Por: Ricardo Buitrago C.

“Barranquilla pasó de valer $19 billones a $31,1 billones en 5 años” fue el titular reciente del diario El Heraldo, marco, de un artículo en donde, el gerente de Gestión de Ingresos del Distrito, Fidel Castaño Duque, narraba el hecho como una gran noticia ciudadana pero que en realidad llevaba entre líneas la perversa intención de un distrito alcabalero, cebado en exprimir los bolsillos de los ciudadanos, de matizar, bajo el disfraz de bonanza y desarrollo, un exorbitante incremento en el Impuesto Predial de las viviendas que ya se había fraguado.

Las autoridades distritales no han querido entender, como si lo hacen en otras partes del mundo, que el ciudadano del común, que vive dignamente de Sus Ingresos y no de la especulación inmobiliaria, que tiene su casa como solución de vivienda que no de negocio, no ve Incrementar Sus Ingresos por efectos de la valorización de la misma pero si los ve menguados cuando por ese intangible incremento de su activo le aumenta considerablemente un impuesto que termina ahogándolo.

Están matando la esencia del llamado sueño americano de poseer vivienda propia basada en el hecho de que un techo da tranquilidad en el seno del hogar pues, en teoría, asegura una vejez apacible. ¿Cuán apacible puede ser la vejez de un pensionado al que se le incrementan sus ingresos a las tasas de la inflación -hoy de un digito- pero el impuesto Predial al 30 o 45%?

En los Estados Unidos, en donde hay una sociedad que valora la vivienda como base del bienestar de la familia, antes de la crisis del 2008, la finca raíz tuvo su esplendor matizado con visos de especulación lo que, guardadas proporciones, está ocurriendo hoy en la ciudad. Sin embargo, el ciudadano que tenía su casa como solución de vivienda, que no de negocio, no vio Incrementar Sus ingresos por efectos de la valorización pero tampoco se afectó con el incremento de los impuestos.

Ellos tenían creadas las herramientas, mediante un conjunto de leyes denominadas “Homestead”, para proteger la vivienda básica de cargas impositivas desequilibrantes por el incremento del patrimonio en ese rubro.

Con ese sistema, los ciudadanos, con el registro de su vivienda primaria -no las adicionales, comerciales o vacacionales- no solo tienen exención sobre parte del valor de su propiedad para la determinación de impuestos, sino que estos no pueden incrementar su valor absoluto en un porcentaje superior al índice inflacionario. ¡Con el boom, durmieron tranquilos!

Aquí la conjugación de sueño americano, boom, y apetito distrital se está convirtiendo en pesadilla, Quienes consultan en la web, como nos mandó a hacerlo Castaño en el artículo, encuentran incrementos de 30 y hasta 45% -esos casos conozco- en su predial e ipso facto se desvelan y devanan los sesos pensando cual prioridad de familia será desplazada.

Las últimas administraciones, no me canso de repetirlo, han sido las mejores en muchos años. Grandes e importantes ejecutorias se han efectuado pero, si ya no hay recursos por comprometer para seguir haciendo obras, hay que poner los pies sobre la tierra. No se puede utilizar la reactivación inmobiliaria, que algunos dicen es especulativa, como vehículo inapropiado e injusto, para con los efectos impositivos que ella acarreé obtener ingresos que suplan los déficit creados, pero abriendo otra tronera que vulnera vitales cimientos ciudadanos y de familia. ¡Eso, siento decirlo señor alcalde, es perverso!