Get Even More Visitors To Your Blog, Upgrade To A Business Listing >>

Lo que tenemos, lo que hacemos y lo que somos

He sobrevivido a tres terremotos. Mi abuela paterna falleció debajo de un montón de escombros en el terremoto de 1939 en Concepción, nunca la conocí, mi padre quedó huérfano cuando era un adolescente.

Desde un día de Mayo de 1960, cuando la tierra se movió como nunca se ha movido en alguna parte del mundo, yendo con mis papás y hermanos en dirección a la amada Escuela Dominical de nuestra pequeña congregación de Avda. Balmaceda, en Temuco, puedo decir que supe muy bien lo que se experimenta, se vive y se siente en esos momentos y en los momentos posteriores. Lo que hemos vivido si bien fue anunciado por profetas de Dios, ya lo sabíamos, somos un pueblo sísmico y cada cierto tiempo la naturaleza se manifiesta en la dimensión gigantesca y poderosa que la caracteriza.
En estos momentos tan difíciles en que se evidencia lo mejor de nosotros y también lo peor, sentimos que las pérdidas se manifiestan en distintos aspectos.

Primero, en lo que tenemos. Desde vasos, copas, platos, adornos de cristal, hasta ventanales, murallas y a veces la casa en su totalidad. Dejamos de tener lo que nos permitía hacer la vida de manera fácil y cómoda y comenzamos a vivir de una manera diferente, asumiendo las carencias pero con la capacidad de vivir aún intacta. Después de aquel terremoto de 1960, tres años más tarde, una noche de Marzo, se incendió completamente nuestra casa, lo perdimos todo, recuerdo haber salvado mi pijama, que lo tenía puesto y la ropa que había usado el día anterior, que había quedado sobre mi cama. Fotos, juguetes de infancia, libros de cuentos, mis queridos empastados de revistas, todo perdido. Sin ninguna duda hubo un antes y un después de aquella experiencia casi extrema, creíamos que lo habíamos perdido todo y no podríamos superarlo. Pero mi vida continuó, se reconstituyó y creció junto a la vida de mis padres y hermanos. Lo que teníamos y que perdimos lo recuperamos y nada impidió que continuáramos caminando hacia el objetivo de vida trazado por Dios.

También, un evento traumático como el que hemos vivido toca lo que hacemos. Ya no se puede hacer una vida normal, a veces por mucho tiempo. ¿Estábamos estudiando o trabajando?¿Teníamos importantes reuniones?¿Ibamos a viajar al extranjero?¿Estábamos en medio de un nuevo proyecto?. Todo perdió relevancia. Aquellas cosas que hacían nuestra vida y formaban parte de ella ya no importan, por más significativas que hubieran sido. Todo queda detenido y en una condición de incertidumbre. No sabemos si podremos continuar realizando las labores que realizábamos, como familia o como personas. Todo sufre una reevaluación dramática y dolorosa. Actividades apreciadas y queridas que tenían un valor trascendental para la vida, han perdido su valor y ya no son lo más importante.
Cuando vivimos circunstancias extremas como las vividas en estos días y hemos perdido lo que teníamos y no podemos hacer lo que hacíamos ¿qué nos queda? Nos viene una sensación límite, sentimos que se terminó todo.

Pero nos queda el más importante valor que los seres humanos pueden tener, lo que somos. Hace unos años atrás cuando lo que tenía era consistente y estable y lo que hacía llenaba todo mi quehacer de vida, Dios me habló. Como El acostumbra a hacerlo, me dijo: “Valoro mucho lo que haces y estoy agradado por eso, pero lo que más me importa de todo, eres tu”. Reconozco que esa declaración me impactó el corazón de una forma insoslayable y no pude hacerme el desentendido. Allí entendí que Dios tiene Su propio punto de vista, demasiado diferente al nuestro. Para Dios, lo que tenemos no es tan importante. Lo que hacemos, no es lo más importante. Para Dios, lo más importante es lo que somos. Es el valor esencial e intrínseco de la vida lo que a Dios más le importa. Podrán pasar muchas cosas a nuestro alrededor. Podremos tener más o menos y a veces no tener nada. Podremos hacer muchas cosas y realizar muchas actividades, quizás la mayoría de ellas para Dios. Sin embargo, no lograremos impresionar y conmover a Dios con eso.

En este momento impactante y de profunda conmoción y a la vez de reflexión debemos considerar y recibir lo siguiente, que será sin duda lo que nos podrá sostener, no importa lo que suceda o haya sucedido. Desde el momento en que, por Su palabra, entregamos nuestra vida en las manos de Dios y le cedimos el gobierno de nuestras vidas, lo que no cambiará nunca y permanecerá inconmovible será la esencia de nuestras vidas, aquello que somos,……. hijos amados, protegidos y considerados y hermanos, los unos de los otros, miembros, cada uno de la maravillosa y eterna familia de Dios.

Carlos Cantos
Marzo, 2010



This post first appeared on Carlos Y Katty Cantos, please read the originial post: here

Share the post

Lo que tenemos, lo que hacemos y lo que somos

×

Subscribe to Carlos Y Katty Cantos

Get updates delivered right to your inbox!

Thank you for your subscription

×