Por: Ricardo Buitrago C.

Los 123 infantes, entre los 10 y 15 años, que sin “Dios ni ley” fueron sorprendidos en una reunión llamada nochada “al estilo casa porno”, en Soledad, Atalntico, en donde imperaba el libertinaje, las drogas, el sexo promiscuo, y Toda Clase de aberraciones, es la comprobación de que la familia como núcleo fundamental de la sociedad pareciera se hizo a un lado; se marginó de su responsabilidad prima cunado no fue capaz de conjugar, rebatir, o asimilar adecuadamente, ese cumulo de derechos, deberes, y libertades que mentes que se autodefinen preclaras y abiertas impusieron en muchos casos en  abierto conflicto con la educación, formación, costumbres y principios que otrora se impartían desde la infancia.

Claro que hay obligaciones del Estado que se deben exigir. Sí, y también derechos de los infantes que se deben respetar, claro, pero nunca pensar que las responsabilidades en la formación y encausamiento con origen en el núcleo familia deban ser remplazadas, suspendidas o arroyadas por esas libertades y derechos.

“Los adultos están a cargo de los niños” dice una frase, de no sé quién, pronunciada no sé cuándo, la que por simple sentido común y sensatez debería estar vigente, pero no es así, la niñez, adolescencia y juventud están hoy sin Dios ni ley, pero si sigue vigente la frase que reza: “en el niño vive el hombre futuro” y esta sí sé fue, pronunciada, con acierto, por el poeta Inglés William Wordsworth.

Pues bien, amigos lectores, la falta de conjunción de esas frases creó un círculo vicioso social, parecido al acertijo “¿quién fue primero, el huevo o la gallina?” que ha dado como fruto gran parte de la degradación moral y de costumbres que vivimos y que degenera en violencia, inseguridad, y toda clase de desafueros que golpean nuestra sociedad a la que ahora catalogamos como victimaria de nuestros niños.

¿Por qué circulo vicioso? Se preguntara algún lector, y yo trato de responderle: ¿Acaso muchas familias de hoy –si se pueden llamar así- no están conformadas por los niños desamparados por familias del ayer? Y continúo en el círculo: ¿qué se puede esperar de la formación del mañana a cargo de familias conformadas por niños descarriados del hoy? Lo que vivimos ahora se venía cocinando desde hace tiempo y nos negamos a verlo y afrontarlo, es parte del producto final.

Podremos pedir muchas medidas coercitivas y protección a nuestra infancia, pero si no logramos enderezar el rumbo perdido de muchos núcleos familiares, no habremos logrado nada. El círculo vicioso seguirá su curso. Allí está, en mi opinión, gran parte del meollo del asunto.