En lo que va corrido de este año hemos Estado en varios lugares del país compartiendo con los hermanos acerca del tiempo que estamos viviendo y tópicos que tienen que ver con el matrimonio, la familia, la adoración y el mover del Espíritu Santo. En medio de todo esto, hemos sido testigos de la expectativa que hay en el pueblo de Dios, con respecto a lo que el Señor ha estado hablando, un nuevo tiempo, de gran cosecha, de multitudes, de gloria de Dios, de un fluír trascendente del Espíritu Santo. La necesidad de una intervención soberana pero urgente de Dios en cada lugar es imperiosa. En todos los lugares que hemos visitado, tanto ciudades como congregaciones hay grupos de hermanos orando, intecediendo, para que se concrete la manifestación del Señor. Se habla de una llovizna que ya está cayendo sobre las congregaciones en diversas partes, con testimonios distintos, de distintas fuentes no conectadas entre sí. Dios está hablando y confirmando lo mismo en distintos contextos, la lluvia intensa ya viene y esa lluvia traerá un renacer de los frutos que han estado encapsulados por tantos años en el corazón de muchos. Es importante mantener la fe viva y el coraje y perseverancia para seguir orando por este mover del cual ya estamos viendo las primicias. Los cielos ya están abiertos y la bendición ya está tocando nuestras vidas.
