Get Even More Visitors To Your Blog, Upgrade To A Business Listing >>

Un gran número de evidencias apoyan la leyenda sobre la Atlántida

Un gran número de evidencias apoyan la leyenda sobre la Atlántida

 
 
 
 
 
 
1 Votes

Las últimas investigaciones nos muestran que el ser humano ha existido sobre la Tierra durante periodos que se extienden en millones de años. Durante estos enormes periodos la Humanidad ha pasado, alternativamente, de situaciones en que se hallaba en un estado salvaje, a periodos en que se ha alcanzado una avanzada civilización, cuyas huellas históricas se han perdido. Teniendo en cuenta las evidencias aún existentes, llegamos a la conclusión de que, en efecto, han existido avanzadas civilizaciones prehistóricas. Por ejemplo, en Egipto tenemos el testimonio de numerosos monumentos y papiros, que nos llevan, como mínimo, hasta unos cinco mil años antes de Jesucristo. Según el egiptólogo alemán Heinrich Karl Brugsch (1827 – 1894), Menes, el primer rey de la primera dinastía mencionada por Manetón, alteró el curso del Nilo, construyendo un enorme dique para facilitar la fundación de la ciudad de Menfis. Narmer, o Menes, fue el primer faraón del Antiguo Egipto y fundador de la Dinastía I hacia el 3150 a. C., empezando el período Arcaico en Egipto (3150 – 2680). El primer faraón fue denominado Meni en la Lista Real de Abidos y en el Canon de TurínMen o Min por Heródoto, y Menes de Tis por Manetón. Menes reinó 62 años según Julio Africano, o 60 años según Heródoto y Jorge Sincelo. Aunque en la versión armenia de Eusebio de Cesarea le asignan 30 años de reinado. Menes era rey del Alto Egipto, posible sucesor de Horus Escorpión. Conquistó el Bajo Egipto (delta del Nilo) e instauró su capital en Ineb Hedy "Muralla blanca", la futura Menfis. Avanzó con su ejército más allá de las fronteras de su reino, según Eusebio de Cesarea, y pereció arrollado por un hipopótamo, según Julio Africano. El triunfo de la primera unificación del Antiguo Egipto quedó registrado alegóricamente en la denominada Paleta de Narmer, según Gardiner. La Paleta de Narmer es una placa de pizarra tallada con bajorrelieves, descubierta en 1898 por Quibell y Green en el templo de Horus, en Hieracómpolis (Nejen), y actualmente depositada en el Museo Egipcio de El Cairo. Existen diferentes interpretaciones sobre su posible significado, tanto políticas, como la posible unificación del Antiguo Egipto, como religiosas.

Menes era originario de Tanis, la capital del Alto Egipto, y estaba casado con Neithotep, originaria de Naqada, lo que parece indicar que este matrimonio selló la alianza entre ambas ciudades. Menes fue el primer Gran faraón y unificó los territorios egipcios bajo su mando, según reflejan los relieves de la Paleta de Narmer y reconocieron sus sucesores. La fundación de Menfis, a cientos de kilómetros al norte de Tanis, fue una demostración de poder sobre el Bajo Egipto, al que, según se desprende de la Paleta, veía como pueblo conquistado. Menfis tenía una situación ideal para controlar todo el delta, así como las importantes rutas comerciales al Sinaí y Canaán. Los sacerdotes egipcios contaron al escritor griego Heródoto que para construir la ciudad, Menes ordenó desviar el cauce del Nilo y levantar un dique de contención: «Los sacerdotes explican de Menes, el primer rey de los egipcios, que había protegido a Menfis mediante un dique. Por aquel entonces, el río discurría a lo largo de grandes dunas hacia Libia. Menes logró la desviación del caudaloso río hacia al sur, a unos 100 estadios aguas arriba de Menfis, gracias a los diques; sacó al río del viejo cauce y consiguió que la corriente fluyera por un canal, entre las dunas. Aún hoy los persas observan recelosos esta desviación y nuevo cauce del río, y la vigilan durante todo el año. Saben que si el río consiguiera romper el dique, Menfis correría un gran peligro de inundarse. Cuando Menes, el primer rey, hubo desecado el viejo cauce, fundó inmediatamente en esa llanura esta ciudad, que hoy se llama Menfis. La ciudad se encuentra en la parte estrecha de Egipto. Alrededor de la ciudad, precisamente al norte y oeste, ya que al este corre el Nilo, el primer faraón hizo cavar un lago para que se alimentara del río». El nombre de Narmer aparece en fragmentos de cerámica en la región del delta, e incluso en Canaán, siendo prueba evidente del comercio entre estas zonas. La riqueza agrícola del Delta en minerales del Alto Egipto y la confluencia de diversas rutas comerciales ayudaron a levantar un gran imperio.

La tradición de dividir la historia egipcia en treinta dinastías se inicia con Manetón, historiador egipcio del siglo III a. C., que durante el reinado de Ptolomeo II compuso en griego laAigyptiaka, obra desgraciadamente perdida, pero transmitida y comentada parcialmente por Flavio Josefo, Julio Africano, Eusebio de Cesarea y el monje Jorge Sincelo. Según Heródoto, además de ordenar construir un dique para desecar las zonas pantanosas de Menfis y desviar el cauce de Nilo hacia un lago, para edificar la ciudad, erigió un grandioso templo a Ptah, "Señor de la magia", que era un dios creador en la mitología egipcia. Asimismo, se le consideraba "Maestro constructor", inventor de la albañilería, patrón de los arquitectos y artesanos. Se le atribuía también poder sanador. Equivalentes a Ptah eran la deidad griega Hefestos y la deidad romana Vulcano. Se atribuye a Narmer la tumba B17-18 en la necrópolis de Umm el-Qaab, en Abidos, excavada por Flinders Petrie, situada al lado de la tumba de Aha. También es posible que fuera enterrado en Saqqara, o en la necrópolis de Tarjan, aunque podría tratarse de cenotafios o tumbas simbólicas. William Matthew Flinders Petrie (1853 – 1942) fue un importante egiptólogo británico, pionero en la utilización de un método sistemático en el estudio arqueológico. Ocupó la primera cátedra de Egiptología en el Reino Unido, y realizó excavaciones en las zonas más importantes de interés arqueológico de Egipto, como Naucratis, Tanis, Abidos y Amarna. Algunos consideran que su descubrimiento más famoso es la Estela de Merenptah, también llamada Estela de la Victoria o Estela de Israel, que es una losa de granito gris, erigida por el faraón Amenhotep III e inscrita más tarde, en el reverso, por el faraón Merenptah para conmemorar su victoriosa campaña militar en tierras de Canaán hacia 1210 a. C. La estela fue descubierta en 1896 por Flinders Petrie en el templo funerario de Merenptah, en la región de Tebas (Egipto). La piedra ha alcanzado gran notoriedad porque el texto grabado incluye posiblemente la primera mención conocida de Israel en la penúltima línea, dentro de una lista de los pueblos derrotados por Merneptah. Por esta razón, muchos académicos la denominan "Estela de Israel". La obra original de Manetón se perdió probablemente en el incendio de la Biblioteca de Alejandría. Se sabe, por otros escritores, que Manetón habló de largas épocas egipcias anteriores a la tercera dinastía. Pero aunque no hubiera sido así, la situación retratada del tiempo de Menes es suficiente para mostrar un progreso social que se  extendía en el pasado. Según algunos egiptólogos dedicados a traducir papiros, es preciso remontarse a quince mil años atrás, y no a cinco mil, si queremos formarnos una idea del comienzo de la civilización egipcia.

Gradualmente se han ido acumulando un gran número de evidencias en apoyo de la leyenda sobre el perdido continente de Atlántida. Los sacerdotes egipcios dieron muchos detalles con respecto a la Atlántida a Solón, antepasado de Platón. Durante mucho tiempo los investigadores han tratado esta historia como fabula. No obstante, el cambio continuo en la corteza terrestre nos dice que la mayor parte de lo que hoy es tierra seca, fue en un pasado cubierta por mares, y viceversa. Existen abundantes pruebas, derivadas del estudio de los fondos marinos del océano Atlántico, para mostrar que el sitio que ocupaba la Atlántida probablemente era el que actualmente lo ocupan grandes elevaciones submarinas. Además, la arqueología comparada nos muestra numerosas similitudes entre las ruinas de Méjico y América Central por un lado, y de Egipto y Siria por el otro, además de las similitudes en la escritura y otras simbologías. Esto nos lleva a un posible origen común basado en la Atlántida.  Augustus Le Plongeon (1825 – 1908) fue un fotógrafo, anticuario. arqueólogo amateur y francmasón británico. Realizó estudios de diversos yacimientos arqueológicos precolombinos, particularmente de la civilización maya en la península de Yucatán. A pesar de que sus escritos contienen numerosas nociones de carácter excéntrico, rechazadas por la comunidad científica, el material fotográfico de las ruinas arqueológicas y los glifos de la escritura maya de Le Plongeon son una fuente inapreciable de información, antes de que muchos de estos lugares fueran dañados por el tiempo y los saqueadores. Escribió una historia en la que expuso la hipótesis de la fundación del Antiguo Egipto por los mayas, pueblo que, según su teoría, también habría habitado la Atlántida. Le Plongeon, un explorador perseverante de Méjico y el Yucatán, logró descifrar los caracteres en que estaban escritas las antiguas inscripciones de Méjico, y hasta tradujo un viejo manuscrito que pudo salvarse del vandalismo de Cortes y de los monjes que le acompañaban. Este manuscrito se refiere, casualmente y de un modo directo, a la catástrofe final que sumergió los restos de la Atlántida, que subsistían hace diez o doce mil años. Los estudiantes teosofistas y los lectores de libros teosóficos, saben que la enseñanza que se ha dado sobre los orígenes de la especie humana y en relación con los comienzos del movimiento teosófico, se basan en la creencia en la existencia de la Atlántida. Según la Teosofía, la humanidad evoluciona a través de una serie de grandes razas-raíces,   de las cuales la raza atlante fue la que precedió inmediatamente a la nuestra.

La Atlántida se considera como el "eslabón perdido" entre el Viejo y el Nuevo Mundo. Desde el punto de vista cultural, nos permite comprender ciertos conocimientos existentes en épocas antiguas que resultan mucho más fácilmente explicables si suponemos la existencia de una civilización más antigua, que desarrolló originariamente una cultura y sabiduría, que luego traspasó a unos herederos para desarrollarlas. Pero, como podemos ver en la Edad Media y en otros ejemplos más actuales, el progreso y la civilización no siempre avanzan de manera progresiva. En ocasiones parecen estancarse e incluso retroceder. Cierta información indica que en el mundo de la Antigüedad existía un conocimiento científico mayor de lo que se suponía. Aparte del saber geográfico demostrado por los escritos clásicos en sus referencias a otros continentes, las alusiones a la astronomía, que suelen aparecer disfrazadas bajo la forma de leyendas, son expresión de una cultura que posteriormente se perdió, hasta que fue redescubierta por el mundo moderno. Por ejemplo, los antiguos sabían, supuestamente sin la ayuda de telescopios, que el planeta Urano cubría regularmente con su superficie a sus lunas durante su movimiento de rotación alrededor del Sol. El fenómeno se explicaba en forma mítica afirmando que el dios Urano se comía y vomitaba alternadamente a sus hijos. Hasta épocas relativamente modernas no existió un telescopio lo bastante poderoso como para advertir este fenómeno del planeta Urano. También es sorprendente que Dante Alighieri tuviese su visión anticipada de la Cruz del Sur, doscientos años antes de que el primer europeo hubiese sabido acerca de ella. En La Divina Comedia describió lo que apareció ante sus ojos después de abandonar el infierno en la montaña del purgatorio. Lo que sigue es una traducción: "…Me volví hacia la derecha, mirando hacia el otro polo, y vi cuatro estrellas, nunca antes contempladas excepto por los primeros pueblos. El cielo parecía centellear con sus rayos. ¡Oh, desolada región del Norte, incapaz de verlas…!". Aparte del misterio de la Cruz del Sur, ¿a qué primeros pueblos se refería Dante? Cada cierto tiempo aparece algún artefacto perteneciente a alguna antigua cultura que no se corresponde con los supuestos conocimientos de dichas antiguas culturas. En la British Association for the Advancemente of Science se exhibió, en 1853, una lente cristalina similar a las modernas lentes ópticas. Era una verdadera curiosidad porque fue encontrada en una excavación hecha en Nínive, la capital de la antigua Asiría, y correspondía a una época anterior en casi dos mil años a la técnica moderna para el pulimento del cristal.

En Esmeralda, frente a la costa de Ecuador, entre los restos precolombinos extraídos del fondo del océano y considerados por los arqueólogos como objetos de una gran antigüedad, apareció una lente de obsidiana de unos cinco centímetros de diámetro, que funciona como un espejo y que reduce pero no distorsiona la reflexión. En las excavaciones de La Venta, correspondientes a la cultura olmeca en México, se han encontrado otros pequeños espejos cóncavos de hematita, un mineral magnético de hierro que admite un elevado índice de pulimento. Se considera en la actualidad que la cultura olmeca es la más antigua conocida de México. El examen demostró que estos espejos habían sido esmerilados mediante un proceso desconocido que los hacía más curvos cuanto más cercan del borde. Aunque no se sabe con certeza para qué se utilizaban, ciertos experimentos han demostrado que pueden ser utilizados para encender el fuego, reflejando el sol. En unas excavaciones en Libia, en el norte de África, se han encontrado unos utensilios que parecían ser lentes. Por otro lado, Arquímedes de Siracusa (287 – 212 a. C.), físico, ingeniero, inventor, astrónomo y matemático griego, utilizó también instrumentos ópticos, según afirma Plutarco, "para que el ojo humano pudiera contemplar el tamaño del Sol". Un tipo de calculadora fue hallada en el año 1900 en unas antiguas ruinas del fondo del Egeo, junto a una notable colección de estatuas, entre ellas una de bronce representando a Poseidón, que actualmente se encuentra en el museo de Atenas. Parecía una combinación de placas de bronce en las que aparecía una escritura irregular. Después de limpiarla y someterla a un estudio más completo se concluyó que era una calculadora, con un sistema de engranajes sincronizados que aparentemente servía como una especie de regla de cálculo para conocer la posición del sol, la luna y las estrellas, con fines de navegación. Este solo hallazgo ha provocado un cambio considerable en nuestra comprensión de la navegación de la Antigüedad. Otro caso significativo es el sorprendente mapa de Piri Reis, un mapamundi que pertenecía a un capitán de marina turco del siglo XVI y que mostraba las costas de Sudamérica, África y partes de la Antártica, pese a que resulta inimaginable pensar cómo pudo ser incluido este continente antes de que estuviese cubierto de hielo. Los estudios antárticos modernos confirman la exactitud del mapa.

El mapamundi de Piri Reis habría sido diseñado a partir de los antiguos mapas griegos perdidos tras la destrucción de la biblioteca de Alejandría. Ello significaría que durante la Edad Media se perdieron u olvidaron importantes conocimientos geográficos que estaban a disposición del mundo de la Antigüedad. Esto solo se explicaría por una civilización a nivel mundial, con avanzados conocimientos. Tal vez la perdida Atlántida.  Edgerton Sykes, importante autoridad británica en el tema de la Atlántida, cita a R. Dikshitar, de la Universidad de Madras, quien afirmaba que el uso de explosivos ya era conocido en la India en el año 5000 a. de C. El fuego griego de Bizancio que ayudó a los bizantinos a conservar su imperio durante el milenio posterior a la caída del Imperio romano de Occidente, era un misterio ya entonces. Parece que lo lanzaban desde las galeras en proyectiles y al chocar contra otras galeras seguía ardiendo, aunque le echasen agua. Es posible que los explosivos fueran utilizados en Europa en varias ocasiones, durante los ataques de Aníbal contra los romanos. En todo caso, si ése era el material empleado, lo mantuvieron secreto para que los romanos pensaran que se trataba de poderes sobrenaturales. Los romanos contaban que las rocas eran destruidas por el fuego y por un tratamiento posterior con agua y vinagre. Más tarde, en la batalla de Tresimeno, la tierra tembló y grandes piedras cayeron sobre los romanos, que fueron derrotados por los cartagineses.  Algunos años antes, en la India, las tropas de Alejandro Magno habían vivido una experiencia aterradora. Los defensores de una ciudad hindú les lanzaron "truenos y rayos" desde las murallas de la población que estaban atacando. Se ha sugerido que la caída de las murallas de Jericó fue ocasionada en realidad por los explosivos colocados en túneles excavados bajo ellas por los atacantes hebreos y no por el estruendo de sus trompetas. Normalmente esas armas secretas parecen haber sido utilizadas por culturas más antiguas, que supuestamente las heredaron de otras, sin que se sepa quiénes fueron los primeros en hacer uso de ellas. Cuando se estudia la gran pirámide de Gizeh se tiene la impresión de que alguna raza superior de artesanos del pasado hubiese dejado sus conocimientos para épocas futuras. Aparte de su tamaño, no se había advertido nada extraordinario en la gran Pirámide, hasta la ocupación francesa, cuando los agrimensores de Napoleón comenzaron a trazar un mapa de Egipto. Como es natural, eligieron la gran pirámide como punto inicial de su triangulación. Al utilizarla como base notaron que si seguían las líneas diagonales del cuadrado de la base, trazaban con toda exactitud el Delta del Nilo, y que el meridiano pasaba exactamente por el ápice de la pirámide, cortando el Delta en dos partes iguales.

Es evidente que alguien había dispuesto que la pirámide estuviese en aquel lugar por una razón especial. Ulteriores estudios de las medidas del monumento demostraron que si el perímetro de su base es dividido por el doble de su altura se obtiene la cifra 3,1416, ó pi. Su orientación es exacta, dentro de los 4 minutos 35 segundos. La pirámide tiene su centro en el paralelo 30, lo cual es de por sí desusado, puesto que separa la mayor parte de la superficie terrestre del planeta de la mayor porción cubierta por el océano. Desde el lado Norte sale una galería que lleva a la cámara real. Desde el final de esta galería, y a través de millones de toneladas de rocas perfectamente dispuestas, se puede ver en línea recta la estrella polar, que en la época de la construcción de la pirámide pertenecía a la constelación del dragón. La altura de la gran pirámide multiplicada por un billón da la distancia de la Tierra al Sol. Cada lado resultó igual, en codos, al número de días que tiene el año. Otros cálculos indican el peso de la Tierra y su radio polar, y el estudio de un receptáculo oblongo de granito rojo hallado en la cámara real sugiere todo un sistema de medidas de volúmenes y dimensiones. Los estudios de la gran pirámide han sido el tema de muchos. La mayor de las pirámides egipcias es aparentemente la única que contiene tales medidas, y no existen indicios de que los egipcios pensaran, a lo largo de los siglos, que hubiese allí nada, excepto tesoros, o tuviera otra finalidad que la de ser la tumba del faraón. Estas maravillas arquitectónicas nos confirman que hay un aspecto misterioso en el origen de la civilización egipcia: aproximadamente en la época de la primera dinastía, alrededor del 3200 a.C.. En efecto, Egipto pasó repentinamente de una cultura neolítica a otra avanzada, con herramientas de cobre muy eficaces, que les permitieron construir grandes templos y palacios y con las que desarrollaron una civilización avanzada y una escritura muy elaborada. Aparentemente, no pasaron por una etapa intermedia. Manetón afirmaba que había sido obra de los dioses que gobernaron el país antes de Menes, el primer faraón. Y aquí vuelve a aparecer la posible explicación de la Atlántida como origen de todos estos conocimientos.

Existen unos 150 Upanishads, libros sagrados hinduistas, aunque la tradición afirma que los Upanishads son 108, de acuerdo con el número cabalístico hinduista. La mayoría están escritos en prosa con algunos rasgos poéticos, pero cierto número de ellos han sido compuestos en verso. Su extensión puede ir desde una página impresa hasta unas cincuenta páginas. Se piensa que su forma, como se la conoce hoy en día, se adoptó entre los años 400 y 200 a. C. Por lo tanto representan un aspecto del hinduismo védico casi tardío. No obstante, se cree que algunos Upanishads fueron compuestos un par de siglos antes, en el siglo VI a. C. En la actualidad, los hinduistas creen que todos los Upanishads fueron escritos por el avatar Viasa «a finales del dwápara-iuga», lo que, según los cálculos astrológicos de Varaja Mijira (505-587),  habría sucedido entre el 3200 y el 3100 a. C., pero la mayoría de los historiadores actuales creen que fueron compuestos desde el siglo VI a. C. en adelante. Los Upanishads se han atribuido a varios autores: Iagñavalkia y Uddalaka Aruni ocupan un lugar destacado en los primeros Upanishads. Otros escritores importantes incluyen Shweta Ketu, Shandilia, Aitareia, Pipalada y Sanat Kumara. Existen dos mujeres importantes mencionadas como interlocutoras de los sabios varones: Maitrei, la esposa de Iagñavalkia, y Gargui. Radhakrishnan considera que las atribuciones a estos autores en el texto son poco fiables, considerando que estos supuestos autores son en realidad personajes de ficción. Un ejemplo es Shuetaketu, personaje y autor delChandoguia-upanishad, de quien no hay fuentes o libros que lo mencionen, ni ninguna otra obra atribuida a él. Según Radhakrishnan, la mayoría de los Upanishads se mantuvieron en secreto durante siglos, y se transmitían a otras personas por vía oral en el forma de sloka (versos cantados), lo que hace difícil determinar cuánto han cambiado los textos actuales a partir de los textos originales. Los Upanishads, antiquísimos libros religiosos de la India, contienen algunos pasajes que durante siglos parecieron oscuros y difíciles de interpretar. En cambio, si se consideran desde el punto de vista de la composición molecular de la materia, resultan bastante sencillos. Constituyen otro caso de conocimiento científico conservado gracias a libros sagrados. A la antigua India le debemos nuestro conocimiento del cero, o más bien nuestro uso del cero. Nos llegó desde allí a través de los árabes, que lo escribían como un punto. Sin embargo, los mayas de México y Guatemala también lo conocieron y lo utilizaron con asombrosa exactitud en cálculos astronómicos y cronológicos.

En los calendarios del antiguo Egipto y de México se advierte una interesante coincidencia astronómica. Ambos calcularon, o tal vez recibieron la información de otra fuente, que el año está compuesto de 365 días y seis horas, basándose en una división de los meses que dejaba cinco días complementarios al final de cada año y una cantidad adicional en cada ciclo, que en el caso de los aztecas era de 52 años, y en el de los egipcios de 1460 años. Nuestra fecha equivalente al comienzo del año azteca y egipcio, que iniciaban el suyo en el mes de Toth, era para ambos el 26 de febrero. Otra muestra de una civilización común. Tal vez la Atlántida. Sin embargo, junto a estos notables conocimientos, matemáticos y de otra naturaleza, nos encontramos con la sorpresa de que los mayas y otros pueblos amerindios no conocían las posibilidades que ofrecía la rueda para el transporte. Se pensaba que ninguno de ellos había conocido el uso de la rueda, hasta que se encontraron ciertos juguetes mexicanos antiguos, con ruedas. Tal vez la conocieron en una época y luego la olvidaron. O quizás utilizaban algún otro medio de transporte. Cierto es que cuando los conquistadores españoles llegaron a América, la civilización maya se hallaba en un período de decadencia, y también la gran cultura tolteca de México se había eclipsado, lo mismo que la de los primeros constructores sudamericanos del Cuzco y Tiahuanaco. Es posible que hubiesen estado influidos por una gran y avanzada cultura, pero que con el tiempo, una vez desaparecida aquella gran cultura, tal vez la Atlántida, se hubiesen ido degradando. En las ruinas mayas pudo advertirse una sorprendente similitud con la arquitectura del antiguo Egipto. Los mayas construyeron pirámides, columnas, obeliscos y estelas, pero no el verdadero arco. Asimismo  utilizaron jeroglíficos y bajorrelieves como elementos decorativos y como descripción de sus costumbres en frisos de piedra. Aunque otras arquitecturas amerindias también recuerdan a la egipcia, con sus pirámides y construcciones que se extienden por Centro y Sudamérica, la maya es a la vez la que más se asemeja a la de Egipto. Al estudiar el origen de las culturas maya, olmeca y tolteca y el de las civilizaciones de otros pueblos precolombinos de América Central, vemos que Sahagún, cronista de la conquista española, consigna un curioso informe tomado de fuentes antiguas, en el sentido de que sus culturas se exportaron a México y América Central desde otro lugar. Y cita el siguiente párrafo de un documento indígena: "… vinieron atravesando las aguas y desembarcaron cerca (en Vera-cruz)… los ancianos sabios que tenían todos los escritos, los libros, las pinturas".

Edgarton Sykes ofrece una interesante explicación respecto a la costumbre maya de abandonar sus ciudades y construir otras nuevas: "Si los mayas llegaron desde territorios situados al este de la América Central, sin duda, vivieron en esas regiones que posteriormente quedaron sumergidas, lo cual les habría obligado a abandonarlas y a construir otras que finalmente también se hundieron. Este hábito de huir de los territorios inundados podría explicar la costumbre maya de abandonar una ciudad tras otra antes de que el mar les alcanzara". Frente a la costa mexicana y bajo las aguas del Caribe, existen ruinas mayas, y algunos especialistas piensan que las numerosas nueva ruinas bajo el mar, descubiertas en una prospección aérea, corresponderían también a esa cultura o tendrían un origen aún más antiguo. El aparente retroceso cultural desde un punto de partida muy avanzado, es también  evidente en el Imperio inca. En efecto, los pueblos que precedieron a los incas en Sudamérica dejaron construcciones que resultan inexplicables. Cuando examinamos los restos arquitectónicos de Perú y Bolivia nos resulta imposible comprender cómo fueron construidos. Los bloques de piedra del Cuzco son de dos tipos distintos, los que utilizaron los incas en sus templos y palacios y los que aparecen en las construcciones más antiguas, de enormes proporciones y que encajan exactamente unos con otros. Estas construcciones habrían sido obra de los predecesores de los incas, de quienes sólo nos han quedado algunas leyendas. Aquí, al igual que en otras construcciones megalíticas, nos preguntamos cómo pudieron los pueblos primitivos cortar y transportar por terrenos montañosos estas piedras ciclópeas, aún mayores que las de las pirámides egipcias. Asimismo es sorprendente cómo pudieron los predecesores de los incas encajar los bloques con tanta perfección, si no disponían de una avanzada tecnología o de poderes paranormales. Otro enigmático tema es por qué no cortaron los bloques de piedra en líneas rectas, en lugar de usar extraños ángulos para luego hacerlos coincidir. Una posible respuesta sería que intentaban dotar a los edificios de una mayor resistencia a los terremotos, ya que en la región andina se han producido terribles movimientos terrestres, incluso en épocas relativamente recientes. La ciudad de Tiahuanaco, a orillas del lago Titicaca, en Bolivia, constituye otra inexplicable ruina ciclópea. A su llegada, los primeros españoles ya la encontraron abandonada y en ruinas. Estaba construida con enormes bloques de piedra, algunos de los cuales pesan hasta doscientas toneladas, que estaban unidos mediante pernos de plata. Dichos pernos fueron sacados por los avariciosos conquistadores españoles, lo que provocó que los edificios se desplomaran en los siguientes terremotos.

En Tiahuanaco se han encontrado piedras de cien toneladas enterradas para servir de cimientos a las murallas que sostenían las construcciones. También se hallaron marcos de puertas de tres metros de altura y setenta centímetros de ancho, esculpidas en bloques de piedra de una sola pieza. Según las leyendas locales, la ciudad fue construida por los dioses. Lo que es evidente que los constructores eran superhombres o disponían de una avanzada tecnología, ya que estas enormes ruinas se hallan a 4000 metros de altura y en una zona árida, incapaz de proporcionar los alimentos necesarios para alimentar a una gran población, que sería indispensable para levantar construcciones tan inmensas. Algunos arqueólogos sudamericanos creen que Tiahuanaco fue construida en una época en que estaba a un nivel de casi 3200 metros por debajo del actual. De hecho, en los alrededores existe un antiguo puerto abandonado. Esta teoría se basa en los cambios que ha experimentado la cordillera de los Andes y que vienen atestiguados por los depósitos de piedra caliza y las líneas de demarcación del agua que han quedado en laderas y montañas. Además se apoya en el supuesto de que la región de los Andes y del lago Titicaca fue levantada en poco tiempo, destruyendo y despoblando Tiahuanaco y otros centros de esta cultura prehistórica. Los restos de antiguos animales, como mastodontes, toxodones y perezosos gigantes, encontrados en lugares cercanos sugieren este sorpresivo cambio de altitud. Esos animales no podrían haber vivido en la altura que dichos territorios tienen en la actualidad. Y tampoco la población necesaria para construir una ciudad como aquélla, habría podido subsistir en una zona tan árida y elevada. Entre las ruinas se han encontrado representaciones de estos animales en cerámicas, debidas a la mano de los antiguos habitantes de la región, posteriormente desaparecidos. Algunos arqueólogos calculan que Tiahuanaco fue abandonada hace unos diez o doce mil años. Curiosamente este cálculo coincidiría con el que los sacerdotes egipcios comunicaron a Platón como época del hundimiento de la Atlántida. Mientras una parte del mundo se hundía, otra se levantaba, como si se produjeran grandes pliegues o balanceos de la superficie de la Tierra. Se cree que en este supuesto pliegue también fue afectada la costa occidental sudamericana.

Charles Frambach Berlitz (1914 – 2003), escritor estadounidense, muy conocido por sus obras sobre fenómenos paranormales y sobre enseñanza de idiomas, en 1977 publicó el libro Misterios de los Mundos Olvidados, en uno de cuyos pasajes describía el descubrimiento de una ruinas submarinas en la costa del Perú, de la cual se tomaron fotografías, pero fueron celosamente censuradas. Berlitz escribía: "En 1966, un gran descubrimiento llevado a cabo a la altura de la costa del Perú produjo gran conmoción en el mundo de la arqueología, aunque nunca se llegó a hacer público. Todo comenzó cuando la Universidad de Duke patrocinó un viaje de investigación oceanográfica, bajo la dirección del doctor Robert Menzies, con el exclusivo fin de localizar cierta especie rara de molusco marino en la zanja de Milne-Edward, frente a la costa peruana. En el curso de esta búsqueda, las cámaras fotográficas captaron lo que luego fue descrito como columnas talladas, que se extendían por una llanura submarina a una profundidad de mil brazas. Posteriormente se utilizaron modernos aparatos de sonar, y se comprobó la existencia de otras columnas y rocas talladas en la vecindad, que parecían ser restos de antiguas construcciones, aunque, según el doctor Menzies, la idea de una ciudad hundida en pleno Pacífico era algo verdaderamente increíble. Una inspección preliminar de las factorías que se obtuvieron demostró que las columnas no sólo estaban talladas sino que además, parecían grabadas con ciertos caracteres escritos. El hecho de que las columnas fuesen fotografiadas a tanta profundidad no significa forzosamente que fueran construidas en aquel lugar cuando la tierra estaba por encima del nivel del mar; podían ser los restos del cargamento de un galeón español hundido en aquellos parajes. No obstante, la presencia cercana de lo que parecían restos de edificaciones en caja perfectamente con la teoría arqueológica sobre catastróficos cambios de terreno en muchos lugares de Sudamérica. Nos referimos a aquellos cataclismos que elevaron a cientos de metros muchas tierras bajas; que vaciaron lagos y mares interiores, el nivel de cuyas aguas puede observarse todavía en las marcas que dejaron en las montañas circundantes; que resquebrajaron ciertas montañas, pusieron al descubierto sus cuevas interiores y lanzaron parte de las mismas sobre las altiplanicies vecinas; que hundieron otras ciudades en profundas zanjas a la altura de la nueva costa formada. Las fotografías de estas columnas talladas se guardan celosamente en los archivos oficiales y jamás se ha dado ninguna información sobre las mismas. Tampoco se ha intentado organizar una expedición para rescatarlas del fondo del mar, ya que ello implicaría unos gastos considerables".

 

El doctor Maurice Ewing, del Observatorio Geológico Lamont, hizo la siguiente declaración, refiriéndose al sistema de fallas y cordones sísmicos del océano: "…El efecto opuesto a la tensión es la compresión, que da como resultado el pliegue de la superficie terrestre. Los sistemas montañosos continentales, como las Montañas Rocosas y los Andes, tuvieron su origen probablemente en uno de esos pliegues". Existen otros indicios de  civilizaciones prehistóricas en Sudamérica que resultan desconcertantes. Por ejemplo, los juguetes con ruedas en el antiguo México. Asimismo encontramos una tradición que afirma que los antiguos habitantes de la región peruana desarrollaron un sistema de escritura jeroglífica similar a las de civilizaciones centroamericanas. Pero los incas lo prohibieron e introdujeron su propio sistema de registro, basado en cuerdas anudadas y coloreadas, llamadas quipus. Estas cuerdas, que servían para llevar un registro de los tributos, los impuestos y el censo, es posible que constituyeran de por sí un sistema de escritura o cálculo. Algunas de las construcciones antiguas son tan enormes que resultan casi inverosímiles. Por ejemplo, en Cholula, México, hay una colina que fue originalmente una pirámide y ahora está coronada por una iglesia. Se cree que fue construida como refugio, en prevención de futuras inundaciones. Pero la tradición dice que una confusión de idiomas provocó la dispersión de los constructores, una leyenda que recuerda a la de la torre de Babel. En las afueras de Quito, Ecuador, hay una montaña que tiene una forma tan regular que algunos observadores piensan qué se debe a la mano del hombre, y que, en realidad, se trataría de una pirámide gigantesca. De todos modos, la impresión general es que resulta demasiado grande como para haber sido hecha por el hombre. Las enormes pirámides toltecas y aztecas eran las bases de templos levantados en la cima, y maravillaron tanto a los españoles que las llamaron "mansiones del cielo". En el mundo atlántico y en el Mediterráneo antiguo encontramos monumentos y construcciones de piedra de grandes proporciones. En efecto, encontramos los misteriosos círculos monolíticos de Stonehenge, los dólmenes de Bretaña y Cornualles, los fuertes neolíticos de Irlanda y las islas Canarias, las pirámides, que vemos en Egipto, América y Mesopotamia, los conjuntos de cavernas de Cerdeña, Malta y las islas Baleares, así como la existencia en la Grecia y Micenas arcaicas de restos de una arquitectura ciclópea similar a la del Yucatán.

La finalidad concreta de algunas de estas estructuras megalíticas no resultan claros a primera vista. Los grandes círculos de piedra de Stonehenge, en Inglaterra, son interesantes no sólo por el tamaño de las piedras, sino también por la forma en que fueron erigidas. El eje central de Stonehenge coincidía exactamente con la salida del sol en pleno verano. Otros hallazgos parecen confirmar el propósito de que fuera un enorme reloj astronómico, y todo ello demuestra que sus constructores no sólo tenían conocimientos de astronomía sino también de trigonometría. En Avebury encontramos otra serie de construcciones de piedra destinadas a servir de calendario y grandes dibujos planos que fueron trazados en la tierra, pero que sólo resultan visibles desde arriba. Estos grabados son tan grandes que su diseño pétreo sólo puede ser advertido mediante la exploración aérea. Esto nos lleva a la antigua India. La epopeyaMahabharata nos habla de terribles armas y se considera que tiene, por lo menos, 5.000 años de antigüedad. Vale la pena leer esta epopeya con los ojos del conocimiento moderno. También es sorprendente que en el Ramayana, las vimanas, máquinas voladoras, navegasen a gran altura con la ayuda del mercurio y de un fuerte viento propulsor. Las vimanas podían cubrir enormes distancias y podían viajar hacia todos los lados. Tenían una  increíble capacidad de maniobra: "Al mandato de Rama, la magnífica carroza se elevó a una montaña de nubes con un enorme estruendo". No solamente se menciona un objeto volador, sino que también el cronista habla de un enorme estruendo. Otro pasaje del Mahabharata dice: "Bhima voló con su vimana en un rayo enorme, brillante como el sol, e hizo un ruido como el trueno de una tormenta". ¿Cómo pudo un antiguo cronista dar descripciones que presuponen tener idea de naves volantes? En el Samsaptakabadha se hace una distinción entre carrozas que vuelan y las que no pueden hacerlo. En Cornualles tenemos una zona en la que están situados muchos misteriosos dólmenes. Es una península y es la parte de Inglaterra que más se adentra en el Atlántico, avanzando tal vez hacia el lugar, probablemente la Atlántida, de donde llegaron los constructores originales para levantar los que parecen enormes "relojes planetarios" de piedra. Al otro lado del Atlántico, en una región desértica, Nazca, que se encuentra a unos 200 kilómetros al sur de Lima, Perú, existe una sorprendente serie de formas geométricas que aparecen junto a inmensas figuras de pájaros, animales y personas dibujadas en la tierra. Sus dimensiones son tan grandes que sólo pueden apreciarse desde el aire. Pero aún más insólito resulta el conjunto de líneas y franjas trapezoidales. Al igual que los dibujos, no fue advertido hasta 1939, cuando las observó desde un avión un profesor de historia que estudiaba las técnicas antiguas de regadío. Ello nos vuelve a llevar al tema de los vimanas de la antigua India.

Se cree que estas figuras se deben a la cultura nazca, un pueblo indio anterior a los incas y posteriormente desaparecido. Una de las teorías al respecto afirma que estas líneas están relacionadas con el solsticio y el equinoccio de la era nazca. En otras palabras, que serían un enorme calendario astronómico similar a los de Stonehenge y Avebury. Los conquistadores españoles encontraron la ciudad de Tiahuanaco ya casi abandonada por los indios que vivían allí. Supieron que los Incas habían estado ahí, al menos un siglo antes que ellos, y que habían encontrado la misteriosa ciudad ya en ruinas y aparentemente desierta desde mucho tiempo antes. Cuando preguntaron sobre el origen de la ciudad les explicaron que Tiahuanaco fue construida en una sola noche por gigantes desconocidos. Los Incas hablaban de los habitantes originales de la ciudad y de su fundador, Kon Tiki, más tarde llamado Viracocha, que fue un dios blanco y barbado, al que se  ha relacionado con el Quetzalcóatl azteca. El monumento llamadola puerta del sol, a la entrada de la ciudad, es un arco tallado de una sola piedra y que mide tres por cuatro metros. Tiene una serie de grabados que representan un calendario de 260 días, correspondientes al año solar venusino. Dice una antigua leyenda, que en la noche de los tiempos, llegó a este mundo una mujer celeste en una nave brillante como el Sol, para engendrar una nueva raza de hombres de origen divino. Esta mujer fue llamada por sus descendientes Orejona, por sus largas orejas, similares a las de los gigantes de la isla de Pascua. Se dice también que esta mujer tenía sólo cuatro dedos en cada mano y que una vez terminada su labor se marchó para siempre en su carro celeste. Los descendientes se multiplicaron y poblaron la zona, en donde nació más tarde otra leyenda que habla de un dios llamado Kon Tiki, que arribó del mar para enseñar a los nativos la ciencia de la astronomía, matemáticas y técnica, a fin de poder construir ciudades tan colosales como Tiahuanaco. Kon Tiki se marchó hacia el mar, de donde había venido. Podría pensarse que las líneas de Nazca formaban parte de un sistema de orientación para el aterrizaje de las naves de los dioses. Pero desgraciadamente los descendientes de los nazcas han olvidado la finalidad para la que fueron construidos.

Las antiquísimas pinturas de las cavernas de Europa, en Lascaux, Altamira y otros lugares, lo mismo que las de Tassili, en el Sahara, generalmente se consideran obra del hombre de Cromagnon, correspondiente a una cultura pre-glacial que habría existido hace unos treinta mil años. Algunas de esas pinturas resultan muy elaboradas en cuanto a estilo, composición y tratamiento del tema, de modo que parecería que las cavernas en que se hallan hubiesen sido utilizadas por grupos prehistóricos muy diversos. Entre ellos había algunos que poseían una técnica artística muy estilizada. Al examinarlas ahora, al cabo de más de treinta mil años, parecen extrañamente modernas, a diferencia de lo que ocurre con muchos de los períodos artísticos de los siglos intermedios. Tal vez fueron refugiados de una región sumergida en el océano Atlántico, como se cree fue la Atlántida. Sin embargo, ninguna de las similitudes arriba descritas, ni las formas arquitectónicas aparentemente relacionadas con ellas aportan prueba alguna de la existencia de la Atlántida. Actualmente es sólo una hipótesis de trabajo, que si resulta cierta, haría que muchos aspectos, aparentemente inconexos, encajaran perfectamente. Esta sería una explicación atlántica, basada en la presunta existencia de un antiguo continente atlántico, que sería una especie de puente terrestre entre América y Europa. Esta supuesta conexión terrestre explicaría también los hallazgos de huesos de mamuts o elefantes, leones, tigres, camellos y caballos primitivos que se han encontrado en América. Aunque ninguno de esos animales estaba allí cuando llegaron los españoles, sus restos han sido identificados. Una tradición sobre Bochica, el maestro que llevó la civilización a la nación muisca, cuenta que un hombre desconocido, entrado en años, con el cabello blanco recogido por una cinta y la barba hasta la cintura, vistiendo una túnica hasta las pantorrillas, sobre la cual llevaba una manta anudada por las puntas sobre un hombro, y armado con un bordón de macana, llegó montado en camello por el oriente y entró al reino muisca por el poblado de Pasca, al sur de la capital del Zipazgo. De allí se trasladó a Bosa. En esta zona era llamado Chimizayagua, que quiere decir mensajero de Chiminigagua. Enseñó a hilar algodón y tejer mantas. Al salir de cada pueblo dejaba telares pintados en alguna piedra lisa, vestigios que todavía hoy se observan en ciertos lugares del Altiplano cundiboyacence. De Bosa pasó a los pueblos de Fontibón, Funza, Serrezuela y Zipacón, desde donde emprendió una marcha hacia el norte, llegando a Cota, donde residió algún tiempo. Pasó luego a Gámeza y se retiró a la cueva de Toyá, donde recibió la visita de los caciques de Tópaga, Tota, Pesca y Firavitoba. Prosiguió su viaje por el nordeste hasta llegar a territorio de los indígenas guanes. Algunos lo dibujaron en rocas de las márgenes del río Sogamoso, donde se recogía a meditar.

Luego de permanecer un tiempo entre los guanes, Bochica retornó hacia el este, entró a la provincia de Hunza (Tunja), territorio del Zaque, y se estableció por algún tiempo en Sogamoso, la capital muisca del Sol. Desapareció en el pueblo de Iza, donde quedó estampada la huella de uno de sus pies, y desde entonces el lugar se convirtió en sitio de peregrinación. Bochica predicó la consideración que hacia los grandes gobernantes, el Zipa en Bacatá y el Zaque en Hunza, debían tener los caciques, puesto que el Zipa era hijo de Chía, la Luna, y el Zaque era hijo del Sol, cuyo templo, recubierto de láminas y estatuillas de oro, se erigía en Sogamoso, y que fue incendiado y desmantelado por los españoles durante la Conquista. El elefante, o quizás el mamut, es un motivo que aparece con frecuencia en el arte y la arquitectura amerindia, a pesar que al llegar los españoles no hallaron ninguno de estos animales.  Evidentemente, los amerindios parecían conocer que los elefantes poseían una trompa. En Palenque, Yucatán, se encontraron adornos con forma de cabeza de elefante y máscaras en bajorrelieve representando el enorme animal, y en Wisconsin existe aún un promontorio que luce claramente la figura de un paquidermo en sentido vertical. Con razón se le conoce como el montículo del elefante. También se han descubierto pipas de esa forma en otro promontorio indio, en Iowa. En la América Central precolombina se hallaron pequeñas reproducciones de elefantes alados, fabricados en oro, que se usaban como adornos para colgantes. En relación con este último caso, un crítico italiano sostuvo que si los elefantes no tienen alas hoy, probablemente tampoco las tenían entonces. Pero entonces, ¿cómo se explican los caballos alados, como Pegaso, que encontramos en nuestras propias leyendas? El coronel A. Braghine, en su libro El enigma de la Atlántida, sugiere la existencia de una posible relación entre elefantes y mamuts y las variaciones ocurridas en la superficie terrestre en la misma época del supuesto hundimiento de la Atlántida. Traza un paralelismo entre los numerosos mamuts que se han hallado congelados en Siberia, de una antigüedad estimada de unos doce mil años, y un campo entero de huesos de mastodonte que ha aparecido en Colombia, cerca de Bogotá. Braghine piensa que todos esos animales murieron a consecuencia de un súbito cambio climático. Algunos de los mamuts siberianos aparecieron de pie, congelados y con restos de comida sin digerir en sus estómagos. Pero este tipo de alimentos ya no existe en aquella región. Por otra parte, se ha sugerido que pudieran haberse ahogado en un mar de lodo que posteriormente se congeló.

Braghine piensa que la repentina muerte de los mastodontes se debió a una súbita elevación del terreno en que pastaban, como lo indica la cantidad de huesos hallados en un solo lugar, cerca de Bogotá. Se calcula que ambos fenómenos, la elevación de Sudamérica y la inundación y congelación de los pantanos siberianos, fueron acontecimientos contemporáneos, aproximadamente en la época en que, según Platón, se habría producido el hundimiento de la Atlántida. Tenemos el caso de otros animales menores que también servirían de prueba para la teoría de que Europa y América  estaban casi unidas allí donde hoy tenemos océanos. Seguramente una gran isla-continente, como la Atlántida, habría permitido el fácil paso de un continente al otro. En Europa, el Norte de África y en las islas del Atlántico, aparece el mismo tipo de gusanos de tierra. Tanto en América como en Europa se puede encontrar un mismo crustáceo de agua dulce, y hay ciertas especies de escarabajos excavadores que sólo se desarrollan en América, África y el Mediterráneo. De las mariposas halladas en las islas Azores y Canarias, dos terceras partes son iguales a las de Europa y alrededor de una quinta parte a las de América. Hay un molusco, llamado oleacinida, que sólo existe en América Central, las Antillas, Portugal y en las Azores y Canarias. Dado que los moluscos están pegados a las rocas y salientes próximos a la costa, y a que sólo se desplazan a otros lugares cuando hay determinadas temperaturas, tienen que haber existido algunos puentes terrestres que explicarían la presencia de estos moluscos, en puntos tan distantes unos de otros. En una caverna de la isla de Lanzarote, cerca de la Cueva de los Verdes, en las islas Canarias, existe un estanque de agua salada en el que habitan unos pequeños crustáceos llamados munidopsis polymorpha, que son ciegos y que no existen en ningún otro lugar. Otras especies, similares a la anterior pero no ciegas, los munidopsis tridentata, viven en lo que podría ser la salida submarina de esta laguna atlántica, situada casi a una milla de distancia, en el océano. Los científicos que han estudiado este fenómeno piensan que los munidopsis polymorpha ciegos quedaron atrapados en el estanque subterráneo hace miles de años y perdieron gradualmente la vista. Durante el descubrimiento de las islas Azores se encontraron conejos, lo que sugiere la existencia de algún tipo de conexión terrestre.

Antes de la conquista europea, las Islas Canarias estaban habitadas por distintas poblaciones que popularmente se han venido conociendo como guanches, aunque en realidad, en cada isla tenía una denominación distinta. Los antiguos habitantes de Canarias eran un pueblo entroncado con los antiguos bereberes del norte de África que, al igual que los guanches, probablemente tenían un origen atlante. Hasta mediados del siglo XX, algunos investigadores defendieron una teoría que vincula a las poblaciones bereberes con los germánicos. Sin embargo, esta teoría es rechazada actualmente por historiadores y antropólogos. En cuanto al poblamiento de las islas, las teorías más aceptadas en la actualidad son aquellas que defienden que estas poblaciones fueron traídas o bien por los fenicios o bien por los romanos. Otra hipótesis indica que existieron sucesivas oleadas migratorias producidas primero por la desertización progresiva del desierto del Sáhara y después por la presión del Imperio romano sobre el norte de África. Además, tanto el tipo humano como las raíces lingüísticas apuntan a una casi segura procedencia bereber. En todas las Canarias existen topónimos de clara ascendencia bereber o tamazight (Tegueste, Tinajo, Tamaraceite o Teseguite). Las principales actividades económicas de estas poblaciones eran el pastoreo, la agricultura, la recolección de frutos y bayas y el marisqueo en las costas. Es difícil separar los relatos de los mitos oceánicos de la antigüedad y las referencias directas a las Islas. En la Antigüedad Clásica el Atlántico era el límite del mundo conocido y los relatos míticos sobre los Campos Elíseos o el Jardín de las Hespérides se mezclan con los conocimientos geográficos de la época. Las citas más antiguas son dudosas y probablemente hacían referencia a distintos puntos del Mediterráneo occidental y de la costa atlántica norteafricana. En los textos romanos de Plinio el Viejo, las islas Canarias aparecen ya citadas y descritas. Posiblemente las islas fueron descubiertas por primera vez por el explorador cartaginés Hannón, en su primer viaje de circunvalación africano, en el año 570 a.C. El primer documento escrito con una referencia directa a Canarias se debe a Plinio el Viejo, que cita el viaje del Rey Juba II de Mauritania a las islas en el 40 a. C, y se refiere a ellas por primera vez como Islas de los Afortunados. En este documento también aparece por primera vez el término Canaria, utilizado probablemente para hacer referencia a la isla de Gran Canaria.

De acuerdo con Plinio, este nombre le fue dado a la isla en memoria de dos grandes mastines que los enviados de Juba capturaron allí y llevaron posteriormente a Mauritania, en realidad en el actual Marruecos, y que aparecen representados a ambos lados del actual escudo de Canarias. Esta historia, no obstante, tiene algunos visos de no ser exacta, entre otras cosas porque se sabe que a la llegada de los castellanos y otros navegantes europeos posteriores, las razas de perro nativas del archipiélago eran de pequeño tamaño. El geógrafo hispanorromano Pomponio Mela las situó por primera vez con exactitud en un mapa, y Plutarco fue informado por el general Sertorio de la existencia de las islas, a las que este último pensó en retirarse desde España por sus problemas políticos. Durante mil años, entre los siglos IV y XIV, las islas parecen desaparecer de la historia. El único testimonio documental de esta época, muy dudoso, es el famoso viaje de San Borondón, cuya leyenda se extendió durante siglos por la Europa cristiana. Durante la Edad Media fueron visitadas por los árabes. En el siglo XIV se produce el redescubrimiento de las islas. Se produjeron numerosas visitas de mallorquines, portugueses y genoveses. Lancelloto Malocello se instala en la isla de Lanzarote en 1312. Los mallorquines establecieron una misión en las islas con un obispado, que permaneció desde 1350 hasta 1400, y del cual proceden algunas imágenes y tallas de vírgenes que actualmente son veneradas en las islas y que anteriormente lo fueron por los guanches. Los contactos mantenidos durante la Antigüedad clásica entre el mundo mediterráneo y Canarias, quedaron interrumpidos a partir de la decadencia y posterior caída del Imperio romano de Occidente. Eso no quiere decir, que las islas permanecieran en un absoluto aislamiento del exterior o que no se tuviera alguna información sobre ellas. Durante la Edad Media, las primeras informaciones sobre las islas Canarias las aportan fuentes árabes que se refieren a islas atlánticas que bien pudieran ser las Canarias. Lo que sí parece evidente es que este conocimiento no supone una alteración del aislamiento cultural de los aborígenes. A partir de finales del siglo XIII, menudean las visitas de europeos al archipiélago.  La primera visita documentada fue la de Lanceloto Malocello que, en 1312 se estableció en Lanzarote, permaneciendo en ella durante casi veinte años.

Después de esta visita, el conocimiento que se tiene en Europa sobre las Islas aumenta. La información aportada por los primeros visitantes y la documentación cartográfica, especialmente el Atlas Catalán, facilitó las arribadas. Unas, las menos, tuvieron un carácter misionero, como fue el establecimiento de una comunidad franciscana entre 1350 y 1391, pero otras, la mayoría tuvieron un carácter económico, básicamente la captura de esclavos para ser vendidos en los mercados europeos. En el siglo XIV compiten por el control de Canarias genoveses, aragoneses-catalanes, castellanos y portugueses. En el siglo siguiente esta competencia quedó reducida a Castilla y Portugal. La conquista de Canarias se llevó a cabo entre 1402 y 1496. No fue una empresa sencilla en lo militar, dada la resistencia aborigen en algunas islas. Tampoco lo fue en lo político, puesto que confluyeron los intereses particulares de la nobleza y los estados, particularmente Castilla, en plena fase de expansión territorial y en un proceso de fortalecimiento de la Corona frente a la nobleza. Hay un misterio relacionado con las islas Canarias. Cuando fueron descubiertas, los habitantes de las islas



This post first appeared on EL DESPERTAR SAI, please read the originial post: here

Share the post

Un gran número de evidencias apoyan la leyenda sobre la Atlántida

×

Subscribe to El Despertar Sai

Get updates delivered right to your inbox!

Thank you for your subscription

×