Get Even More Visitors To Your Blog, Upgrade To A Business Listing >>

Los sorprendentes y esotéricos conocimientos de los antiguos

Los sorprendentes y esotéricos conocimientos de los antiguos


En el prefacio de la obra del astrónomo inglés Richard Anthony Proctor (1837 – 1888), titulada Nuestro lugar en el infinito, podemos leer: "La ignorancia en que los antiguos estaban del lugar de la Tierra en el espacio les indujo a suponer influencias favorables o adversas de los astros en el destino de los individuos y de las naciones, así como a formar el grupo de siete días dedicados a los siete planetas de su sistema astrológico". Sin embargo, hay poderosos  motivos para suponer que los sabios de la antigüedad conocían la posición, movimientos y relaciones de los astros, según se deduce del testimonio del historiador, biógrafo y filósofo moralista griego Plutarco (45 – 127 d. C.). Además, si tan ignorantes eran los antiguos astrónomos, ¿cómo es que en sus obras se descubren conceptos corroborados por recientes descubrimientos? Proctor, que es conocido por haber producido uno de los primeros mapas de Marte en 1867, expone la teoría de la formación de la Tierra y describe las sucesivas fases por qué pasó antes de ofrecer morada al hombre, pintando con vivos colores el gradual agrupamiento de la materia cósmica en esferas gaseosas, rodeadas de una inconsistente capa líquida, que fueron condensándose hasta la solidificación de la corteza externa, seguida del lento enfriamiento de la masa, con los resultados químicos de la acción del intenso calor sobre la primitiva materia del globo, que determinaron la formación y distribución de las partes firmes, los cambios en la constitución de la atmósfera, la aparición de vegetales, animales y por último del hombre.

Hermes Trismegisto es el nombre griego de un personaje mítico que se asoció a un sincretismo del dios egipcio Dyehuty (Toth en griego) y el dios heleno Hermes, o bien al Abraham bíblico. Hermes Trismegisto significa en griego 'Hermes, tres veces grande'. Hermes Trismegisto es mencionado primordialmente en la literatura ocultista como el sabio egipcio, vinculado al dios egipcio Toth, que creó la alquimia y desarrolló un sistema de creencias metafísicas que hoy es conocida como hermética. Para algunos pensadores medievales, Hermes Trismegisto fue un profeta pagano que anunció el advenimiento del cristianismo. Se le han atribuido estudios de alquimia como la Tabla de esmeralda, que fue traducida del latín al inglés por Isaac Newton, y de filosofía, como el Corpus hermeticum. En el hermético Libro de los Números, escrito también, según la tradición caldea, por Hermes Trismegisto, podemos leer: "En el principio del tiempo el gran Invisible tenía sus santas manos llenas de materia celeste que esparció por el infinito y, ¡ oh pasmo!, se convirtió en esferas de fuego y en esferas de arcilla que, como el inquieto metal,  se disgregaron en esferas menores que empezaron a voltear incesantemente. Y algunas, que eran esferas de fuego, se convirtieron en esferas de arcilla y las de arcilla en esferas de fuego, porque las de fuego esperaban a que llegase el tiempo de convertirse en de arcilla y las otras las envidiaban en espera de convertirse en de puro y divino fuego". Vemos en el pasaje de Hermes Trismegisto la difusión de la materia, su agrupamiento en esferas, de las que se disgregan otras menores, la rotación axial, la paulatina transición de la materia incandescente a materia rocosa y, por fin, la pérdida de calor con que se inicia el período de la muerte planetaria.

 

Lo mismo creyeron astrónomos tan eminentes como Kepler, quien opinaba que los astros y la misma tierra están animados por espíritus inteligentes. Johannes Kepler (1571 – 1630) es figura clave en la revolución científica, fue un astrónomo y matemático alemán; conocido fundamentalmente por sus leyes sobre el movimiento de los planetas en su órbita alrededor del Sol. Fue colaborador del astrónomo danés Tycho Brahe, a quien sustituyó como matemático imperial de Rodolfo II, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. El Libro de los Números es uno de los libros de Hermes y, entre otros autores, lo citan en sus obras Arnau de Vilanova, famoso médico, teólogo y embajador medieval, y Ramon Llull, filósofo, poeta, místico, teólogo y misionero mallorquín. En base a observaciones de Kepler, el tránsito de las esferas de arcilla a esferas de fuego explicaría algunos fenómenos astronómicos, tales como la súbita aparición de una una supernova aparecida en la constelación de Casiopea y observada por Tycho Brahe en 1572, y en 1604 apareció en la constelación de Serpentario la supernova de Kepler, la última supernova observada en nuestra propia galaxia. Casiopea es una de las constelaciones compiladas en el catálogo estelar de Tolomeo, el Almagesto, del siglo II. Fácilmente reconocible por sus cinco estrellas brillantes que forman un conocido asterismo del cielo circumpolar boreal. Ofiuco (el portador de la serpiente o Serpentario) o también conocido como "El cazador de serpientes" es una de las 88 constelaciones modernas, y era una de las 48 listadas por Ptolomeo. Puede verse en ambos hemisferios entre los meses de abril a octubre por estar situada sobre el ecuador celeste.

 

Los antiguos caldeos mostraban una profunda filosofía, tal vez mayor que la de los astrónomos modernos. La conversión en esferas de "puro y divino fuego" simboliza una existencia planetaria análoga a la que tiene el espíritu del hombre más allá de la muerte corporal. Si, como ya admite la astronomía, los astros nacen, crecen, se desarrollan, decaen y mueren, probablemente deberían tener una existencia etérea o espiritual, como sucede con el hombre. En entornos esotéricos se afirma que la madre tierra está sujeta a las mismas leyes que los seres humanos. La materia densa de la tierra se disgregará poco a poco en átomos que, con arreglo a una inexorable ley, formarán nuevas combinaciones. Pero su espíritu quedará atraído por el céntrico sol espiritual del que originariamente había emanado. Según  dice Hermes: "Y el cielo era visible en siete círculos, y los planetas aparecieron con todos sus signos en forma de estrellas que quedaron separadas y numeradas con los gobernadores residentes en ellas, y su carrera giratoria está limitada por el aire en una órbita circular donde se mueven bajo la acción del divino espíritu". El astrónomo inglés Proctor nos habla de una capa inconsistente de materia todavía no condensada, que recubre un océano de consistencia viscosa en el cual gira un núcleo sólido. Pero también esta hipótesis tiene su precedente en la siguiente referencia: "Asegura Hermes que  en el principio  era la tierra una  especie  de limo o gelatina temblorosa compuesta dé agua condensada por la incubación y calor del divino espíritu". Filaleteo fue un alquimista del siglo XVII autor de numerosos escritos sobre alquimia. Su obra fue leída y seguida por notables hombres de ciencia de su época, como Isaac Newton, John Locke, Gottfried Wilhelm Leibniz y Robert Boyle. En particular sus escritos fueron cuidadosamente estudiados y comentados por Newton. De una obra de Filaleteo, Magia adámica, entresacamos el siguiente pasaje: "Por mi alma afirmo que la tierra es invisible, y no sólo esto, sino que el ojo del hombre no ve jamás la tierra ni puede ésta ser vista sin arte. El mayor secreto de la magia es hacer invisible este elemento y este cuerpo feculento y grosero sobre que andamos, es un  compuesto, y no la tierra, sino que en él está la tierra. En una palabra, que todos los elementos son visibles menos la tierra, y cuando alcancemos la necesaria  perfección  para saber por qué Dios ha puesto la tierra in abscondito, tendremos una excelente  traza para conocer a Dios y saber cómo es visible y cómo invisible".

 

La palabra Dios expresa vagamente el concepto del céntrico sol espiritual, mientras que la palabra espíritu tiene aquí el significado de pneuma o de la divinidad. Muchos siglos antes de nacer la ciencia contemporánea había ya dicho Salomón: "Tu poderosa mano hizo el mundo de  materia informe". Al descender de lo universal o lo particular, de la antigua teoría de la evolución planetaria a la evolución de la vida vegetal y animal, tan opuesta a las creaciones individuales de los seres, vemos anticipada la moderna teoría de la transformación de las especies en el siguiente pasaje de Hermes: "Cuando Dios hubo llenado sus potentes manos de cuanto en la naturaleza existe y la limita, exclamó sin abrirlas: '¡Oh tierra bendita! Sé la madre de todo para que nada necesites. Entonces abrió las manos derramando de ellas todo lo necesario para la formación de las cosas". Aquí tenemos simbolizada la materia primaria que incluye potencialmente todas las futuras formas de vida. Y la tierra sería la madre de cuanto desde entonces brota de su seno. Sin prueba alguna se da por cierto que los antiguos ignoraban la esfericidad de la tierra. Pero no cabe duda de que, según afirma el historiador, biógrafo y filósofo moralista griego Plutarco, ya en tiempo de Pitágoras se enseñaba secretamente en las escuelas. Y por declararlo públicamente el filósofo griego Sócrates fue condenado a muerte. Además, la ciencia estaba entonces refugiada en los santuarios y tan sólo se comunicaba a los iniciados. Prueba de que éstos conocían la esferoicidad de la tierra, es la representación simbólica de Kneph, espíritu primordial, con un huevo en los labios para dar a entender que anima la tierra con su soplo.

 

Diógenes Laercio, importante historiador griego de filosofía clásica que, se cree, nació en el siglo III d. C., durante el reinado de Alejandro Severo. afirma que Manetón, sacerdote e historiador egipcio, enseñaba que la tierra tiene la forma de una bola. El mismo Diógenes Laercio, refiriéndose probablemente al Compendio de filosofía natural, da las siguientes explicaciones de la doctrina egipcia: "El principio es materia, de la que se separan los cuatro elementos. La verdadera forma de Dios es desconocida, pero como el mundo tuvo principio ha de ser perecedero. La luna se eclipsa cuando cruza la sombra de la Tierra". Por otra parte, en su obra Compendio de las vidas de los filósofos antiguos, François de Salignac de La Mothe, conocido como François Fénelon, nos dice que Pitágoras enseñaba que la Tierra era redonda, que tenía movimiento de rotación y que era un planeta como los demás. El profesor inglés Benjamin Jowett, en su Introducción al Timeo de Platón, se inclina a creer que Platón conocía el movimiento rotatorio de la tierra, según se infiere del siguiente pasaje: "La Tierra, nuestra nodriza, describe un círculo alrededor del polo que se extiende a través del universo". Pero según el filósofo neoplatónico griego Proclo y el filósofo y matemático bizantino Simplicio, Aristóteles entendía que dicha palabra del Timeo significa girar. El mismo Jowett admite más adelante que Aristóteles atribuía a Platón la enseñanza del movimiento giratorio de la tierra. Sería aventurado decir que Platón ignorase tan elemental principio astronómico, siendo como era admirador de Pitágoras é iniciado en las secretas enseñanzas del filósofo de la isla griega de Samos. El militar y político romano Marco Antonio nos dice: "La naturaleza se complace en mudar todas las cosas y revestirlas de nuevas formas. La materia es para ella como cera con que moldea toda clase de figuras, y si hace un pájaro lo convierte después en cuadrúpedo, o  de una flor hace una rana, de suerte que se deleita en sus operaciones mágicas, como los hombres en las obras de su propia imaginación".

 

Antes de que Charles Darwin presentase su teoría evolutiva, Hermes ya había dicho que todas las obras de la naturaleza rebosan de suave armonía sin saltos ni transiciones violentas. Los rosacruces profesaban la doctrina del lento desenvolvimiento de las formas preexistentes. Las Tres Madres enseñaron a Hermes el misterioso proceso de sus obras antes de revelarlo a los alquimistas medioevales. Matres es un título en latín que significa 'Madres' y que era dado a unas diosas madres, que a menudo eran representadas como una tríada. Estas antiguas divinidades femeninas de nombre colectivo merecen especial atención como Matronas, númenes benéficos, de carácter regional, y protectoras de los campos. Eran veneradas en el noroeste de Europa entre el siglo I y el V d. C., así como también en el curso medio del Rhin. Son conocidas  por las inscripciones romanas en Gran Bretaña y puede estar representadas en los antiguos cuentos de Irlanda. Sin embargo, el centro del culto de las Matres es esencialmente dentro de los límites de la la cultura de La Tène, que es una cultura perteneciente a la Edad del Hierro, en tierras centrales célticas, lo que sugiere que este culto era de origen celta. Las Matres son la triple diosa ctónica y fecunda de la naturaleza, una mujer muy vieja que se transforma en joven fértil y pródiga. Las sacerdotisas de las Madres eran las protectoras del clan, contra las hambrunas y las enfermedades. La diosa triple también está relacionada con las aguas y la salud, pues a ella estaban consagradas fuentes y pozos de propiedades curativas. Eran tres, protectoras de la fecundidad humana y de la fertilidad de los campos, pues llevan cestos de frutas y van acompañadas de niños. Se relacionan de modo transparente con diversas divinidades femeninas triádicas, vinculadas a la fecundidad, que se citan en los ciclos mitológicos. Como otras deidades de este tipo, las Matres tenían también una vinculación con el inframundo.

Las Matres tienen, asimismo, un carácter mistérico, que proviene de su transformismo y representación múltiple, avalado desde su más remota antigüedad. El culto a las Matres estaba especialmente extendido en las regiones célticas, habiéndose descubierto en Britania diversos restos escultóricos e inscripciones relacionadas con ellas, así como en Galia, Germania, norte de Italia y el norte de España celtíbero. Hay también numerosas diosas matronales individuales en el Norte de Europa, muy difíciles de distinguir de sus variedades triples, aunque la versión triádica está claramente relacionada con las hadas de la mitología griega y las furias de la mitología romana, así como con las nornas de la mitología nórdica, A la diosa celta Briga se la relaciona estrechamente con la imagen de las Tres Madres. La producción de alimentos, la fertilidad de la tierra y la fecundidad de la Madre Naturaleza son todas las funciones clave de la Diosa Madre. Briga tiene tres aspectos diferentes, que son todos partes de la misma diosa sin edad.  Podríamos definir la imagen de la Matre como el resultado sociológico de las mujeres que asumen un importante papel en los asuntos de la colectividad, como gobernantas, protectoras, sanadoras, nutricias y fecundas. O sea, la «especie del sistema matriarcal» que regía a los celtas y otros pueblos europeos, En lenguaje hermético las Tres Madres significan la luz, el calor y el magnetismo, transmutables según el principio de la transformación de la energía. Sinesio de Cirene, filósofo neoplatónico y clérigo griego, dijo que en el templo de Menfis encontró unos libros de piedra con la siguiente máxima esculpida: "Una naturaleza se deleita en otra; una naturaleza vence a otra; una naturaleza prevalece contra otra; pero todas ellas son una sola".

 

La continua actividad de la materia está expresada en el siguiente aforismo de Hermes: "La acción es la vida de Phta". Ptah, Señor de la magia, era un dios creador en la mitología egipcia. La deidad equivalente griega era Hefestos, y la romana Vulcano. Era considerado Maestro constructor, inventor de la albañilería, así como patrón de los arquitectos y artesanos. Se le atribuía también poder sanador. El dios tenía forma de hombrecillo con barba recta, cuando los demás dioses egipcios la llevan curva, envuelto en un sudario, con un casquete en la cabeza, el collar menat, nombre utilizado para designar a la diosa egipcia Hathor, el cetro uas, vara recta coronada con la cabeza de un animal fabuloso, con el pilar Dyed, representando la columna vertebral del dios Osiris, y el Anj, jeroglífico egipcio que significa "vida". También estaba sobre un pedestal, símbolo de Maat, símbolo de la Verdad, la Justicia y la Armonía cósmica. Era la deidad de la ciudad de Menfis, donde se encontraba uno de los principales templos de Ptah. Por tal razón, la preeminencia de la dicha ciudad sobre el resto de las ciudades egipcias implicaba la elevación del dios sobre el resto del panteón egipcio. Mientras la ciudad de Menfis se mantuvo como capital política del reino, el culto y el clero de Ptah conservaron una posición de preeminencia. Durante la época del Imperio Antiguo era el dios más poderoso, asociado al poder menfita, pero con el tiempo perdió notoriedad frente a Ra y Amón. Las ciudades del Antiguo Egipto rivalizaban por considerar a Ptah como creador del mundo (Menfis) o como una divinidad surgida de las otras (Tebas). Durante el periodo Ramesida (dinastías XIX-XX) Ptah formó con Amón y Ra la gran tríada del Reino. Según la cosmogonía menfita Ptah creó a los dioses, que son atribuciones y modos de su creador, estableció las regiones (nomos), edificó las ciudades, asignó a cada dios su lugar de culto, edificó sus templos y determinó las ofrendas que debían recibir. Su esposa era Sejmet y su hijo Nefertum. Fue identificado con el Nun primigenio, el «océano primordial» en la mitología egipcia. En épocas tardías se le asimiló a Osiris, surgiendo así el dios funerario Ptah-Sokar-Osiris, representado como Osiris. El sumo sacerdote de Ptah era el jefe supremo de los artesanos y tenía el título de "Maestro constructor". De esta divinidad proviene el nombre de Egipto, utilizado por Homero para designar tanto al río como al país. Esta palabra griega Aigyptos, que pasó a otras lenguas, procede de Hat Ka Ptah "la Casa del Espíritu de Ptah", nombre de un templo de la ciudad de Menfis que luego dio nombre a la ciudad Hiku-ptah.

 

Por su parte Orfeo llama a la naturaleza "la madre que hace muchas cosas". Orfeo es un personaje de la mitología griega. Según los relatos, cuando tocaba su lira, los hombres se reunían para oírlo y hacer descansar sus almas. Así enamoró a la bella Eurídice y logró dormir al terrible Cerbero cuando bajó al inframundo a intentar resucitarla. Orfeo era de origen tracio y en su honor se desarrollaron los Misterios órficos, rituales de contenido poco conocido.  En Nuestro lugar en el infinito dice Proctor: "Todo cuanto existe, así en la superficie como en el interior de la tierra, las formas vegetales y animales y nuestro organismo corporal, están constituidos por materia atraída de las profundidades del espacio que por todas partes nos rodea". Los herméticos y los rosacruces sostuvieron que todas las cosas, tanto las visibles como las invisibles, procedían de la lucha entre la luz y las tinieblas, y que toda partícula material implica una chispa luminosa o espíritu, cuya propensión a volver a su origen divino, librándose del obstáculo que se le opone, determina el movimiento de los átomos que, a su vez, engendran las formas. Hargrave Jennings (1817 – 1890) fue un francmasón y rosacruz británico, autor de obras sobre ocultismo y esoterismo, así como sobre religiones comparadas. Con referencia a los escritos de Robert Fludd, Hargrave Jennings nos dice: "Todos los minerales tienen en esta centella de vida la potencialidad rudimentaria de las plantas y otros organismos de más en más perfeccionados. Asimismo, todas las plantas tienen rudimentarias sensaciones que, con el tiempo, pueden ponerlas en estado de transformarse en otras criaturas capaces de moverse de acá para allá con funciones de orden más o menos elevado. De suerte que el reino vegetal ha de pasar por ignorados caminos a otros más altos senderos por donde irse perfeccionando hasta el punto de que su divina luz se explaye con mayor y más  impelente fuerza y con más pleno y consciente  propósito, por la planetaria influencia de los invisibles operarios del gran Arquitecto".

 

Robert Fludd (1574 – 1637), fue un eminente médico paracélsico, astrólogo y místico inglés. Robert Fludd era el quinto hijo de Elisabeth Andros y Sir Thomas Fludd, funcionario del gobierno de alto rango y tesorero de guerra para la armada de Isabel I. Se educó en el anglicanismo, la religión de sus padres. Pero considerando que su formación era insuficiente, y con objeto de perfeccionar sus conocimientos, emprendió un viaje al continente europeo que duró seis años. Entre 1598 y 1604 Fludd recorrió España, Francia, Italia y Alemania, estudiando medicina, química y ocultismo, aunque es principalmente conocido por su investigación en el campo de la filosofía oculta. Fue sin duda en Alemania donde Fludd entró en contacto directo con el movimiento rosacruz. De retorno a Inglaterra, el 16 de mayo de 1605, obtuvo su doctorado en medicina en la Universidad de Oxford. Más adelante se instaló en Londres. A partir de los 42 años empezó a escribir y publicar, y hasta su muerte no paró de escribir voluminosas obras herméticas. Fludd es considerado como uno de los grandes humanistas del Renacimiento. Consagró una parte importante de sus voluminosos escritos a defender la reforma de las ciencias. En tanto que médico y alquimista, se interesó por las ideas de Paracelso, famoso alquimista, médico y astrólogo suizo. En materia de medicina, es reconocido como un precursor. A él se debe la descripción del primer barómetro. Fludd fue la primera persona en tratar sobre la circulación de la sangre, y de hecho llegó a la conclusión correcta. Sin embargo, su conclusión se basaba en la analogía del macrocosmos con el microcosmos, una teoría en la que todo cuanto acontece en el microcosmos, representado por el hombre, está bajo la influencia del macrocosmos, representado por el cielo. Su teoría planteaba que la sangre debe circular puesto que el corazón es como el Sol, y la sangre como los planetas. En esta época ya era conocido que los planetas orbitan alrededor del Sol. Posteriormente, William Harvey explicó la circulación de la sangre en términos más modernos y experimentales, aunque el trabajo de Harvey todavía hacía referencias a la analogía macrocosmos-microcosmos de Fludd.

 

Fludd era ante todo un espiritualista que establecía una distinción entre la parte física mortal y la parte anímica inmortal del hombre. Para él, el alma está unida a Dios, mientras que el cuerpo físico es una parte de la naturaleza. El espíritu de la vida, la fuerza esencial de la vida o fuerza vital, etérea y unida al alma, constituye a la vez la conciencia y el espíritu animal en nosotros. Esta fuerza vital es la causa de todas las funciones vitales. Fludd practicaba la sanación a distancia mediante un sistema descrito anteriormente por Paracelso y que Fludd denomina en sus tratados el ungüento de simpatía. Este método era usado por varios médicos rosacruces de la época, especialmente Jan Baptist van Helmont y Kenelm Digby. Mantuvo un célebre intercambio de opiniones con el astrónomo alemán Johannes Kepler, relativas a los enfoques científico y hermético del conocimiento. Su filosofía está expuesta en La historia metafísica, física y técnica de los dos mundos, a saber el mayor y el menor, publicado en Alemania entre 1617 y 1621. En sus libros, Robert Fludd se ocupó asimismo de presentar la armonía entre el macrocosmos y el microcosmos. Continuando con un conocimiento universal, se interesó en las correspondencias armónicas que existen entre los planetas, los ángeles, las partes del cuerpo humano y la música. Sus libros son verdaderas obras maestras, magníficamente adornados con grabados que ilustran sus ideas. En 1630, Fludd ideó una máquina de movimiento perpetuo. En la década de 1870 se hicieron varios intentos de patentar variaciones de la máquina de Fludd. Esta máquina funcionaba mediante recirculación por medio de una noria de agua y un tornillo de Arquímedes. El dispositivo bombea continuamente el agua a su depósito de origen. Según los Dossiers Secretos de Henri Lobineau, Fludd era un Gran Maestre del Priorato de Sion. En el texto de los Dossiers Secretos se proporcionan un montón de genealogías de la dinastía merovingia y el linaje posterior, prácticamente similares a las de otros dossiers, pero con adiciones importantes: por ejemplo un árbol genealógico de los condes de Saint Clair. Fludd defendía la filosofía de los alquimistas y de los rosacruces, y se sirvió de sus doctrinas para describir al hombre, la naturaleza y el universo.

 

La luz, que fue la primera creación según el Génesis, es la sephira de los cabalistas, es la Mente divina, y la madre de los sefirotes, cuyo padre es la Sabiduría oculta. El árbol de la vida es uno de los símbolos cabalísticos más importantes del judaísmo. Está compuesto por 10 esferas (sefirot) y 22 senderos, cada uno de los cuales representa un estado (sephira), que acerca a la comprensión de Dios y a la manera en que creó el mundo. La Cábala desarrolló este concepto como un modelo realista que representa un «mapa» de la Creación. Se le considera la cosmología de la Cábala. Algunos creen que este «Árbol de la Vida» de la Cábala corresponde al Árbol de la Vida mencionado en el Génesis. Este concepto gnóstico fue adoptado más tarde por algunos cristianos, hermetistas, y aun paganos. El Árbol de la Vida se representa en el conocido Árbol Sefirótico. El mismo se compone de diez emanaciones espirituales por parte de Dios, a través de las cuales dio origen a todo lo existente. Estas diez emanaciones, para formar el Árbol de la Vida, se intercomunican con las 22 letras del alfabeto hebreo. Por lo tanto, se cree que del estudio del alfabeto hebreo desciende el conocimiento posterior de la cabalá y, por lo tanto, la iluminación. Es posible apreciar el detalle del desarrollo de este árbol en libros como Sefer Yetzira. Se trata de un compendio muy profundo, que requiere instrucción adecuada, y una guía erudita. Los nombres simbólicos y tradicionales atribuidos a cada sephira, singular de sefirot, cubren todas las modalidades de todos los atributos. Por ejemplo, el primer sephira, Kéter, representa el punto luminoso primordial del zimzum. El zimzum es el nombre dado al origen de universo a partir de una explosión cósmica debido a una contracción de Dios sobre sí mismo, y posterior expansión infinita de él. Esta idea es asimilable a la idea científica del Bing Bang. De esta manera aparece por primera vez la noción de infinito, como opuesta a la experiencia de lo finito.

 

La raíz es el Kéter, la primera sephira del Árbol de la Vida de la cábala, y desde él se derivan dos principios complementarios: Hojmá (La Sabiduría) y Biná (La inteligencia). El primero es masculino, mientras que el segundo es femenino; Hojmá es el padre, es decir, el orgen primordial sin el cual no habría comienzo, y Biná es la madre. Ambos sefirot suponen el equilibrio de una balanza, siendo el centro de dicha balanza el sephira Keter. Así, los tres sefirot coforman una trinidad denominada Arik Anpin, el Gran Rostro. Pese a ser sefirots diferentes, la realidad es que ninguno de los tres podrá separarse nunca, por lo que eternamente irán unidos los unos a los otros, conformando el triángulo supremo o triángulo de los arquetipos. pues en él todo es inmaterial, pura fuerza sin forma ni materia. Cuando se habla esotéricamente de masculino y de femenino, se está hablando de los dos principios fundamentales del cosmos: el uno activo, masculino y positivo, espíritu y energía, y el otro femenino, pasivo y negativo, materia y sustancia. Los siguientes 6 sefirots (Hessed, Geburá, Tiferet, Yesod, Hod y Nesá), constituyen lo que se denomina el Zeir Anpin (pequeño rostro). Entre el gran rostro, y el pequeño rostro, existen un tremendo precipicio o fosa, llamada "el abismo". Dentro de este abismo existe un sephira invisible muy especial: daat, es decir, la conciencia. Se trata de la primera vez que el Kéter se muestra bajo una forma no material pero si energética, llena de fuerza. Para entenderlo, podemos decir que Kéter es "la conciencia divina", mientras que daat , es "el yo" superior del hombre. Los sefirots pueden organizarse en pilares. De esta manera el pilar de la derecha (Hojmá. Hessed y Nesá), representa el pilar de la misericordia y el amor, y se trata del espíritu masculino y activo. Es por ello que este pilar se encarga del crecimiento o expansión.

En la era actual este pilar está muy debilitado y por ello está triunfando el odio entre las personas, las guerras, y esta crisis que asola al mundo. Por otro lado está el pilar izquierdo (con los sefirots Biná, Geburá y Hod), es decir, el pilar de juicio o rigor. En este pilar se encuentra la concentración. Es espíritu femenimo, material y pasivo. Por lógica en el centro se encuentra el pilar central o del equilibrio, siendo Kéter el basal, y luego los otros tres sefirot restantes (Tiferet, Yesod, Malkut). Conforma los atributos divinos más absolutos y el yo superior al hombre o conciencia, ubicado en el abismo cabalístico. Los textos más tempranos que describen el árbol de vida son el Bahir, el Sefer Yetzirah, el Sefer Raziel Hamelech y el Zohar, que es probablemente el más influyente. El Zóhar es una colección de comentarios sobre la Torá, libro sagrado judío, con el propósito de guiar a aquellas personas que ya han alcanzado elevados niveles espirituales hacia la raíz u origen de sus almas. El Zóhar comprende todos los estados espirituales que experimentan las personas a medida que sus almas evolucionan. Al final del proceso, las almas alcanzan lo que los cabalistas llaman "el final de la corrección", el más alto nivel de la plenitud espiritual. El Zohar describe el Árbol de la Vida como una especie de diagrama, aunque no necesariamente físico, que tiene 10 u 11 sefirot y 22 o 24 senderos que interconectan varios sefirot. Cada sephira y sendero tiene una característica diferente, un número diferente, la carta, el rasgo físico, el planeta, etc. Aunque hay mucho desacuerdo acerca de los atributos que cada sephira y sendero poseen.

 

El sefirot del Árbol de la Vida posee muchas semejanzas con el concepto gnóstico cristiano del Pléroma, emanaciones que autoprovienen del inefable Padre Divino y que ofrecen el mejor medio posible de describir a Dios. Cada emanación en el Pléroma es nacida de una emanación anterior a ésta, más compleja. De estas dos alegorías, la más notable es el final del sephira en el árbol Malkuth, décimo sephira del Árbol de la Vida, y la última emanación en el Pléroma, Sofía, cuya caída de la gracia causó el mundo físico. Malkuth es el reino de Kether en la Tierra. En Malkuth existen los principios de los 4 elementos, Fuego, Agua, Aire Tierra. Todas las partículas de nuestro universo personal, el microcosmos, se congregan en Malkuth porque es el sephira que nos permite la cristalización de todo lo que hemos adquirido en los distintos Mundos, como resultado estable de la coherencia de la conciencia que se ha puesto en marcha para permitirnos Ser. La luz es la primera emanación del Supremo y la luz es vida según el Evangelista. Luz y vida son electricidad, el principio vital, el anima mundi que interpenetra el  universo y vivifica todas las cosas. La luz es el mágico Proteo, un dios del mar y primordial, cuyas diversas ondulaciones, movidas por la divina voluntad del Arquitecto, originan las formas vivientes. De su turgente y eléctrico seno brotan la materia y el espíritu. Sus rayos entrañan la virtud de las acciones físico-químicas y de los fenómenos cósmicos y espirituales. La luz organiza y desorganiza, da y quita la vida, y de su punto primordial surgen gradualmente a la existencia miríadas de mundos visibles é invisibles. Dice Platón que en un rayo de esta trina madre primaria encendió Dios el fuego que llamamos Sol y que no es causa de luz y calor, sino únicamente el foco, o mejor dicho la lente, que concentra y enfoca sobre nuestro sistema solar los rayos de  la luz primordial, de cuyas diversas vibraciones dimana la correlación de fuerzas.

 

La obra del astrónomo inglés Richard Anthony Proctor consta de doce tratados, de los cuales el último se titula Ideas acerca de la Astrología. El autor estudia la Astrología con mayor respeto del acostumbrado entre los científicos. Dice al respecto: "Si consideramos debidamente el asunto, hemos de convenir en que de cuantos errores sufrieron los hombres en su ansia de escrutar el porvenir, la astrología es el más digno de respeto y aun pudiéramos decir que el más razonable, pues los cuerpos celestes regulan inequívocamente el destino de los individuos y de las naciones, ya que sin las benéficas y reguladoras influencias del sol, que es entre todos el principal, perecerían las criaturas vivientes sobre la tierra. También tiene influencia la luna, y no es extraño que los antiguos infiriesen por analogía que si estos dos astros influyen tan poderosamente en la tierra, también tengan s u especial influencia los demás astros". Por otra parte, no cree Proctor infundada su sospecha de que los planetas de más lento movimiento ejerzan influencia superior al mismo Sol, y opina que "la astrología fué formándose tras repetidas tentativas en que los astrólogos se guiaron por la observada relación entre ciertos sucesos de monta en la vida de reyes, caudillos o magnates y la posición de los astros el día de su nacimiento. Sin embargo, también pudieron algunos astrólogos imaginar influencias en que creyeron las gentes por haberlas confirmado alguna curiosa coincidencia ".

 

La astrología es una ciencia tan exacta como la astronomía, con tal de que las observaciones sean también exactas, pues sin esta condición las dos ciencias incurrirán en error. La astrología es a la astronomía lo que la psicología es a la fisiología, y tanto en astrología como en psicología es preciso ir más allá del mundo visible y entrar en los dominios del espíritu trascendente. Tal fué la vieja lucha entre las escuelas platónica y aristotélica. Pero pero en nuestro siglo de escepticismo no prevalecerá la astrología sobre la astronomía. Proctor observa la paja en el ojo ajeno y no la viga en el suyo, pues si nos referimos a los errores de los astrónomos, seguramente excederían a los de los astrólogos. Sigue exponiendo Proctor en su obra lo que ha encontrado de heterodoxo en sus investigaciones científicas y se asombra de las curiosas coincidencias como, por ejemplo: "No me detendré en la curiosa coincidencia de si efectivamente conocían los astrólogos caldeos el anillo de Saturno, pues representaban al Dios de este nombre dentro de un triple anillo. Del hallazgo de algunos instrumentos ópticos en las ruinas asirías, se infiere que pudieron descubrir los anillos de Saturno y los satélites de Júpiter. Belo, el Júpiter asirio, estaba algunas veces representado con cuatro alas esmaltadas de estrellas; pero es muy posible que esto fuesen meras coincidencias". Sin embargo, esta serie de coincidencias a que se refiere Proctor serían más milagrosas que la realidad de los hechos. Los antiguos parece que disponían de sofisticados instrumentos ópticos. Según infiere Henry Creswicke Rawlinson de las inscripciones de los ladrillos asirios, el templo de Borsippa (Birs–Nimrud) tenía siete pisos dispuestos en círculos concéntricos de ladrillo y metal, del color correspondiente al planeta cuyas órbitas simbolizaban y, por lo tanto, no cabe suponer que los instrumentos de Nabucodonosor fuesen de poco alcance ni de escasa importancia los conocimientos de sus astrónomos. Henry Creswicke Rawlinson (1810 – 1895) fue un militar de nacionalidad inglesa, diplomático y orientalista. Es también conocido como el "Padre de la Asiriología".

 

En 1827 Rawlinson viajó a la India como cadete de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales. En seis años pasó a ser subalterno, aprendió la lengua persa, y fue enviado a Persia en una compañía con otros oficiales británicos para reorganizar las tropas del Sah. Esa fue su primera aproximación al estudio de inscripciones, que le atrajo mucho, particularmente aquellos caracteres cuneiformes cuyo significado aún no había sido descifrado. En el transcurso de dos años, durante los cuales vivió en las inmediaciones, transcribió todo lo que le fue posible de la gran inscripción cuneiforme en Behistún. Esta inscripción trilingüe databa del siglo V a. C. Pero las fricciones entre la corte persa y el gobierno inglés terminó con la partida de los oficiales británicos. Rawlinson fue nombrado agente político en Kandahar en 1840. En dicha condición, sirvió por tres años, su labor política fue tan meritoria como su diplomacia en el tratamiento de varios asuntos de la Guerra Afgana. Por dichos méritos fue premiado en 1844. Un golpe de suerte le permitió conocer personalmente al Gobernador General, lo que lo llevó a ser nombrado agente político en Otomán, Arabia. Se estableció en Bagdad, donde dedicó mucho tiempo a los estudios de la escritura cuneiforme. Le era posible, entonces, bajo considerables dificultades, hacer una transcripción completa de la inscripción de Behistún, la cual descifró e interpretó con éxito. Habiendo recopilado una gran cantidad de invaluable información sobre estos temas, además de su gran conocimiento geográfico obtenido en varias exploraciones, incluyendo visitas con Sir Austen Henry Layard a las ruinas de Nínive, volvió a Inglaterra en 1849. Rawlinson permaneció allí por dos años y publicó su memoria sobre la inscripción Behistun en 1851. Fue ascendido al rango de Teniente Coronel. Luego confió su valiosa colección de antigüedades babilonias, sabaneas y sasanias al Museo Británico, que a su vez lo habilitó para llevar a cabo las excavaciones asirias y babilonias iniciadas por Layard. En 1851 volvió a Bagdad. Las excavaciones se llevaron a cabo bajo su dirección con resultados muy valiosos. El descubrimiento más importante fue el material que contribuyó al descifre final e interpretación de los caracteres cuneiformes, siendo su mayor contribución el descubrimiento de que los signos tenían diferentes lecturas dependiendo de su contexto.

 

Tampoco es coincidencia que los caldeos diesen a cada planeta el color que han descubierto las modernas observaciones telescópicas. Asimismo no puede ser coincidencia  que Platón aludiera en el Timeo a la indestructibilidad de la materia, la transmutación de fuerzas y la conservación de la energía. Benjamin Jowett, en su Introducción al Timeo de Platón, nos dice a este propósito: "La última palabra de la filosofía moderna es continuación y desarrollo de los principios fundamentales de la ciencia que dejó sentados Platón". Como vindicación de la astrología, podemos referirnos a la manera en que visualizó Nostradamus (1503 – 1566), médico, teúrgo y astrólogo francés de origen judío, unas determinadas circunstancias políticas en Europa. Hubo biografías de Nostradamus que afirman que temía ser perseguido por hereje por la Inquisición, ya que muchos otros que habían publicado ideas polémicas en aquellos tiempos, habían sido llevados a juicio. Según algunos «intérpretes» de Nostradamus, por esta razón decidió volver sus cuartetas extremadamente crípticas, con omisiones de palabras clarificadoras, que tal vez servían para respetar la métrica de la poesía, con alusiones, con autorreferencia a otras partes de la profecía, con frases enigmáticas, con apócopes, metátesis y breves anagramas. Las cuartetas están cargadas de metáforas y de palabras griegas y latinas empleadas en un modo muy particular de Nostradamus. Probablemente debido a la oscuridad de sus cuartetas proféticas, estas han perdurado por siglos y han sido a menudo interpretadas de manera distinta por diferentes escritores a lo largo de los años. En un li



This post first appeared on EL DESPERTAR SAI, please read the originial post: here

Share the post

Los sorprendentes y esotéricos conocimientos de los antiguos

×

Subscribe to El Despertar Sai

Get updates delivered right to your inbox!

Thank you for your subscription

×