Por: Ricardo Buitrago C.
La decisión de la Corte Internacional (CIJ) de Justicia de La Haya al declararse competente para resolver dos demandas de Nicaragua sobre Colombia, pretendiendo ampliación de la plataforma continental y arguyendo que nuestra nación amenazó con el uso de la fuerza, lo que vistos los antecedentes presagiaría un desenlace fatal, no puede ser el acicate que por la polarización política en que se encuentra el país force a hacer acusaciones y juicios de responsabilidades cuando lo conducente es apartar pensamientos, ideologías, y pasiones, para rodear en estos momentos, indudablemente aciagos, a la Canciller, al Presidente, al Gobierno en el devenir de estas nuevas circunstancias y en la manera de afrontarlas.
Un paréntesis a esas discusiones y posiciones ideológicas y políticas, en el Caso de lo acontecido en La Haya, Debe producirse. Los espejos retrovisores sobre por qué pasó lo que pasó deben dejarse de lado.
No nos equivoquemos; con la absurda y controversial decisión del tribunal de La Haya, que no respetó su propio fallo de 2012, que desconoció su estatuto que indica que no puede reabrir un caso ya cerrado, y pretende aplicar a Colombia un tratado del que el país no hace parte como lo es la Convención del Mar, no estaría ad portas de perder un gobierno, una canciller, o un equipo asesor. El gran perdedor seria el país.
El gobierno, ha anunciado el presidente, “ha tomado algunas determinaciones luego de un profundo análisis y de un diálogo con los expertos que hacen parte del equipo de defensa de Colombia y luego de haber escuchado a la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores y a los sectores políticos”. Esas resoluciones por incomodas que resulten, en el ámbito diplomático y jurídico, no deben mirarse como una decisión de gobierno sino como una Política de Estado que todo el país, sin distingos de ideología, o militancia política, debe en unión monolítica respaldar.
Colombia, informo Santos, no seguirá compareciendo ante la Corte Internacional de Justicia, en el caso de Nicaragua, al tiempo que recalcó “los límites territoriales solo pueden ser establecidos o modificados por un tratado internacional, como lo establece la Constitución Política Colombiana”.
“Los temas bilaterales entre Nicaragua y Colombia”, agregó el Jefe de Estado, “no van a seguir sujetos a la decisión de un tercero y deberán abordarse mediante negociaciones directas entre las partes de conformidad con el Derecho Internacional”.
Habrá complicaciones diplomáticas y jurídicas, muy seguramente, pero frases como “Colombia debe pararse en la raya, al país se le respeta”, y “preferible un siglo de dificultades diplomáticas que ceder territorio”, expresadas por sectores disimiles en ideologías y pensamientos, denotan que en este caso la solidaridad nacional está a la orden del día y por supuesto del gobierno. Así debe ser, tenemos diferencias pero una misma patria.
Este artículo podrá ser reproducido siempre y cuando se conserve el crédito de su autoría y al final del mismo se inserte esta nota: Tomado del blog Desde mi Caribe colombiano. www.ricardobuitragoc.com
