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La Tierra, ¿ha sido testigo de tecnologías avanzadas desde la más remota antigüedad?

La Tierra, ¿ha sido testigo de tecnologías avanzadas desde la más remota antigüedad?


Recientemente la Marina de Estados Unidos ha admitido que los tres videos de ovnis publicados por el The New York Times hace unos meses son objetos reales "no identificados". En mayo del actual 2019 los pilotos de la Marina de Estados Unidos aseguraron haber visto objetos no identificados que se movían a una velocidad hipersónica. Y no solo eso, ya que estos cuerpos extraños realizaban maniobras imposibles en el aire frente a la costa este de Estados Unidos, según dio a conocer el diario estadounidense. De acuerdo con los testigos de este acontecimiento, estos objetos no poseían propulsores ni tubos de escape visibles. Pero, sin embargo, podían alcanzar grandes velocidades. Un informe del Pentágono indica que los pilotos explicaron que los ovnis tenían la capacidad de hacerse invisibles cuando estaban cerca de los aviones de guerra. La descripción que hicieron de la supuesta nave extraterrestre era un objeto "sólido, blanco, liso, sin bordes", que parecía "un huevo alargado". Seguramente muchos lectores se habrán preguntado desde cuando hay seres que podríamos considerar inteligentes, con amplios conocimientos tecnológicos, en el planeta Tierra. Periódicamente se van hallando pruebas de civilizaciones con una aparente avanzada tecnología que existieron miles e incluso millones de años antes de las fechas en que se supone que la humanidad evolucionó en la Tierra. No podemos garantizar que todas las evidencias estén datadas acertadamente, pero creemos que en bastantes casos la información es fiable. Todo parece indicar que la Tierra fue visitada o habitada por seres inteligentes que usaban tecnología avanzada mucho antes de la aparición de los primeros humanos, tal como es explicado por la historia oficial. Según esta visión oficial, los seres humanos aparecieron en la Tierra hace pocos millones de años, pero lo que podríamos considerar una verdadera civilización humana se supone que solamente apareció hace pocos miles de años, con la repentina y sorprendente aparición del Homo Sapiens y, muy especialmente, del Homo Sapiens Sapiens, que apareció entre hace unos 45.000 ó 100.000 años. Pero, ¿han existido en el pasado remoto civilizaciones oriundas de la Tierra con grandes avances tecnológicos? o, más bien, ¿han sido seres venidos de otros planetas o de otras dimensiones? Nuestra actual tecnología, ¿viene de una antigua tecnología? ¿tal vez de viajeros en el tiempo?

El famoso científico norteamericano Carl Sagan, en su libro Cosmos ya nos dijo que: "El Cosmos es todo lo que es o lo que fue o lo que será alguna vez. Nuestras contemplaciones más tibias del Cosmos nos conmueven: un escalofrío recorre nuestro espinazo, la voz se nos quiebra, hay una sensación débil, como la de un recuerdo lejano, o la de caer desde lo alto. Sabemos que nos estamos acercando al mayor de los misterios. El tamaño y la edad del Cosmos superan la comprensión normal del hombre. Nuestro diminuto hogar planetario está perdido en algún punto entre la inmensidad y la eternidad. En una perspectiva cósmica la mayoría de las preocupaciones humanas parecen insignificantes, incluso frívolas. Sin embargo nuestra especie es joven, curiosa y valiente, y promete mucho. En los últimos milenios hemos hecho los descubrimientos más asombrosos e inesperados sobre el Cosmos y el lugar que ocupamos en él; seguir el hilo de estas exploraciones es realmente estimulante. Nos recuerdan que los hombres han evolucionado para admirar se de las cosas, que comprender es una alegría, que el conocimiento es requisito esencial para la supervivencia. Creo que nuestro futuro depende del grado de comprensión que tengamos del Cosmos en el cual flotamos como una mota de polvo en el cielo de la mañana". Se calcula que hay cientos de miles de millones de galaxias en nuestro universo, cada una de ellas con un promedio de más de cien mil millones de estrellas. Es posible que en todas las galaxias haya incluso más planetas que estrellas, diez mil millones de billones. Esto sin considerar otros universos paralelos y otras dimensiones. Ante estas cifras tan impresionantes, ¿por qué seríamos nosotros el único planeta habitado, escondido en un rincón de nuestra galaxia? Es más probable que haya mucha más vida, de algún tipo, en nuestro universo, incluyendo vida inteligente. Tenemos evidencias de que nuestro planeta ha sido escenario de la aparición de objetos volantes que no cuadraban con la tecnología propia de la época, tal como hemos podido ver reflejado tanto en el arte como en la cultura popular de muchas tradiciones y mitos. Son numerosas las obras de arte de diferentes culturas en las que se ven reflejadas las clásicas naves que identificamos  como ovnis o "platillos volantes", así como de seres vestidos de manera similar a los actuales astronautas, en épocas en las que la tecnología era sumamente primaria, según la historia oficial.

 

El ufólogo francés Jacques Vallée publicó una historia de una ciudad en las nubes en su interesante obra Pasaporte a Magonia (1969). Esta obra también inspiró a Steven Spielberg en su película Encuentros en la tercera fase, en la que dice que "los seres de los ovnis actuales pertenecen al mismo tipo de manifestaciones que se describían en siglos pasados secuestrando humanos y volando a través de los cielos". Ya William Shakespeare, en Las alegres comadres de Windsor, escribió esta enigmática frase: "Son duendes y hadas. Quienquiera que les hable muere al instante. Cerremos los ojos y echémonos boca abajo. Ningún hombre puede sorprender sus juegos". También John Milton (1608-1674), poeta y ensayista inglés, conocido especialmente por su poema épico El paraíso perdido, escribió estos misteriosos versos: "Lo tomé por una visión fantástica de alegres criaturas de los elementos que habitan en los colores del Arco Iris y juegan en las hendidas nubes. Sentí temor y tos adoré al pasar; si aquellos que buscas marchan por un camino como el del cielo, te ayudará a encontrarlos". Para situar temporalmente la historia de la aviación, debemos decir que se pensaba que volar era algo imposible para las capacidades de un ser humano. Pero aun así, el deseo existía, y varias civilizaciones contaban historias de personas dotadas de poderes divinos, que podían volar. El ejemplo más conocido es la leyenda de Ícaro y Dédalo, que, encontrándose prisioneros en la isla de Minos, se construyeron unas alas con plumas y cera para poder escapar. Ícaro se aproximó demasiado al Sol y la cera de las alas comenzó a derretirse, haciendo que se precipitara en el mar y muriera. Esta leyenda era un aviso sobre los intentos de alcanzar el cielo, semejante a la historia de la Torre de Babel en la Biblia, y ejemplifica el deseo milenario del hombre de volar. La historia moderna de la aviación es compleja. Durante siglos se dieron tímidos intentos por alzar el vuelo, fracasando la mayor parte de ellos, pero ya desde el siglo XVIII el ser humano comenzó a experimentar con globos aerostáticos que lograban elevarse en el aire, pero tenían el inconveniente de no poder ser controlados. Ese problema se superó ya en el siglo XIX con la construcción de los primeros dirigibles, que sí permitían su control. A principios de ese mismo siglo, muchos investigaron el vuelo con planeadores, máquinas capaces de sustentar el vuelo controlado durante algún tiempo, y también se comenzaron a construir los primeros aeroplanos equipados con motor, pero que, incluso siendo impulsados por ayudas externas, apenas lograban despegar y recorrer unos metros.

 

No fue hasta principios del siglo XX cuando se produjeron los primeros vuelos con éxito. El 17 de diciembre de 1903 los hermanos Wright se convirtieron en los primeros en realizar un vuelo en un avión controlado. No obstante, algunos afirman que ese honor le corresponde a Alberto Santos Dumont, que realizó su vuelo el 13 de septiembre de 1906. A partir de entonces, las mejoras se fueron sucediendo, y cada vez se lograban mejoras sustanciales que ayudaron a desarrollar la aviación hasta tal y como la conocemos en la actualidad. Los diseñadores de aviones se siguen esforzando en mejorar continuamente las capacidades y características de éstos, tales como su autonomía, velocidad, capacidad de carga, facilidad de maniobra o la seguridad, entre otros detalles. Las aeronaves han pasado a ser construidas de materiales cada vez menos densos y más resistentes. Anteriormente se hacían de madera, en la actualidad la gran mayoría de aeronaves emplea aluminio y materiales compuestos como principales materias primas en su producción. Recientemente, los ordenadores han contribuido mucho en el desarrollo de nuevas aeronaves. «Hablan todos los idiomas de la Tierra. Lo saben todo acerca del pasado y el futuro de la especie humana, de cualquier ser humano». Esta extraña declaración fue hecha en 1968 por un funcionario español llamado Fernando Sesma, que aseguraba estar en contacto con los extraterrestres desde 1954. Y continuaba afirmando: «Los habitantes del planeta Wolf 424 están entre nosotros bajo una forma humana y provistos de falsa documentación. Son muy superiores a nosotros y grandes amantes de la paz. Yo estoy en contacto permanente con ellos: me escriben o me llaman por teléfono. Celebramos reuniones». Según Fernando Sesma, en 1954 un platillo volante tiró una piedra cubierta de jeroglíficos en los jardines de la Ciudad Universitaria de Madrid. Fernando Sesma copió los símbolos, y pronto se inició una comunicación en ambos sentidos. Parece todo fruto de la imaginación de esta persona, pero…..

 

En la misma época, en la Gran Bretaña también se propalaban fantásticos rumores. Se asegura que algunos científicos ingleses habían recibido misteriosas comunicaciones por radio y se dedicaban a actividades clandestinas por cuenta de los extraterrestres. Varios de estos hombres de ciencia habrían desaparecido misteriosamente. Según estos rumores, los extraterrestres se proponen dirigir el curso de la historia humana a través de estos contactos. ¿Con qué finalidad? Jacques Vallée también afirma haber recibido comunicaciones de individuos que aseguraban pertenecer a organizaciones secretas con sede «fuera de este mundo». Estos corresponsales le informaron de que el propósito de estos grupos es el de impedir que la Humanidad llegue a otros mundos del espacio. Pero hay otros contactados que afirman exactamente lo contrario. Sin embargo, subsiste el hecho de que la creencia en la dirección de los destinos terrestres por potencias no humanas es tan vieja como la política.  Pero, curiosamente, este mismo poder atribuido a los ocupantes de los platillos volantes —o sea, el de influir en los acontecimientos humanos— era en otro tiempo facultad exclusiva de las hadas. Por ello, una de las primeras preguntas que hicieron a Juana de Arco sus inquisidores fue «si ella tenía algún conocimiento o si había asistido a las asambleas celebradas en la fuente de las hadas, cerca de Domrémy, en torno a la cual bailaban los espíritus malignos». Y en las actas del proceso se registraron otra pregunta y otra respuesta: «Preguntada si no creía —con anterioridad al presente día— que las hadas eran espíritus malignos, ella respondió que no lo sabía». Continuar por este camino equivaldría a plantear de nuevo todo el problema de la brujería. No obstante, es importante observar la continuidad de las creencias, pues ésta conduce directamente desde la magia primitiva, pasando por la experiencia mística, la fe en las hadas y la religión, a los platillos volantes del siglo XX.

 

En 1899, Nikola Tesla instaló en Colorado Springs un laboratorio experimental conteniendo equipo de transmisión de radio de alto voltaje. El laboratorio tenía una torre de 200 pies para transmisión y recepción de ondas de radio y el mejor equipo de recepción disponible en ese tiempo. Una noche, cuando estaba solo en el laboratorio, Tesla observó lo que llamó señales eléctricas que definitivamente parecían ser señales inteligentes. Los cambios ocurrían periódicamente y no podían ser asignados a ninguna causa entonces conocida por él. Tesla Habló de este tema en el artículo "Hablando con los Planetas", publicado en el periódico semanal Collier (marzo 1901): "Cuando estaba mejorando mis máquinas para la producción de acciones eléctricas intensas, también estaba perfeccionando los medios para observar acciones débiles. Uno de los resultados más interesantes, y también uno de gran importancia práctica era el desarrollo de ciertas invenciones para indicar a la distancia de muchos cientos de millas una tormenta que se acercaba, su dirección, velocidad y distancia. Fue continuando este trabajo que por primera vez descubrí esos misteriosos efectos que han despertado tal inusual interés. Yo había perfeccionado el aparato referido, hasta el punto que desde mi laboratorio en las montañas de Colorado podía sentir el pulso del globo, notando cada cambio eléctrico que ocurría dentro de un radio de 1.100 millas. Nunca podré olvidar las primeras sensaciones que experimenté cuando supe que había observado algo de consecuencias posiblemente incalculables para la humanidad. Yo sentí como si hubiera estado presente en el nacimiento de un nuevo conocimiento o la revelación de una gran verdad… Mis primeras observaciones me aterraron positivamente, ya que en ellas estaba presente algo misterioso, por no decir sobrenatural, estando solo en mi laboratorio por la noche. Pero, en ese momento, la idea de estas perturbaciones como señales inteligentemente controladas todavía no se me presentó. Los cambios que noté estaban teniendo lugar periódicamente y con tan clara sugestión de números y orden que no eran rastreables a ninguna causa conocida. Yo estaba familiarizado, por supuesto, con tales perturbaciones eléctricas como las producidas por el sol, como la Aurora Boreal y las corrientes terrestres, y estaba seguro, como lo podría estar de cualquier hecho, que estas variaciones no se debían a ninguna de estas causas. La naturaleza de mis experimentos impedía la posibilidad de que estos cambios estuviesen siendo producidos por perturbaciones atmosféricas, como ha sido afirmado por algunos. Fue algún tiempo después cuando me llegó el pensamiento de que los disturbios que había observado podrían deberse a un control inteligente. Aunque en ese tiempo yo no podía descifrar su significado, era imposible para mi pensar en ellos como siendo enteramente accidentales. La sensación crece constantemente en mí, que he sido el primero en escuchar los saludos de un planeta a otro. Un propósito estaba detrás de estas señales eléctricas".

 

Este incidente fue el primero de muchos en los que Tesla interceptó lo que él sentía que eran señales inteligentes del espacio. En ese tiempo era dicho por científicos prominentes que Marte sería un lugar adecuado para la vida inteligente en nuestro sistema solar y Tesla primero pensó que estas señales podrían estarse originando en el planeta rojo. Más tarde cambiaría su punto de vista, al traducir las misteriosas señales. Cerca del final de su vida, Tesla había desarrollado varios inventos que supuestamente podían enviar poderosas cantidades de energía a otros planetas. En 1937, durante una conferencia de prensa en el día de su cumpleaños, Tesla anunció: "Estos años he dedicado mucho de mi tiempo  a perfeccionar un nuevo aparato, pequeño y compacto, mediante el que puedo enviar energía, en cantidades considerables y a través del espacio, a cualquier distancia, sin la menor dispersión". Tesla nunca reveló públicamente los detalles técnicos de su transmisor mejorado, pero en su anuncio en 1937, reveló una nueva fórmula: "La energía cinética y potencial de un cuerpo es el resultado del movimiento y determinado por el producto de su masa y el cuadrado de su velocidad. Si reducimos la masa, la energía será reducida a la misma proporción. Si se redujera a cero, la energía sería igualmente cero para cualquier velocidad finita". En los diarios de Tesla que descubrió, Dale Alfrey observó que en 1920 Tesla había ganado confianza en ser capaz de encontrarle sentido a las extrañas difusiones de radio desde el espacio. No obstante, algo después Tesla comenzó a expresar gran preocupación sobre seres de otros planetas que tenían planes desagradables para la Tierra: "Las señales son demasiado fuertes para haber viajado las grandes distancias entre Marte y la Tierra", escribió Tesla. Y añadía: "Así, estoy forzado a admitir que las fuentes deben venir de algún lugar en el espacio cercano o, tal vez, de la luna. Estoy seguro, sin embargo, que las criaturas que se comunican unas con otras cada noche no son de Marte, o posiblemente de ningún planeta en nuestro sistema solar". Varios años después de que Tesla anunciara la recepción de señales del espacio, Marconi también afirmó haber escuchado un transmisor de radio extraterrestre. Sin Embargo, Marconi fue rápidamente desprestigiado  por sus contemporáneos, que afirmaban que había recibido las interferencias de otra estación radial en la tierra. Hay una cierta confirmación pública sobre la validez de los diarios perdidos de Tesla y su creencia en extraterrestres, así como la importancia de comunicarse con ellos.

 

Los Viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, miembro de la masonería especulativa inglesa, se supone que es una obra de literatura juvenil. Pero contiene unas informaciones científicas asombrosas, además de algunas situaciones realmente curiosas.  Los dos satélites de Marte (el dios de la guerra), Fobos y Deimos, fueron descubiertos por el astrónomo norteamericano Asaph Hall en el año 1877. Sus nombres significan Miedo y Terror (¡!!). Lo extraño es que son descritos en la obra de Jonathan Swift, con sus parámetros exactos, en 1726, 150 años antes de su descubrimiento oficial. En la tercera parte de los Viajes de Gulliver, se describe los dos satélites de Marte, por boca de Gulliver, y da sus coordenadas con una precisión sorprendente: Leemos en el texto de Swift: "Han descubierto (se refiere a los científicos tripulantes de la gigantesca "isla volante" que recogieron a Gulliver), dos estrellas interiores o satélites, que giran alrededor de Marte, del que el más próximo se encuentra de su centro a tres veces exactamente de su diámetro y el más alejado a una distancia de cinco veces el mismo diámetro".  Estas medidas son completamente exactas. Gulliver proporciona muchos más datos, que no detallamos, pero que son tan correctos y precisos como los anteriores. Pero la pregunta que hay que hacerse es ¿cómo llegaron esos datos a Swift 150 años antes del descubrimiento oficial de los satélites de Marte? Pues bien, sorprendentemente las informaciones sobre los satélites de Marte fueron dadas a Gulliver por los tripulantes de una enigmática Isla Volante. ¿Eran tripulantes de un ovni?. Y por si fuera poco le dijeron a Gulliver que ellos eran marcianos, que venían del Planeta Rojo. Gulliver (Swift en este caso) tuvo información que "alguien" le hizo llegar. Informaciones que han resultado ser ciertas. La única duda que subsiste es saber quién era ese "alguien", ¿extraterrestres? Marte ha sido siempre enigmático por naturaleza. El astrónomo italiano Schiaparelli en 1877, creyó ver unas líneas transversales que surcaban el planeta y que él asoció a gigantescas obras de ingeniería, y las identificó como "canales". Percival Lowell pensó que aquellos canales eran construcciones de los últimos habitantes del planeta que trataban de subsistir en un mundo agonizante, dónde el agua era ya muy escasa. Y finalmente,  en una de las fotografías de la región marciana de Sidonia, aparecen una formaciones muy similares a las pirámides egipcias y lo que es más asombroso, también parece verse reflejado un rostro con rasgos casi humanos, parecido a la Esfinge. Y una última cuestión sobre los satélites marcianos. El astrofísico Josiph Schlowski sostiene que Fobos es un satélite hueco, ya que su peso no correspondería a su tamaño. Según los conocimientos actuales, no existe en el Universo ningún cuerpo planetario que sea hueco. Exceptuando, claro, que sea artificial.

 

Una de las evidencias sobre posibles antiguas naves voladoras la tuvimos cuando, el 16 de junio de 1952, el arqueólogo Alberto Ruz de Lhuillier descubrió en el Templo de las Inscripciones de Palenque, bajo una escalera de cuarenta y cinco escalones, la tumba de Pacal el Grande, con una gigantesca lápida en el sarcófago de Pacal. En la parte inferior observó una zona rellena de piedras y cal, y al limpiar el lugar encontró la espectacular cripta que contenía una gigantesca lápida tapando el sarcófago donde yacían los restos de Pacal. En el relieve de la tapa labrada, se reproduce la figura de un hombre con atuendo maya. El científico y novelista ruso Alexander Kazantev aseguró que se trataba de una nave espacial. El hombre, en posición reclinada, estaría sobre un asiento, con cinturón de seguridad y los pies apoyados en unos pedales, con controles al frente y una gran cantidad de tableros y palancas de mando. Kazantev dibujó un cohete para mostrar las similitudes con este grabado. Ente diversas teorías, se ha buscado una explicación extraterrestre para la construcción de las pirámides de Egipto y para otras construcciones de las antiguas civilizaciones, como las mesoamericanas, en que se requería un alto nivel tecnológico. Pero lo curioso es que cuando nos remontamos a una época todavía más remota, anterior al Neolítico: el Paleolítico Superior e incluso Medio, es inevitable referirse a unos enigmáticos dibujos descubiertos en las famosas cuevas de Altamira, cerca de Santillana del Mar, España, tan semejantes en su forma a uno de los populares platillos volantes. Tales pinturas rupestres tienen una supuesta antigüedad de unos 13.000 años, a finales del Paleolítico. Además, no son únicas, sino que en Francia también se han encontrado obras pictóricas similares. Pero el Sur de Europa no es el único lugar donde se han encontrado pinturas rupestres en que se han representado presuntos ovnis o extraterrestres. En las cavernas de Tassili, ubicadas en el Sahara, en el sur de Argelia, se encuentra una serie de dibujos prehistóricos en los que se pueden ver extrañas figuras muy parecidas a astronautas. En efecto, en pleno desierto del Sahara y a corta distancia del Mar Mediterráneo, fueron encontradas diversas expresiones artísticas de los pueblos antiguos. Varias de ellas muestran extraños objetos voladores cerca unas también extrañas figuras humanas o humanoides.  Por otro lado, tenemos los indios Hopi, una tribu nativa ubicada en el Sur de Estados Unidos, en la zona de Colorado, que afirman que sus antepasados fueron visitados por seres procedentes de las estrellas, que se desplazaban en escudos volantes o pájaros tronantes y dominaban el arte de cortar y transportar enormes bloques de piedra, así como de construir túneles e instalaciones subterráneas. Estos salvadores eran los "katchinas", que significa "sabios, ilustres y respetados". Para los Hopi, los katchinas no eran dioses, sino que eran seres visibles.

Oopart es el acrónimo en inglés de out of place artifact (artefacto fuera de lugar). Es un término acuñado por el naturalista y criptozoólogo estadounidense Ivan T. Sanderson (1911-1973) para denominar a un objeto de interés histórico, arqueológico o paleontológico que se encuentra en un contexto muy inusual o aparentemente imposible que podría desafiar la cronología de la historia convencional. Tenemos el extraño caso de la batería o pila de Bagdad. El objeto fue descubierta en el año 1936 en Rabua, una colina próxima a Bagdad, antaño cuna de la civilización. Como tantos tesoros del pasado, apareció de casualidad, mientras se procedía al alcantarillado de la ciudad. El responsable fue del ingeniero que modelaba la obra, el alemán Wilhelm Kóning. En principio no parecía nada más que una vasija de barro de quince centímetros de altura rematada por un tapón de asfalto. Al sacar el tapón, Kóning encontró una varilla de cobre de diecinueve centímetros de altura y 2,6 de ancho. Además, había otra de hierro revestido de fino plomo que parecía corroída por el ácido. A Kóning aquello le pareció una rudimentaria batería eléctrica. Pero no sólo por su aspecto, sino también porque rellenó el recipiente con un electrolito y aquello comenzó a generar una pequeña corriente. El ingeniero Willard F. M. Gray supo que la pieza formaba parte de la colección del Museo de Bagdad y que se iba a exhibir en la localidad alemana de Hildesheim. Había leído algo respecto de la sorprendente pieza y aquél parecía el momento de comprobarlo. Si era un tipo de pila eléctrica, lo iba a averiguar. Además, llevaba tiempo recogiendo información sobre cómo en el antiguo Irak galvanizaban objetos. Y aquél era un misterio que podría desvelarse gracias a la pila en cuestión. Tras estudiar la pieza arqueológica, construyó una réplica. Sólo le faltaba escoger qué líquido pudieron utilizar hace dos mil años para emplearlo al modo de producto alcalino. Así pues, preparó una solución del alcalino dentro del recipiente y sumergió en su interior una estatuilla de plata. Ya sólo quedaba esperar a la posible reacción. Al cabo de dos horas, la plata empezó a adquirir tonalidad dorada, algo que sólo podía lograrse si aquel artefacto generaba una mínima corriente eléctrica. Repitió el experimento una y otra vez hasta que finalmente concluyó que aquel receptáculo y las varillas de su interior eran una verdadera pila capaz de generar corrientes de aproximadamente 1,5 voltios, algo muy similar a lo que dos mil años después lograron Volta y Galvani al desarrollar las pilas modernas.

 

Otra pieza fuera de su tiempo es la máquina de Antikitera. Aquellos que la poseyeron podían conocer gracias a este mecanismo insólito los desplazamientos del Sol y la Luna a lo largo del año. Del mismo modo, servía para localizar a Venus y Marte, además de otros astros, en la bóveda celeste, y para averiguar dónde se iban a encontrar en el futuro. Era un complejo almanaque astronómico para el cual se tuvo que disponer de conocimientos científicos avanzados. Ciertamente, a partir de Galileo la observación del cielo se convirtió en una ciencia de precisión. Pero esta máquina fue fabricada cientos de años antes de que naciera el genial astrónomo italiano. Esta singular pieza, que hoy se conserva en el Museo Arqueológico de Atenas, fue rescatada del fondo del mar Egeo allá por el año 1900. Se encontraba en el interior de una galera del año 80 a. C. junto a ánforas, jarrones, etc… En un principio nadie reparó en esta pieza. Sin embargo, medio siglo después, el físico e historiador de la ciencia británico, Derek John de Solla Price, decidió investigar aquel extraño objeto. Tras limpiarlo descubrió que escondía una rueda central dentada de doscientas cuarenta secciones que se acoplaba con enorme precisión a otras cuarenta ruedas también dentadas. Encontró, además, que toda la pieza estaba formada por un solo bloque. Para ello se tuvo que haber dispuesto de una tecnología muy desarrollada. Para que la astronomía alcanzara el nivel de conocimientos astronómicos que muestra la máquina de Antikitera, tuvieron que ser necesarios mil quinientos años. Pero hubo alguien que, hace más de dos mil cien años, ya sabía todo eso. Scientific American afirmaba que este hallazgo «nos obliga a revisar nuestros conocimientos sobre la historia de la ciencia». Gilbert Keith Chesterton, escritor y periodista británico de inicios del siglo XX, decía: «Muchas ideas nuevas no son más que ideas viejas puestas en otro sitio». Y ello nos lleva a preguntarnos si hubo lentes pulidas en la Antigüedad. Ello significaría que algunas culturas, como los egipcios, los griegos, los sumerios o los mayas tuvieron un conocimiento muy avanzado en astronomía y óptica. Partamos de la base de que las lentes, gafas y telescopios se consideran generalmente como inventos recientes. Se acepta que los anteojos aparecieron por primera vez en la Italia del siglo XIII y que el telescopio empezó a usarse a comienzos del siglo XVII. El científico griego Ptolomeo (100 -170 d. C.) realizó en su libro La Óptica un detallado estudio sobre las propiedades de las lentes y los espejos, tanto convexos como cóncavos, adelantándose con mucho a los estudios de los científicos renacentistas.

 

En 1609 Galileo Galilei perfeccionó el telescopio del holandés Hans Lippeshey, considerado el creador del primer telescopio práctico, utilizando dos lentes simples, una plano-convexa y una bicóncava, colocándolas en los extremos de un tubo de plomo. Galileo fue el primer hombre que vio los anillos de Saturno y las lunas de Júpiter ayudado por el telescopio. Este hito histórico provocó gran asombro, tanto que se adjudicó a Galileo el título erróneo de inventor del telescopio. Pero tampoco Lippeshey fue el primero, ya que se conocían excelentes lentes de cristal de roca desde hacía varios siglos. Los chinos, por ejemplo, poseían catálogos de manchas solares y conocían los ciclos de máxima actividad solar que se producen cada once años. Lo más lógico es pensar que se ayudaron de instrumentos ópticos para llegar a tener todos esos conocimientos astronómicos. Se sabe que estos pueblos y civilizaciones conocían lentes talladas en cristal de roca y seguramente averiguaron la técnica según la cual, poniendo dos lentes con distancias focales diferentes, se podían obtener resultados semejantes a los que obtuvo Galileo en el siglo XVII. El filósofo griego Demócrito, del siglo V a. C., describía la Luna como un lugar con montañas, similar a una segunda Tierra, y a la Vía Láctea como un conglomerado de numerosísimas estrellas, algo difícil de detectar en su época sin un rudimentario telescopio. Los sacerdotes babilonios ya mostraban en sus tablillas los cuatro satélites mayores de Júpiter o el anillo de Saturno. Séneca advertía que los sabios de ese pueblo eran capaces de ver los objetos aumentados empleando para ello esferas de vidrio llenas de agua. Pero tenían otra clase de tecnología óptica. Tal vez la más conocida sea la denominada Lente de Layard o Lente de Nínive, que con forma oval se adaptaba perfectamente a la cuenca del ojo humano como si se tratara de un cristal de gafas. Lo sorprendente de esa lente, que se conserva en el Museo Británico, en el Departamento de Antigüedades de Asia occidental, es que data del siglo VII a. C. Los historiadores aún no admiten que se pudiera fabricar este tipo de sofisticada tecnología utilizando una pieza de cuarzo de gran calidad. Lo curioso además es que la Lente de Layard tiene estrías regulares de 45° que recorren el borde, estrías que fueron meticulosamente realizadas para permitir que esa lente estuviera montada, lo más firmemente posible, en una banda metálica que la rodeaba, una montura posiblemente de oro.

 

Los expertos coinciden en afirmar que la Lente de Layard fue fabricada a partir de una pieza de cuarzo de gran calidad, que fue tallada y luego pulida para corregir un posible caso de astigmatismo. Es una lente plano-convexa de tipo toroidal, lo que significa que sólo se lo podía permitir alguien con alto poder adquisitivo. Se la llama así porque apareció en una excavación realizada por Austen Henry Layard en 1849 en una cámara del Palacio del Noroeste de la antigua capital asiría, conocida como Nimrud, también conocida como Kalkhu por los asirios, y como Calaj o Kalakh en la Biblia, que fue una de las capitales de Asiria, junto con Assur, Nínive y Dur Sharrukin, y que debió de pertenecer al rey Sargon II, que reinó desde el 722 al 705 a. C. Robert KG Temple, profesor de la Universidad de Louisville, en Kentucky, es un autor conocido principalmente por su libro El misterio de Sirio (1976). El libro propone que la tribu Dogon de Mali, en África Occidental, tiene antiguas tradiciones con información astrofísica avanzada, Dicha tradición describe el contacto con seres extraterrestres inteligentes del sistema estelar de Sirio. En su libro El sol de cristal (2000), Robert Temple nos dice que es posible que el rey Sargon II heredara o capturara dicha lente, ya que habían varias ciudades con mayor tradición que las asirías en la fabricación de lentes de cristal de roca, como Troya y Éfeso. En las excavaciones de Éfeso se han encontrado más de treinta lentes y Heinrich Schliemann encontró cuarenta y ocho lentes convexas de cristal, totalmente pulidas, en el yacimiento arqueológico de Troya datado en el 1300 a. C. Entre ellas encontró una lente perforada en el centro, a través de la cual el artesano podía insertar sus herramientas, mientras la lente aumentaba todo lo que se hallaba bajo ella. Los alemanes dijeron que estos objetos y demás tesoros troyanos, depositados en el Museo de Berlín, fueron destruidos por los bombardeos aliados de 1944. Pero el gobierno ruso confesó a mediados de los años noventa que el «tesoro y el oro de Troya» estaban en su poder. Tal vez en algún tipo de lente está el secreto del «escudo incandescente» gracias al cual Arquímedes destruyó una flota romana. Robert Temple nos habla de multitud de casos donde se evidencia que en la más remota Antigüedad hubo una avanzada tecnología óptica. El propio Temple ha localizado muchas lentes, hasta ahora perdidas, en varios museos ingleses. Nos cuenta que hay grandes colecciones de lentes: «Están las lentes cartaginesas, las lentes micénicas, las lentes minoicas, las lentes de Rhodas y las lentes de Éfeso, que son cóncavas y no convexas, y que reducen las imágenes hasta un 75 por ciento, lo que las hace adecuadas para los miopes…, y también están todos los objetos romanos de cristal que se usaban para aumentar… Y esto sigue y sigue. No sólo un libro, sino diez, serían necesarios para poder realizar siquiera una somera descripción de todas ellas».

 

El hallazgo de estas antiguas lentes en yacimientos arqueológicos es bastante habitual. Por ejemplo, arqueólogos franceses recuperaron dieciséis lentes cartaginesas en un yacimiento de Cartago (actual Túnez). Dos eran de cristal de roca y catorce de vidrio, todas ellas lentes plano-convexas. En las ruinas de México y Guatemala se han descubierto lentes bien pulimentadas pertenecientes a los olmecas, un pueblo que se calcula vivió entre el 2500 a. C. y el inicio de la era cristiana. Algunas leyendas sostienen que un rey de Ceylán (Sri Lanka), llamado Kasyapa, usaba un pequeño telescopio en el siglo V d. C. Su objetivo parece que era vigilar su harén ubicado en la fortaleza de Sigiriya, actualmente en ruinas. Pero es en el siglo X cuando los chinos utilizan lentes de aumento colocadas en molduras. Tenemos que avanzar hasta el año 1249, cuando  Roger Bacon, dedicado al estudio de las lenguas y la investigación experimental, formuló una referencia sobre el uso de lentes para mejorar la visión. Talló lentes con la forma que conocemos actualmente y propuso la posibilidad de combinar lentes para formar un telescopio. En su libro Opus maius describe claramente las propiedades de una lente para amplificar y para mejorar la visión defectuosa. En Europa, se dice que las gafas fueron inventadas por el florentino Salvino Degli Armati alrededor de1285, mientras que algunos retratos medievales representan a personas que portaban gafas. De todas maneras se sabe que los antiguos egipcios tenían grandes conocimientos de óptica, astronomía, matemáticas, etcétera. Sorprendentemente algunas de las mejores lentes datan del año 2600 a. C., durante el periodo del Imperio Antiguo. En una antigua tumba egipcia de Tanis, capital del nomo XIX del Bajo Egipto, se descubrió una lente tan perfecta que, según los expertos en óptica, debió de pulirse a máquina. Actualmente podemos encontrarla en el Museo Británico de Londres, en el Departamento de Antigüedades Egipcias, y su existencia es todo un misterio. Actualmente, para lograr buenos resultados con el pulido se emplean tecnologías como el láser o los ultrasonidos.

 

Hay relatos medievales que se refieren al hallazgo de lámparas perpetuas. Parece que estas lámparas ardían perpetuamente en algunos templos de las divinidades paganas y se alimentaban de un misterioso líquido que aparentemente no se consumía. Asimismo, al abrir algunas sepulturas se encontraron lámparas perpetuas que se apagaron justo en el momento de profanar el recinto donde se encontraban. Podemos encontrar estos relatos tanto en la tradición la Edad Media, así como en el islam o en sociedades secretas como la Hermandad Rosacruz. Eran lámparas que sirvieron para iluminar estancias sagradas de templos y tumbas. Una lámpara incandescente fue hallada en Antioquía durante el reinado de Justiniano de Bizancio, en el siglo V d.C. y una inscripción en la misma indicaba que había estado ardiendo durante nada menos que más de quinientos años. En el año 140 d.C., cerca de Roma, se encontró una lámpara ardiendo en la tumba de Pallas, hijo del rey Evandro. La lámpara, que había estado encendida por más de 2000 años, no pudo ser extinguida por métodos ordinarios. Resultó que ni el agua ni soplando la llama pudieron evitar que siguiera ardiendo. La única manera de extinguir la llama era drenando el extraño líquido contenido en el recipiente de la lámpara. Alrededor del año 1540, durante el papado de Pablo III, se encontró una lámpara encendida en una tumba en la Vía Apia en Roma. La tumba se cree que pertenecía a Tulliola, hija de Cicerón. Ella murió en el 44 a.C. La lámpara que había ardido en la bóveda sellada durante unos 1.550 años se extinguió cuando fue expuesta al aire. Lo enigmático de este descubrimiento fue el desconocido líquido transparente en el que la fallecida estaba flotando. Mediante este líquido se había logrado conservar el cadáver como si la muerte se hubiese producido recientemente. Diversos autores latinos hablan de esta clase de lámparas en Roma durante los siglos II y III. Pausanias, geógrafo griego del siglo II, describió una hermosa lámpara dorada en el templo de Minerva que podía estar encendida durante todo un año. Agustín de Hipona (San Agustín) en el siglo V describió una lámpara maravillosa localizada en un templo egipcio dedicado a Isis, afirmando que ni el viento ni el agua podían apagarla.

 

El jesuita Atanasius Kircher se refiere en su obra Edipo Egipcíaco (1652) a lámparas encendidas halladas en las bóvedas subterráneas de la ciudad egipcia de Menfis. Durante el reinado de Enrique VIII de Inglaterra (siglo XVI), se ordenó saquear y destruir muchas tumbas antiguas, descubriendo entonces que algunas de ellas contenían lamparillas que, inexplicablemente, aún estaban encendidas y que se remontaban al siglo III. Existe una leyenda sobre Roger Bacon que diceque estaba poseído por el demonio, por lo que  éste le habría regalado una parte del «fuego del Infierno», que le permitía leer y estudiar de noche para proseguir en su búsqueda de nuevos conocimientos. Tras esta leyenda probablemente haya el hecho de que Roger Bacon, monje y alquimista medieval, había realizado otro de sus inventos científicos revolucionarios, como podía ser el gas de alumbrado mediante la destilación de ciertos productos orgánicos. En la actualidad, dos de estas lámparas, ya apagadas, se pueden ver en el Museo de las Rarezas de Leyden, Países Bajos. El profesor Hargrave Jennings (1817-1890), francmasón y rosacruz británico, da una posible explicación al enigma de las lámparas perpetuas, afirmando que los romanos y los griegos consiguieron el secreto de mantenerlas encendidas durante siglos por medio de la oleaginosidad del oro, convertido, mediante un proceso alquímico desconocido, en una sustancia líquida. Algunos investigadores opinan que las lámparas estaban hechas con bloques de cristal y que el ácido acético tenía un papel predominante. La teósofa Helena Blavastski, en su obra Isis sin velo, explica que ella misma vio construir, mediante diversas fórmulas ocultistas, una lámpara que estuvo encendida durante seis años. Se ha comprobado que muchas de estas lámparas utilizaban mecha de amianto y que estaba prohibido tocarlas. Algunos antiguos textos judíos afirman que estas lámparas «proceden de los vigilantes del cielo». ¿Se referirían a seres extraterrestres?

 

Los primeros testimonios que tenemos de autómatas mecánicos han llegado hasta nosotros a través de viajeros y sabios griegos. De esta manera sabemos que la estatua de Isthar, diosa babilónica del amor y la belleza, de la vida, de la fertilidad, tenía brazos articulados, que existían estatuas de Anubis, dios egipcio guardián de las tumbas, con la mandíbula móvil, o que varias estatuas de la diosa egipcia Isis arrojaban chispas por los ojos. También en Egipto los colosos de Memnom, dos enormes estatuas que representaban al faraón Amenofis III, eran capaces, por medio de un ingenioso mecanismo, de emitir sonidos guturales, similares a los susurros humanos, lo que hacían a la salida del Sol, lo cual demuestra un alto nivel de conocimientos por parte de los sacerdotes egipcios. Pero algunas menciones de autómatas realizadas por los griegos son aún más inquietantes. Homero cita en la Ilíada a unas jóvenes de bronce similares a las mujeres de carne y hueso, construidas por los dioses para escanciar la bebida en los banquetes. Por otro lado, afirmaban que el dios Vulcano había construido un perro de oro animado. Aristóteles, creador él mismo de máquinas sorprendentes, habla de una estatua, representativa de la diosa Venus, que incluso caminaba y gesticulaba merced a la animación proporcionada por la circulación del mercurio en su interior y por las variaciones de temperatura. En la mitología griega Talos era un gigante de bronce que protegía a la Creta minoica de posibles invasores. Existen varias versiones sobre su genealogía: a veces era considerado hijo de Cres, personificación de Creta y padre de Hefesto; otras era un autómata forjado por el propio Hefesto con la ayuda de los cíclopes; y también a veces era el último de una malvada raza de gigantes de bronce. En algunas versiones del mito, Talos es forjado por el inventor Dédalo. En cualquier caso, se le presentaba como el infatigable guardián de Creta, encargado de dar tres vueltas cada día a la isla, impidiendo entrar en ella a los extranjeros y salir a los habitantes que no tenían el permiso del rey. Se decía que cuando Talos sorprendía a algún extranjero, se metía en el fuego hasta calentarse al rojo vivo y abrazaba entonces a sus víctimas hasta calcinarlas. El invulnerable cuerpo de bronce de Talos era irrigado por una única vena diminuta que lo recorría desde el cuello al tobillo, donde estaba rematada por un clavo que le impedía desangrarse, y ese era su único punto débil. Cuando Jasón y los argonautas llegaron a Creta tras obtener el vellocino de oro, Talos les impidió desembarcar del Argo arrojándoles grandes rocas a la bahía. Apolonio de Rodas, en Las Argonáuticas, relata lo siguiente: "…Pero el broncíneo Talos, desgajando peñascos del recio acantilado, les impedía amarrar sus cables a tierra. Él, entre los semidioses había quedado de la estirpe de los hombres que nacieron de los fresnos; el Crónida se lo donó a Europa para que fuese guardián de su isla, y él por tres veces daba a Creta la vuelta con sus broncíneos pies. Pero si bien estaba formado de bronce y sin fractura posible, por debajo del tendón, en el tobillo, tenía una vena llena de sangre, y la membrana sutil que la encerraba era su límite entre la vida y la muerte…."

Según Apolodoro, la hechicera Medea volvió loco a Talos con sus pócimas, haciéndole creer que podía hacerle inmortal si le quitaba el clavo de su tobillo. Otra versión reza que Peante, padre de Filoctetes, atravesó la vena con una de sus flechas. En las Argonáuticas, Medea le hipnotizaba desde el Argo, volviéndole loco y haciendo que se arrancase el clavo. En cualquier caso, al quitar el clavo de su tobillo se derramaba el misterioso líquido, se desangraba y moría. Tras su muerte, el Argo pudo arribar sin peligro. Esta estatua, así descrita por los historiadores griegos, ha llamado siempre la atención, pues al igual que algunas leyendas sumerias, lo que sugiere es algo muy similar a un robot. Según la historia, fue en el siglo V a. C. cuando se construyó el primer autómata conocido. Lo diseñó y fabricó Arquitas de Tarento, Italia, para demostrar algunas propiedades geométricas. Se trataba de una especie de mecanismo articulado con alas, similar a un pájaro, al que logró hacer volar cerca de 300 metros gracias al impulso de un núcleo de vapor comprimido. La destruida biblioteca de Alejandría creó una escuela que produjo los primeros tratados técnicos sobre autómatas. El catálogo de los extraños objetos que describían y la forma en la que funcionaban desgraciadamente se han perdido, pero algunos restos recuperados fueron recopilados para ser usados después por los bizantinos, romanos, árabes, etc. Vinculados a escuelas de herméticos alquimistas, algunos inventores de los siglos XII al XV buscaron fórmulas que les permitieran dotar de vida a la materia inanimada, lo que hoy llamaríamos vida artificial, y se extendió por las doctrinas herméticas de todo el mundo, según los relatos fantásticos de la época, que Alberto Magno, en el siglo XIII, había sido capaz de construir un robot móvil que daba respuestas a todo tipo de problemas. Con el perfeccionamiento de engranajes y sistemas de relojería se generalizó también la afición de inventores por crear ingeniosos autómatas, y se dice que el propio papa Silvestre II, durante el siglo X, construyó distintos autómatas, entre ellos una misteriosa cabeza parlante, capaces de realizar funciones complejas. Estos autómatas eran probablemente verdaderos prodigios mecánicos.

 

Cerca de Hoshangabad, India, unos arqueólogos encontraron unas grutas con pinturas de extraños seres y supuestos artefactos voladores. Sorprendentemente, durante la Edad Media algunos pintores representaron supuestos ovnis en sus obras. Por ejemplo, situado cerca del valle del río Decanska Bristica, en Kosovo, unos 20 kilómetros al sur de la ciudad de Pec, encontramos un monasterio de monjes ortodoxos, conocido por monasterio de Decani, erigido por el rey serbio Esteban Uros, en 1327. El monasterio tiene una basílica en que podemos ver unos frescos interesantes. En un fresco titulado "La Crucifixión", pintado en 1350, se muestran dos figuras, en los extremos superiores derecho e izquierdo, de hombres dentro de objetos voladores que parecen estrellas. Esta pintura, que representa la crucifixión de Jesús, puede darnos indicación de la visualización de naves y sus tripulantes. Además, una nave parece estar huyendo de la que le antecede. Tenemos otra pintura, "La Señora con San Giovannino", de artista desconocido, pintada en el siglo XV y actualmente localizada en el Palazzo Vecchio, en Florencia. En su esquina superior derecha podemos ver un pastor con un perro mirando hacia el cielo, donde vemos una especie de platillo volante. Teniendo en cuanta que el modelo arquetípico de ovni en forma de platillo volante surgió supuestamente a mediados del siglo XX, ¿cómo es posible que en este lienzo se haya pintado un supuesto platillo volante? Arent de Gelder fue un pintor barroco holandés (1645 – 1727). Tras estudiar con Samuel van Hoogstraten, fue uno de los últimos discípulos de Rembrandt (1606 – 1669) en Ámsterdam. Él no fue sólo uno de los más talentosos alumnos de Rembrandt, sino que también fue uno de sus más devotos seguidores, porque él fue el único artista holandés que siguió trabajando con su estilo en el siglo XVIII. En 1710 pintó la obra titulada "El Bautismo de Cristo". En él se observa claramente un objeto con forma de disco que está suspendido en el cielo y que ir



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La Tierra, ¿ha sido testigo de tecnologías avanzadas desde la más remota antigüedad?

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