chakra anahata dentro del cuerpo. Este chakra es como una cavidad amplia dentro de la caja torácica, cavidad que existe en dimensiones espaciales sutiles. El corazón espiritual es un órgano bioenergético que produce emociones de amor. La facultad de trasladar la concentración de la conciencia al corazón espiritual le permite a uno, entre otras cosas, establecerse en un mundo de luz y amor.

Jesús dijo sobre esto lo siguiente: «Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios» (Mateo 5:8). «Entren en su templo, en su corazón, ilumínenlo con buenos pensamientos, con la paciencia y confianza inquebrantable que ustedes deben tener en su Padre» (La Vida de San Issa, 9:12).

Después de la purificación del chakra anahata con la ayuda de los métodos especiales*, será muy fácil limpiar e iluminar el organismo entero. Éste debe volverse tan puro que se vea transparente si lo miramos con la visión espiritual.

Después de purificarse de esta manera, el practicante adquiere la facultad de ver la Conciencia Divina, pero no con los ojos de su cuerpo, sino con la visión de la conciencia, siendo de notar que esto se hace dentro del corazón espiritual que se expande gradualmente.

Ahora volvamos al tema principal de este capítulo, que es el cielo físico y los Cielos.

No es por casualidad que en algunos idiomas se use una palabra para el cielo físico, mientras que para los Cielos no materiales, otra (por ejemplo, sky y Heaven en inglés; nebo y Nebesa en ruso). Confundir estos dos términos es una equivocación que se comete debido a la ignorancia religiosa.

Los Cielos son los eones más sutiles y aunque estos eones están por todas partes —sobre nuestras cabezas también— no sirve de nada mirar intensamente arriba o incluso volar allí en busca de éstos. Dios en el aspecto del Creador y del Espíritu Santo está presente en las dimensiones espaciales más sutiles que no pueden ser vistas por los ojos del cuerpo. Es posible ver al Creador sólo con los ojos de la conciencia después de refinarse a uno mismo (como conciencia) hasta Su nivel de sutileza.

* * *

«¡No todo el que Me dice: "¡Señor, Señor!", entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la Voluntad de Mi Padre Que está en los Cielos!» (Mateo 7:21)

«¡Entren por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ésta! ¡Pero angosta es la puerta y estrecho el Camino que lleva a la (Verdadera) Vida, y pocos son los que la encuentran!» (Mateo 7:13-14)

«(…) ¡Quien busca encontrará y al que llama se le abrirá!» (El Evangelio de Tomás, 94)


Infierno y paraíso

Aparte de los eones de los «Cielos» anteriormente mencionados y el plano material, existen otras dimensiones espaciales que se encuentran en el otro extremo (con relación al Creador) de la escala de sutileza-grosería. Estas dimensiones son los estratos del infierno.

Uno puede experimentarlos en ciertos sitios de podernegativos.

Los sitios de poder [7] se caracterizan por el predominio en éstos de uno u otro tipo de energía de los mundos no materiales que influye sobre el estado de los seres encarnados, incluyendo a las personas.

Los sitios de poder se clasifican en positivos y negativos según su influencia positiva o negativa, respectivamente. Existen sitios de poder positivos, sumamente favorables para diferentes tipos de trabajo espiritual o para la sanación. En cambio, algunos sitios de poder negativos permiten conocer la vida en diversas variantes del infierno.

Las dimensiones de los sitios de poder pueden variar desde un metro hasta muchos kilómetros.

Para nosotros es fundamental entender ahora qué es lo que determina el estado de una persona y la dimensión espacial —paradisíaca o infernal— en la cual esta persona se encontrará después de la muerte de su cuerpo material. La respuesta es muy simple: una persona permanece en el «otro mundo» en el mismo estado de la conciencia al cual se acostumbró mientras vivía en su cuerpo material y seguirá en ese estado hasta su próxima encarnación, es decir, durante centenares de años normalmente. ¡Por eso es tan importante aprender a controlar las propias emociones y no vivir como un animal reaccionando de manera refleja a los factores exteriores agradables y desagradables y a los impulsos que vienen de la profundidad del propio cuerpo!

Todos los estados emocionales pueden clasificarse según la escala de sutileza-grosería.

Los estados más groseros son el odio, la furia, el enojo, el horror, el miedo, la desesperación, la ansiedad, los celos, la tristeza, el resentimiento, la sensación de estar oprimido por alguien, el pesar de la separación, etc.

Los estados de rango medio son la prisa, la impaciencia, la excitación por el trabajo o deporte, la lujuria sexual (deseo apasionado), etc.

Los estados elevados de la conciencia son la ternura (incluyendo la sexualmente coloreada) y los estados que surgen cuando uno se sintoniza con los fenómenos armoniosos de la naturaleza (por ejemplo, la mañana, la primavera, la comodidad, la calma, las canciones de los mejores pájaros cantores, los juegos de los animales, etc.) o con las obras correspondientes de diversos géneros de arte.

También existen los estados de la conciencia aún más elevados que no están entre las emociones terrenales y que no pueden ser provocados por ninguna cosa terrenal. Estos estados pueden conocerse únicamente en las meditaciones más altas de Unión con los Espíritus Santos y con Dios Padre en Su Morada.

Cada uno de los tres grupos de estados mencionados tiene su propio nombre. El primer grupo se llama tamas, el segundo (intermedio), rajas y el tercero, sattva. Tamas, rajas y sattva son cualidades terrenales y se denominan gunas, mientras que las categorías más altas son «superiores a las gunas».

Haciendo esfuerzos espirituales, una persona puede ascender de una guna a otra y a los niveles más altos. Pero también puede descender.

Debemos tener en cuenta que en este caso no se trata sólo de una facultad de experimentar unas u otras emociones, sino de los estados habituales de la conciencia. El estado que sea habitual para una persona en el momento en el que ella se separa de su cuerpo material es lo que determina su destino, posiblemente, por centenares de años.

Pensemos si quisiéramos quedarnos por tan largo tiempo en los estados del primer grupo entre seres semejantes. Esto es lo que constituye el infierno.

Además, es una equivocación culpar a otras personas o a las circunstancias por nuestras emociones negativas. Pues nosotros mismos nos sintonizamos con estas personas malas o circunstancias en vez de sintonizarnos con Dios y con lo Divino, lo que puede salvarnos del infierno.

El apóstol Pablo habló así sobre esto: «(…) ¡Aléjense del mal, apéguense al bien!» (Romanos 12:9)

Con el mismo propósito es fundamental observar también los siguientes principios:

«¡Amen a sus enemigos! ¡Bendigan a los que los maldicen! ¡Hagan el bien a los que los odian y oren por aquellos que los ultrajan y los persiguen! (…)» (Mateo 5:44)

«¡Reconcíliate con tu adversario pronto! (…)» (Mateo 5:25)

«¡Bienaventurados los pacificadores! (…)»* (Mateo 5:9)

«(…) No te resistas a una persona mala. Por el contrario, si alguien te abofetea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Y si alguien te pone pleito para tomar tu túnica, déjale también la capa. Y si alguien te obliga a caminar con él una milla, ve con esta persona dos» (Mateo 5:38-41).

«¡No juzgues! (…)» (Mateo 7:1)

«(…) ¡No condenes! (…)» (Lucas 6:37)

«(…) ¡No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma! (…)» (Mateo 10:28)

«(…) A todo el que te pida, dale, y al que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames» (Lucas 6:30).

«¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que lo demuestre con su buena conducta y con su sabia mansedumbre. Pero si tienen amarga envidia y carácter pendenciero (en lugar de amor), no se jacten ni mientan contra la verdad. ¡Esta "sabiduría" no es la que viene de lo alto, sino que es terrenal, (…) diabólica (…)!» (Santiago 3:13-15)

«¡Quien dice que está en la luz y odia a su hermano, está todavía en la oscuridad!» (1 Juan 2:9)

«¡Bendigan a los que los persiguen, bendigan y no maldigan! (…)

»¡No paguen a nadie mal por mal, pero procuren hacer el bien delante de todos!

»¡No tomen venganza! (…)

»Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber (…).

»¡No seas vencido por el mal! ¡Por el contrario, vence el mal con el bien!» (Romanos 12:14-21)

«Y tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? (…) ¡Cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí! ¡Así que no nos juzguemos más los unos a los otros! ¡Más bien, procuremos no poner algún tropiezo u ocasión de caer al hermano!» (Romanos 14:10-13)

«(…) ¡Si alguien es sorprendido en algún pecado, ustedes, que son espirituales, restáurenlo con espíritu de mansedumbre. ¡Pero cuídese cada uno de no ser tentado también!» (Gálatas 6:1)

«¡Que ninguna palabra corrompida salga de sus bocas, sino sólo la que sea buena (…), que imparta gracia a los oyentes!» (Efesios 4:29)

«(…) ¡Abandonen (…) ira, rabia, maldad, maledicencia y el lenguaje obsceno!» (Colosenses 3:8)

«¡No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto! (…)» (1 Pedro 3:9)

«(…) ¡Quien odia a su hermano está en la oscuridad, y anda en la oscuridad, y no sabe adónde va, porque la oscuridad ha cegado sus ojos!» (1 Juan 2:11)

«Tales acciones no ayudarán a su salvación, sino que les llevarán al estado de degradación ética, en el cual el robo, la mentira y el asesinato son considerados como actos valientes.

»Con todo, hay un milagro que cada uno puede realizar. Es cuando esta persona, llena de una fe sincera, decide erradicar (dentro de sí) (…) todos los pensamientos malos y abandona los caminos de iniquidad con el fin de alcanzar la meta» (La Vida de San Issa, 9:17; 11:8).

Posiblemente, alguno de los lectores pueda objetar: «¡Pero es egoísmo apartarse del mal y preocuparse sólo por la propia salvación! ¿Y qué, dejamos a la gente malvada seguir haciendo lo mismo?».

Usted está equivocado. En este caso, estamos hablando primeramente sobre los estados de la conciencia, y cabe destacar que, si es nuestro deber, podemos luchar contra los delincuentes, contra la conducta humana más abominable sin odio, ira o aversión, permaneciendo, por el contrario, en un estado de tranquilidad emocional y de sintonización con lo Divino. En cambio, a través de las emociones infernales, nos hacemos daño tanto a nosotros mismos como a los demás.

Pues debemos tener en cuenta que las emociones fuertes se agitan no sólo dentro del cuerpo, sino que también a su alrededor, creando campos energéticos negativos que afectan el estado de otras personas y a veces incluso pueden provocarles enfermedades.

Si somos seguidores de los principios del Cristo, no participaremos con nuestras emociones en conflictos terrenales y así no nos acostumbraremos a nosotros mismos ni a las demás personas al infierno.

Permítanme repetirlo una vez más. No estoy aconsejando que todos se aparten de la vida social y de las necesidades de otras personas, y no sólo de las personas. «¡No hay amor más grande que dar la propia vida por los amigos!» (Juan 15:13), dijo Jesús. Sin embargo, al hacerlo, no debemos experimentar el odio, la ira o el desprecio, sino que debemos experimentar la tranquilidad y el amor y dirigir nuestra atención al Padre Celestial, nuestra Meta Más Alta. Así es como Jesús el Cristo iba a Su muerte en la cruz.

Mientras estemos en cuerpos materiales, podemos cambiar a voluntad nuestros hábitos de permanecer en unos u otros estados emocionales. Lo podemos hacer, entre otras maneras, mediante los métodos de autorregulación psíquica y mediante diversas técnicas meditativas. También podemos recibir ayuda de otras personas para intentar llegar a ser mejores. No obstante, una vez que el cuerpo se haya muerto es imposible cambiar el propio estado y entonces nadie podrá ayudar. Jesús el Cristo no sacó a los pecadores del infierno, ni tampoco lo pueden hacer las oraciones de los santos o de alguien más. Sólo la persona misma durante la vida en su cuerpo material puede transformarse y cambiar su destino.

* * *

Las imperfecciones (o defectos, cualidades negativas) que tenemos afectan nuestros destinos en las encarnaciones actuales y futuras. Por ejemplo, si una de nuestras cualidades es ignorar el dolor ajeno y causarlo a otros seres vivos (entre los cuales no están sólo las personas), entonces Dios va a desacostumbrarnos de esto. ¿Cómo? Poniéndonos en situaciones en las cuales nosotros mismos padeceremos dolor para que podamos —sintiéndolo— aprender a compadecernos del dolor de los demás. Así es como los defectos que tenemos empeoran nuestros destinos y crean para nosotros un infierno en la Tierra, en el cual será mucho más difícil refinar nuestras emociones.

Entonces ¿qué debemos hacer ahora para liberarnos de los defectos que nos destruyen? ¡Arrepentirnos!


Arrepentimiento

Juan el Bautista empezó Sus homilías predicando la necesidad de purificarse a través del arrepentimiento (Mateo 3:2,6). Esto era algo nuevo para Su público, ya que en aquel tiempo los judíos tenían una forma muy peculiar de realizar la «liberación de los pecados». A saber, una vez al año, en tiempo de Pascua, ellos traspasaban simbólicamente sus pecados a los corderos, mataban a estos corderos-«pecadores» como un «sacrificio a Dios» y después de esto comían sus cuerpos. Naturalmente, este absurdo sólo aumentaba su culpabilidad ante Dios.

No, los pecados personales no pueden ser traspasados a nadie. Sólo la persona misma puede lavarlos con su arrepentimiento sincero.

Justamente el arrepentimiento, que surge después de un autoanálisis intelectual, es el purificador principal del alma.

Dios nos «pastorea» constantemente como a Sus ovejas en los «pastos» de la Tierra (alegoría usada a menudo por Jesús) y quiere que nos perfeccionemos con el fin de que lleguemos a ser dignos de enriquecerlo. Esto es lo que constituye Su Vida y la razón de la creación de los mundos materiales. Y Él nunca nos abandonará independientemente de si queremos saber de Él o no, si Lo amamos o no, si nos esforzamos por llegar a ser perfectos y unirnos con Él o no.

El acercamiento a Dios mediante los esfuerzos de autoperfeccionamiento trae el Éxtasis verdadero. Son especialmente intensos los primeros contactos con la Conciencia Divina y luego los períodos cada vez más largos de estar en Unión con Él traen el Éxtasis Supremo. ¡Éste es el premio más grande por el progreso en el Camino espiritual!

En cambio, si no cumplimos Su Voluntad y marchamos en la dirección opuesta, entonces nosotros mismos nos condenamos a sufrimientos. Estos sufrimientos son un «premio» por la desobediencia.

La primera cosa que podemos hacer para liberarnos de los sufrimientos es arrepentirnos.

Pero los principiantes en la religión (para quienes Dios todavía no es una Realidad Viva, sino una abstracción), naturalmente, pueden preguntar: ¿y cómo debemos arrepentirnos?

Por ejemplo, existe la opinión de que uno debe arrepentirse únicamente delante de un sacerdote y que sólo por medio de él se obtiene la «absolución de los pecados».

Sin embargo, la verdad consiste en que no sucede ninguna «absolución de los pecados». Es un enfoque completamente equivocado para abordar este problema. El problema del arrepentimiento debe ser analizado más en serio, es decir, en los términos de cómo liberarse de los defectos y no de cómo pedir perdón. Por consiguiente, el mecanismo de arrepentimiento debe ser diferente. El rito de la iglesia anteriormente mencionado sirve sólo para los niños, para los principiantes en la religión o para los adultos poco inteligentes.

En algunas iglesias protestantes, el proceso de arrepentimiento está mucho mejor organizado. A saber, después de la preparación pertinente, los creyentes se arrepienten directamente ante el Dios Vivo sin intermediarios. La solemnidad de esta situación y el apoyo de la congregación entera contribuyen a la intensificación de las emociones de arrepentimiento.

No obstante, no todas las personas tienen acceso a tales comunidades o a consejeros espirituales verdaderamente sabios que puedan explicar de qué uno debe arrepentirse y cómo. Por ende, examinemos el esquema principal del arrepentimiento independiente.

Primero, es necesario encontrar las respuestas a las preguntas fundamentales de la filosofía religiosa, tales como qué es Dios, qué es la Evolución y en qué consiste el significado de nuestras vidas y el de todos los otros seres encarnados. De aquí nos quedará absolutamente claro por qué debemos trabajar sobre nosotros mismos, qué ideal debemos tratar de alcanzar, qué cualidades cultivar en nosotros y de cuáles deshacernos, qué es un verdadero defecto y qué es sólo considerado como tal por las personas, pero no por Dios. Para este propósito, es bueno empezar a estudiar las palabras de Jesús Mismo y aprender a distinguirlas de aquello que la gente ha inventado con relación al cristianismo. Pues Jesús Mismo dijo: «(…) ¡Aprendan de Mí! (…)» (Mateo 11:29)

Llamo su atención sobre el hecho de que a veces en algunas prédicas se puede oír la afirmación según la cual los «10 mandamientos» dados por Dios a las personas a través de Moisés son los «mandamientos del Cristo». Si usted se encuentra con semejante predicador, apártese de tal persona, ya que ella no entendió nada, pero aun así trata de enseñar a los demás. En realidad, Jesús el Cristo nos dejó Enseñanzas sobre Dios y sobre el Camino hacia Él que son mucho más ricas que el Antiguo Testamento entero y que constan de decenas de consejos-mandamientos.

Y una cosa más: si alguien piensa que es bueno tal como es y que no hay por qué cambiar, entonces esta persona se encuentra tan lejos del trabajo espiritual que no tiene ni la más mínima idea sobre este trabajo. Pues todos —principiantes y adeptos altamente avanzados— pueden encontrar en las Enseñanzas de Jesús pautas para mejorarse.

Ahora hablemos del autoanálisis. Lo que las personas llaman pecados no es lo principal. Los pecados no son nada más que las manifestaciones de nuestros defectos (o imperfecciones, rasgos defectuosos del carácter, cualidades negativas del alma, etc.). Los pecados ayudan a reconocer los defectos, pero es contra los defectos que debemos luchar, y no contra los pecados. Y éste no es trabajo de un día; por el contrario, para transformar el alma, limpiándola de las malas cualidades e implantando las buenas, se requieren años de arduos esfuerzos.

Para discernir mejor uno u otro defecto dentro de uno mismo, es conveniente recordar todas sus manifestaciones ocurridas en el pasado, es decir, todos los pecados que fueron cometidos desde la niñez debido a este defecto. Cuando tal trabajo esté cumplido, es posible que Dios nos conceda la oport



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LAS ENSEÑANZAS ORIGINALES DE JESÚS EL CRISTO

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