Por: Ricardo Buitrago C.
Nació el crio y en medio del jolgorio por la bienaventurada realidad de su llegada ya casi nadie se acuerda, de los artífices de su fecundación, de los celosos guardianes de que el engendro cuajado y convertido en preñez cumpliera sus ciclos hacia una feliz concepción y vida, y de que existieron malsanos intentos abortivos con tenazas manipuladas a través de un perverso ejercicio periodístico.
El Centro de Eventos Puerta de Oro, de cuya paternidad ahora muchos se jactan, cobró vida, y ahora se yergue majestuoso a orillas del Rio Magdalena, porque hubo quienes entendieron -y la Cámara de Comercio de Barranquilla se lleva el mérito- que entre querer que nazca y que se realice el hecho existe un trecho que involucra voluntades, acciones y decisiones en el tiempo, para convertir la ilusión de un proyecto en la concepción de una realidad palpable. ¡Y se propusieron hacerlo!
Por ello ahora que al inaugurarlo se realiza en el recinto el extraordinario evento “Sabor Barranquilla”, convertido ya en patrimonio de ciudad, dentro de la multiplicidad de sabores que la rica gastronomía Caribe allí ofrece se alcanza a percibir una particular sazón, no en las preparaciones culinarias sino en el andamiaje conceptual, la que con dedicación y esmero le puso la Cámara de Comercio a la materialización de un sueño ciudadano que por momentos parecía efímero.
Justo es recordar que para viabilizar la obra que tuvo sus cambios, en lo que fue su concepción inicial, contaron con el apoyo del Alcalde Alejandro Char, en su primera administración, del también por entonces gobernador Eduardo Verano lo que motivo una trascendental unión entre sector público y privado, materializada mediante la constitución de la sociedad Centro de Eventos y Exposiciones del Caribe S.A. entre la Cámara de Comercio, la Gobernación del Atlántico, y el Distrito de Barranquilla. La sinergia de la fusión motivó al Gobierno Nacional a otorgar un importante aporte económico no capitalizable.
Pero no todo fue color de rosa. Tenemos un pesado lastre que literalmente nos ha jodido, la antropofagia: ese perverso deseo de devorarnos unos a otros y que algunos viven en procura de atizarlo. ¡Y lo hicieron! En una ciudad en la que muchos temen las arremetidas de un locutor codicioso, que le da prensa y espacios a un “loquito” director de una veeduría ciudadana, y que impone condecoraciones sobre solapas manchadas con oscuros y tristemente célebres pasados todo puede esperarse.
Se levantó entonces la carpa de un circo que protagonizó un bochornoso espectáculo montado por una trinca que, pretendiendo bombardear a una institución como la Cámara de Comercio, terminó exacerbando pasiones políticas, sociales, económicas y de toda índole, en un debate que se encaminó, utilizando conjeturas y perversas suposiciones, a descalificar y deshonrar personas, que no ideas, ejecutorias y actuaciones.
El proyecto quedo en un limbo, camino hacia su sepultura, como desde la duma departamental vociferó entonces un diputado. Solo el carácter, sapiencia, entereza, tenacidad, y entrega de Luis Fernando Castro, por entonces presidente de Camcomercio, quien a la sazón se convertiría, así a muchos les cueste reconocerlo, en el alma del imponente centro ferial puso los cimientos para su cristalización. Luego María José Veengoechea, su sucesora, lo entregó, ya como realidad naciente, a la administración distrital y Jaime Pumarejo, desde la gerencia del proyecto inicialmente, y Carlos Acosta ahora con el respaldo incondicional de Char y Verano le presentan a Barranquilla ese imponente y espectacular recinto.
CEEC Puerta de Oro es una realidad que sabe a Barranquilla, con la sazón que en el inicio de su cocimiento le imprimió la Cámara de Comercio. ¡Al pan, pan y al vino, vino!
