Por: Ricardo Buitrago C.
En su célebre canción “Pedro Navaja ladrón de esquina” Rubén Blades narrando en bella lírica, lo que comúnmente pasaba entre moradores de uno de esos vértices urbanos de su ciudad natal, puso de presente que las esquinas no son simples puntos geométricos en donde dos líneas se encuentran Sino que se convierten en referentes de acontecimientos, positivos o negativos, que como espacios de confluencia de vida, personas, acciones, conflictos y movimientos, en ellas se generan.
A Barranquilla la ex alcaldesa Elsa Noguera pretendió alegorizarla con la frase “en esta esquina están pasando cosas buenas” referenciando la ubicación de la urbe, en el sitio donde se cruzan el Río Magdalena con el Mar Caribe, como factor potencializador de su desarrollo y crecimiento. Y es cierto, la ciudad ha venido experimentando una positiva transformación pero también están sucediendo otras cosas que, de continuar, terminarán por cambiar el calificativo que la alcaldesa le dio por el de la esquina de la Violencia y la inmoralidad.
El modelo de ciudad que se está generando tiene en la inseguridad, la inmoralidad, y la violencia, con gran maridaje en lo social, graves y protuberantes fallas. No hemos sido capaces de conjugar los aspectos positivos y negativos que generan la pluralidad de matices que confluyen en la esquina, en donde está nuestra ciudad, pues nos centramos solo en los aspectos provechosos sin mirar el lastre que acarrean.
No es con repetitivos regaños públicos a la policía, como el que acaba de proferir el mandatario distrital, por la inseguridad y violencia rampante como se arregla la situación. ¡Por favor!, las bravuconadas hacia los miembros de la fuerza pública no son otra cosa que la búsqueda de subterfugios distractores al enorme problema pretendiendo esconder esa impotencia nacida no solo en los ciudadanos sino en la misma administración distrital, cuando incrédulos vemos como se transforma nuestro otrora remanso de paz en impensado escenario de violencia. ¡Ah, y de una corrupción, inmoralidad, y falta de trasparencia, que montados en los supuestos aspectos positivos de la esquina no queremos ver!
Como me gustaría que esas caracterizaciones hacia la policía fuesen reforzadas con requerimientos a la Fiscalía General de la Nación, al Concejo Nacional de la Judicatura, a la misma Jefatura del Estado y al Congreso para dar solución a los numerosos problemas en la administración de justicia.
Poco se logrará si la labor de la Policía termina en la impunidad por no haber fiscales suficientes para judicializar a los delincuentes, o si los jueces permiten que criminales de alta peligrosidad -que no son solo los sicarios- salgan libres o sean cobijados por el beneficio de casa por cárcel desde donde siguen delinquiendo. Con una justicia ineficiente, perversa y parcializada serán vanos los esfuerzos de la policía en controlar la delincuencia.
También me gustaría ver que no existiese rasante de medición diferente para calificar delitos y actuaciones transparentes dependiendo de dónde provengan, que la violencia que se castigue no sea únicamente la física sino la depredadora de la institucionalidad y de la moral.
Al ladrón de esquina de Rubén Blades, por los matices y acordes que lo engalanan lo hicimos parte de nuestra vida musical, como hipócritamente hemos hecho parte de nuestra vida social a los ladrones de esta esquina enquistados en esos núcleos, a la inmoralidad rampante, a la total falta de transparencia en administraciones públicas. Pretendemos combatir con medidas coercitivas la violencia física mientras damos rienda suelta a la que arrasa la moral, la ética, a la que atropella valores y que es causa fundamental de la primera.
El problema, Alcalde, no es de forma sino de fondo aunque, a veces, da la impresión que no se quisiera explorar profundidades en busca de los ladrones y asesinos de esta esquina.
