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Un coliseo que se negaba a morir

El argumento para tumbar el Coliseo Cubierto Humberto Perea sustentado en el criterio técnico de que su vida útil había llegado a su fin quedo en entredicho. Lo intentaron demoler y no pudieron hacerlo completamente.

La edificación, diseñada por Blanco y Rosales, construida por González y Salcedo, con cálculos estructurales de Guillermo González, a pesar de la enorme carga de explosivos se Negaba a morir.

Con la implosión en ella efectuada su estructura colapso pero estaba tan bien construida que varios de sus componentes, como la cubierta en la  que se utilizaron por primera vez en Barranquilla cables pos tensados, quedaron –esto es impresionante- enteros, en estado casi perfecto, a la vista de quienes con rigor técnico ahora pueden decir que funcionó perfectamente hasta el día de su juicio final. ¿No se justificaba hacerle un adecuado mantenimiento y conservar lo que expertos consideran, era una joya arquitectónica?

Bajo ese criterio, utilizado aquí por la administración distrital, los griegos hubieran justificado volar en pedazos las ruinas de Atenas y los italianos las de Roma, para citar solo ese par de ejemplos de los Muchos que hay en el mundo en donde las naciones y ciudades procuran conservar su arquitectura y con ello su cultura, tradición, e historia.

Lo poquito que nos quedaba con valor arquitectónico y estructural, por su uso precursor de un diseño pos tensado, se vino al suelo pero completa. Demostró el acierto de sus gestores y la durabilidad que todavía garantizaba la obra.

La decisión de demoler el coliseo, después de muchos años de desidia, no deja de llamar la atención. Sorpresiva y tan rápida como los mecanismos de activación de la implosión. Fue tal la celeridad que para su reemplazo no hay un proyecto específico definido. Mientras hay dos renders, de supuestos proyectos, circulando en las redes sociales el alcalde dice que los diseños definitivos estarán en seis semanas.

La demolición de un activo de ciudad, así fuera vetusto, no tuvo la socialización y discusión adecuada que el respeto a la pertenencia ciudadana requiere. Ahora, más rápido que enseguida, nos van a construir un nuevo coliseo, que podrá ser hermoso y funcional, ojala, pero que para el ciudadano barranquillero, y la ciudad es de todos, es desconocido.

Ahora podrán esbozarse muchos criterios técnicos, seguramente respetables todos, pero la socialización es la clave. Así se evita que plumas atrevidas como esta, que se niegan a dejar de lado su sentido de pertenencia, protesten porque sienten que los quieran conducir a ciegas.

Por lo pronto un coliseo se negaba a morir y yo me indigno porque, así, lo hayan matado.


Ricardo Buitrago C.



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