Por: Ricardo Buitrago C.
La Actitud de la secretaría de Movilidad con relación al transporte de Uber produce una extraña sensación. Y la califico así porque se, y creo estar seguro de ello, que quien dirige esa secretaria es una persona seria y ajena a componendas malévolas.
Pero la sensación es una intuición, una percepción, que se produce como respuesta sensorial a la recepción de un estímulo. Y eso es lo que estamos sintiendo.
Esa secretaria ha tenido como común denominador, en numerosas administraciones, el hacerse de la vista gorda ante los abusos de la mayoría de Taxistas, -los hay formales- en la ciudad, forzando a la ciudadanía a convivir y padecer con ellos.
Aparece entonces una plataforma tecnológica que por amable, eficiente, y clara en su operación, se convierte en elemento que hace contrapeso al atropello, afujías, e inseguridades a que la ciudadanía ha estado sometida y, ¡zúas!, como por arte de magia la secretaria se torna tan en extremo eficiente que su actitud parece rayana en el encono hacia la plataforma y no hacia la mejora de la movilidad en la ciudad.
Mientras tanto, en el ínterin de ese renacer de eficiencia, pregunto: ¿Qué pasa con la implantación del taxímetro en Barranquilla? Preguntas y respuestas sobre ese tópico se asemejan al cuento del gallo capón en donde preguntantes y respondientes no parece importarles unas y otras sino imponer un cuento intolerante que no se termine de contar nunca.
Esa, por desgracia, ha sido la actitud, también extraña, de las autoridades en Barranquilla con la que han salido triunfantes los taxistas abusivos que se han opuesto, sistemáticamente, a la implantación de ese elemento tecnológico regulador y que se oponen a este otro sistema de transporte que en uso de elementos cibernéticos se torna ágil, seguro, y eficiente.
“Vamos a seguir haciendo operativos para desestimular el uso del servicio por plataforma tecnológica. Como autoridad de tránsito, es nuestra responsabilidad hacer cumplir las normas en Barranquilla”, dijo el secretario de Movilidad. A lo que le agrego yo: es responsabilidad de esa secretaría el evitar la anarquía en el transporte público y el que en base a ella el usuario siga siendo, en forma imperecedera, abusado.
Pongo en conocimiento del señor director de Movilidad la narrativa de este este párrafo, convertido por mí vicio de escribir situaciones y vivencias en denuncia pública, bajo el titulo abuso de taxistas, que es situación repetitiva vivida por nuestros conciudadanos:
“Solo a usted se le ocurre agarrá (sic) un taxi sin arreglá (sic) primero el valor de la carrera”. Esa fue la observación, tipo regaño, de Bersaides, - es el nombre de nuestra empleada doméstica- cuando a la hora del desayuno mi mujer y yo comentábamos con indignación, frustración e impotencia, el abuso del taxista, conductor en horas de la noche del vehículo UYY804, en cobrarnos $20.000.oo por el servicio de transporte desde el sitio en donde vimos el desfile de la esplendorosa guacherna y nuestra casa en Barranquilla.
Unos 35 años de diferencia, mi estado jacarandoso por alicoramiento, y mi indignación de ciudadano atropellado, presagiaban recibiría una segura golpiza si Martha, mi esposa, no sale presurosa a pagar el abusivo importe ante la negativa mía a permitir tamaño atropello.
Ahora, ante la persecución del director de movilidad hacia quienes consientes de no utilizar siempre nuestro vehículo, utilizamos Uber, una puñera seguramente me van a dar. Llamaré a esa dependencia para ver si por lo menos logro me manden un médico.
COLETILLA. Ah y esa situación del secretario de Movilidad con los taxistas se está tornando, es parte de la impresión, como la mía con mi mujer; en la casa mando yo pero las ordenes las da ella
