Tan abominable como lo es el Secuestro, per se, es esa determinación denunciada valientemente por la periodista Salud Hernández momentos después de su liberación de dar a algunos, como a ella, calidad de secuestrados de primera cuando hay muchos en el olvido pues han sido determinados por el gobierno, los medios, y la sociedad, como secuestrados de segunda.

“Me dio pena ese Gran despliegue por mi búsqueda cuando hay tantos secuestrados en el olvido” fueron algunas de las palabras, sobre el tema, esbozadas por la valiente y sensata periodista.

Eso fue, para mí, lo más importante de la declaración de la comunicadora colomboespañola tan real en su concepción que en la gran prensa de hoy, confirmando la realidad de esa nefasta práctica, no se menciona el hecho para nada.

La exclusividad con que se trata el tema del secuestro en Colombia, se está tornado ofensiva por lo exclúyete. Y lo peor es que esa categorización se ha extendido a todos los actores y situaciones generadas por el conflicto armado y hasta a las negociaciones de paz en La Habana.

La peyorativa calificación de enemigos de la paz, a quienes osan criticar procedimientos o acciones, es prueba de ello. Y así las víctimas ya tienen unas puestos de prelación mientras otras permanecen en la retaguardia. Igual acontece con los victimarios, con algunas zonas de la geografía colombiana, con la aplicación de la justicia, con las medidas coercitivas en el orden público, con algunos sectores del ordenamiento económico, con la gravedad de las acciones terroristas (los francotiradores, vigentes, de las farc han sido ignorados y minimizados), con las opiniones esbozadas dentro de la democracia. Hasta la percepción y concepción de la paz está categorizada. ¡Así, ni se elimina el secuestro, ni se logra la paz!

Ricardo Buitrago C.