Las sonrisas son reflejos del alma, hablan, dicen mucho, la de Doña Minerva, Mine, Nonna, el apelativo no importa, era el espejo de su felicidad y transparencia. Esa expresión acompañada de su natural, fina, ágil, y bien labrada sinceridad y extroversión, producto de una inteligencia superior, construyeron uno de los más bellos retratos de su vida que quedarán grabados por siempre en un lugar especial de mi corazón. Así la recordaré. Hermosas vivencias, sentimientos, y ejemplo de vida nos deja doña Minerva como gran legado a quienes tuvimos el privilegio de compartir con ella momentos inolvidables de nuestra existencia. Al despedirla de este mundo terrenal, pero no del espiritual, doy gracias a Dios por haberme permitido formar parte de ese núcleo familiar que deja, después de una larga y ejemplar unión matrimonial, muy bien conformado y consolidado.
Ricardo Buitrago C.