The first thing that came to my mind this morning in Doublechora when visiting this family was the image of the Virgin Mary with Jesus in her arms at the foot of the cross. The girl's name is Anna and she is the youngest in the family. Anna cannot talk, cannot walk, cannot even stand. The mother loves her madly for being different and completely dependent and helpless. Curiously, the girl calms down only when she listens to religious music. How much love, how much affection, how much dedication, how much self-denial. I was still admiring the image of the mother with her daughter in her arms sitting in the middle of the bamboo house where they live when she asked me to pray for her daughter and bless her. How can I bless you who are a thousand times better than me? My first reaction was to ask her to bless me, but I immediately understood that she did not want my blessing, but God's. I have prayed for her, I have made pray the children and the elderly, and then I have placed the Marist cross that I always wear on her little head. Inside I was asking God to make me as strong and as holy as this woman and mother.

Lo primero que me ha venido a la cabeza esta mañana en Doublechora al visitar a esta familia ha sido la imagen de la Virgen María con Jesús en sus brazos al pie de la cruz. La niña se llama Anna y es la pequeña de la familia. Anna no puede hablar, ni caminar, ni siquiera tenerse en pie. La Madre la quiere con locura por ser diferente y completamente dependiente y desvalida. Curiosamente la niña se calma sólo cuando le ponen música religiosa. Cuánto amor, cuánto cariño, cuánta dedicación, cuánta abnegación. Yo estaba aún admirando la imagen de la madre con su hija en brazos sentada en medio de la casa de bambú en la que viven cuando me ha pedido que hiciera una oración por la niña y que la bendijese. ¿Yo bendecirte a ti, que eres más buena que yo mil veces? Mi primera reacción fue pedirle que Ella me bendijese a mí, pero inmediatamente he comprendido que ella no quería mi bendición, sino la de Dios. He rezado por ella, he hecho rezar a los niños y mayores, y luego le he puesto la cruz marista que siempre llevo en el pecho sobre su cabecita. Para mis adentros le estaba pidiendo a Dios que me hiciera tan fuerte y tan santo como esta mujer, madre donde las haya.