Por: Ricardo Buitrago C.

En la transparencia de la información de las empresas, inscritas en bolsa, radica el éxito del mercado bursátil en lo cual juegan un papel fundamental los entes de control para darle confianza al inversionista.

Bajo esa premisa no deja de ser sorprendente el Editorial del diario El Heraldo, ¿Más papistas que el papa?, en el que actuando de manera inusual, pues más parece un publirditorial que un sesudo análisis de los hechos, cuestiona y le pone suspicacia a la decisión de la Bolsa de Valores de Colombia (BVC) de suspender la acción de la exitosa empresa Barranquillera Tecnoglass por incumplimiento en el suministro de una información que de acuerdo de la normatividad y reglamentación, en aras de la trasparencia bursátil, tiene establecida esa institución colombiana.

Hasta aquí se trataba de una situación engorrosa, traumática, y delicada, pues las normas son para cumplirlas, pero de trámite. ¡Y así debió tratarse! La empresa cuyo éxito, empuje y crecimiento, no se pone en duda, solventando las supuestas falencias en la información requerida por la BVC solucionaba el impase.

Pero no, se quiso buscarle a la decisión falaces elementos de discriminación e injusticia comparando la decisión de la BVC con la que en el mismo sentido aunque de diferente forma, en razón a disimiles reglamentaciones procedimentales no subyugantes ni subyugadas, tomaba – Dice el editorialista de El Heraldo- el exigente mercado de Wall Street.

Y es allí en esa innecesaria comparación en donde dando las argumentaciones de una u otra parte, en la toma de su decisión, en donde se perciben situaciones que no dejan de ser llamativas y sitúan el editorial en el rango de lo extraño.

La BVC simplemente suspendió la negociación de la acción de la empresa, hasta tanto se cumpliese con el requerimiento, sin lanzar ningún juicio ni comentario que la perspicacia de la mente humana llevara a hacerlo.

La junta del Nasdaq por su parte no suspendió la acción sino que dio un plazo para cumplir con la información no obstante agregó, dice El Heraldo, “no puede haber seguridad, sin embargo, de que la compañía será capaz de reganar –el subrayado es mío- la conformidad con los requisitos” para seguir cotizando en el índice. Ese comentario de los mordaces, prepotentes, e implacables gringos, es mucho más venenoso y perjudicial, para la empresa, que la decisión de la BVC pues en pocas palabras lo que, a mi juicio, más o menos dice es: “lo presentado hasta ahora no nos convence y no estamos seguros puedan volver a hacerlo”.

La mente humana es perspicaz y aguda  en el análisis de hechos cuando percibe, en ellos, situaciones que por lo extrañas le son llamativas y ese rarísimo editorial las dio.

Termina de echarle más tiza al asunto cuando manifiesta que “Tecnoglass respondió que aportaría la información y, en caso de no alcanzar a entregarla en el plazo establecido, presentaría un plan orientado a “ganar la conformidad” de la bolsa neoyorquina. ¿Por qué suponer que la exitosa empresa duda ella misma en poder cumplir?

Si confiamos en que la omisión o error en el suministro de información, de la empresa barranquillera, fue de buena fe no había lugar a crear esa serie de suspicacias pues corrigiendo, aclarando, o suministrando la información todo quedaba solucionado.

Con ese editorial hilaron demasiado y tratando de favorecer a una empresa, que por lo que se dice de su trayectoria no lo necesitaba, enredaron el asunto.  Un editorial rarísimo, inusual en ese diario, más parece un publieditorial. ¡Quisieron ser más papistas que el papa!