I took this picture last Sunday going to visit the parents of a child from our school. The family lives on top of a hill near Mirtinga, in the middle of one of the many tea plantations in northeastern Bangladesh. In the middle of the climb, the legs of this old missionary began to complain about the punishment and I stopped for a moment to rest. Then my eyes met this absolutely majestic tree, and especially its Roots, those you can see in the photo and those that you cannot see because they are hidden underground. And I said to myself that this was a good portrait of life itself, of 'my' life itself. Over the years, how many roots have I been taking in how many places and jobs, in how many people, in how many mistakes, successes and sins? Roots needed not to collapse. Bifurcated and retaken trajectories; returns to the starting box; cut roads and new roads; overcome and not overcome obstacles; search for survival, faith, hope, love, as these roots anxiously seek water. Everything so complicated, so diverse, so perversely polymorphic, so convoluted. And at the same time so simple, unified, almost simpleton; because deep down, in the end everything comes to living and becoming what God wants me to be.

Esta foto la saqué el domingo pasado yendo a visitar a los padres de un niño de nuestro colegio. La familia vive en todo lo alto de una colina cerca de Mirtinga, en medio de una de las múltiples plantaciones de té del nordeste de Bangladesh. A mitad de la subida, las piernas de este viejo misionero empezaron a quejarse del castigo y me paré un momento a descansar. Entonces mis ojos se toparon con este árbol absolutamente majestuoso, y sobre todo con sus raíces, las que Puedes Ver en la foto y las que no puedes ver porque están ocultas bajo tierra. Y me dije para mí, que este era un buen retrato de la vida misma, de ‘mi’ vida misma. A lo largo de los años cuántas raíces he ido echando en cuántos lugares y trabajos, en cuántas personas, en cuántos errores, aciertos y pecados. Raíces necesarias para no derrumbarse. Trayectorias bifurcadas y retomadas; vueltas a la casilla de partida; caminos cortados y caminos empezados; obstáculos vencidos y obstáculos no vencidos; búsqueda de supervivencia, de fe, de esperanza, de cariño, como estas raíces buscan ansiosamente el agua. Todo tan complicado, tan diverso, tan perversamente polimórfico, tan enrevesado. Y al mismo tiempo tan simple, unificado, casi simplón; porque en el fondo todo se reduce a vivir y llegar a ser lo que Dios quiere que sea.