Cuando uno lee la lista de los heroes de la fe descrita en Hebreos y todo lo que tuvieron que enfrentar y soportar, cuesta no ser crítico con uno mismo al comparar la medida de fe de ellos con la medida de fe propia. Es evidente la calidad de las convicciones de esos hombres de Dios. Algunos, según el texto, fueron aserrados, sufrieron hambre, escasez, fueron perseguidos, asesinados, etc. y sin embargo su visión del objetivo a lograr nunca cambió. Incluso, algunos no lograron conseguir el objetivo, sin embargo murieron soñando con el. Lo más destacable de todos ellos fue la virtud de la perseverancia. Ninguno de ellos abandonó, ninguno de ellos desvió el rumbo, ninguno de ellos renunció a ver el cumplimiento de lo que Dios les había prometido. Perseveraron hasta el fin. ¿Cuanta perseverancia tenemos en nuestro corazón?, no importa lo que suceda a nuestro alrededor, lo que esté pasando en nuestro entorno. No habrá emoción ni circunstancia que nos haga apartarnos del propósito de Dios para nosotros en estos días y frente a tan grande nube de testigos seguiremos adelante hasta lograr el premio del supremo llamamiento en Cristo Jesús. El que perseverare hasta el fin, ese será salvo.