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Barranquilla, de mejor esquina a esquina de la violencia.

Por: Ricardo Buitrago C.

Las esquinas no son simples puntos geométricos. Se convierten en referentes de acontecimientos, positivos o negativos, que como espacios de encuentro, superposición y conflicto, generados por la intersección de personas, acciones, y movimientos, en ellas priman.

Pasan así a adquirir un sentido metafórico como cuando Rubén Blades en su célebre canción “Pedro Navaja ladrón de esquina” narró en bella lírica lo que comúnmente pasaba entre moradores de ese vértice.  Un ejemplo clásico de la connotación negativa que esos puntos de confluencia pueden llegar a tener.

Barranquilla, que por posición geografía está en una intersección, fue metaforizada con la frase “en esta esquina están pasando cosas buenas” con la que la Alcaldesa, referenciando la ubicación de la urbe, en el sitio donde se cruzan el Río Magdalena con el Mar Caribe, resalta su desarrollo y crecimiento. Y es cierto, la Ciudad experimenta una positiva transformación, pero también están sucediendo otras cosas que no son precisamente buenas.

“2015, el más violento en los últimos 10 años en B/quilla” tituló el diario El Heraldo, mientras El Tiempo señaló “Homicidios caen a los niveles de hace tres décadas”. Y sí conjugáramos el contenido de ambos escritos, sin la lírica de Blades por supuesto, bien podríamos elaborar una narrativa que detallara como en el país los homicidios se redujeron en un 48% mientras en Barranquilla crecieron un 21% la que terminaría por calificar a la ciudad como la esquina de la Violencia.

Las dos últimas administraciones han sido, a no dudarlo, las mejores de los últimos tiempos, pero es muy diciente, de las falencias que en la materia han tenido, el que el país mejore sustancialmente en seguridad, mientras la ciudad empeora.

El modelo de ciudad que se está creando, ese que es admirado por el país, tiene en la inseguridad y la violencia, con gran maridaje en lo social, graves y protuberantes fallas. No Hemos Sido Capaces de conjugar los aspectos positivos y negativos que generan la pluralidad de matices que confluyen en la esquina, en donde está nuestra ciudad, pues nos centramos solo en los primeros, los provechosos, sin mirar el lastre que acarrean.

No es con los repetitivos regaños públicos a la policía por la inseguridad rampante como se arregla el problema. Esas bravuconadas y amenazas no son otra cosa que subterfugios distractores que pretenden esconder esa impotencia, nacida en los ciudadanos cuando incrédulos veían como se transformaba su remanso de paz, ya sentida por los dirigentes de la urbe.

Por desgracia esa tendencia regañona, parece mantenerse. El alcalde electo argumentando que “la gente está mamada de que las atraquen en las esquinas” amenazó con sacar la tropa a la calle. ¿No sabrá el burgomaestre electo que él será jefe de la policía pero no del ejército?

Lo primero que habría que hacer es aceptar el grave problema, pero no atribuirlo solo a deficiencias de medidas coercitivas y solo por allí buscar la solución. Hay que concientizarse de que existen otros factores que no hemos Sido Capaces, o ha faltado el interés, de valorar, avizorar o entender.

Causas del fenómeno que nos azota las hay de diferentes matices y calibres, pasando por inequidad, injusticia, desplazamiento, narcotráfico, inmoralidad, libertinaje, pérdida de valores, deficiencias de la justicia, hasta la explosiva mezcla de armas, -amparadas o no- drogas y alcohol, y siendo su origen diverso, igual debe ser su ataque.

¡Manos a la obra,  pues no podemos quedar como la esquina de la violencia!



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