Ahora resulta que los cuantiosos hallazgos en el escándalo Odebrecht que no solo salpican, sino que enchumban a este gobierno, pretende encuadrarlo el Primer Mandatario dentro de la naturaleza etimológica de lo bastardo. Se comprueba que hay corrupción, pero no se reconoce al corrompido, que hay soborno, pero no aparece el sobornado, es como si en la gestación de un crio se identificara quien aporto el esperma, quienes fueron los celestinos del encuentro, pero no el receptáculo en donde se inoculó y se engendró la criatura.

No puede el primer mandatario destacar y mostrarse complacido por el que, en este escándalo, no haya resultado involucrado ningún funcionario de su gobierno cuando los contratos originados en la corrupción de las coimas se materializaron, existen, se ejecutan, se gestaron en el vientre de instituciones a su cargo.

Los sobornos no fructifican solo con la participación de quien los origina y quienes los entregan sin el concurso del que tiene la autoridad constitucional para materializarlos. ¡La corrupción no puede tener naturaleza bastarda!

Ricardo Buitrago C.