Un Acuerdo con las farc debe guardar, en su conjunto, la coherencia e interrelación fijados por el derrotero dictado por principios y valores afincados, a la estructura social y política del país, en desarrollo de una larga tradición democrática.

Esa incoherencia, ese ir en contra de normas constitucionales y valores fijados, fue lo que precisamente dio al traste con el acuerdo inicialmente logrado por el gobierno con el grupo subversivo.

No se puede entones no solo caer en el mismo error sino acentuarlo. No es sano convertir la renegociación en un mercado en donde como quien negocia abalorios con Mercachifles se van logrando supuestos ajuste, en forma independiente, que luego al pretender insertarlos en el collar del acuerdo final no cuadren o vuelvan a desentonar en su estructura.

El viaje de una delegación de iglesias cristianas a La Habana, lideradas por la senadora Viviane Morales y su esposo Carlos Alonso Lucio, en donde, a decir del diario El Heraldo, “Ivan Márquez y Pablo Catatumbo oraron con los pastores en el encuentro en el que lograron ajustes en el texto original” es una prueba fehaciente de este equivocado procedimiento al que le efectué un símil, en el párrafo anterior,  con la intención de resaltar el absurdo que no de calificar u ofender a respetables miembros de esa comunidad.

Pareciera que el propósito de ese proceder es debilitar las fuerzas del No, que negaron el acuerdo, buscado adeptos puntuales en temas y objetivos que apoyen un probable próximo plebiscito, pero que va desencajando el collar que debería ensartarse como unidad monolítica nacional.

Así no es, de nada vale se convoque un llamado conclave en busca de la paz si luego se permite que circulen ruedas sueltas. La negociación con las Farc debe ser producto de un consenso nacional que no permita voces aisladas ni disonantes actuando de manera independiente o por cuenta propia.

Se equivoca el presidente en permitir esos anómalos procedimientos y en esa prepotencia cuando le anuncia a Uribe “O se sube al tren o queda aislado” .No ha caído en cuenta que con el resultado plebiscitario y con los mercachifles que sin control se cuelan hacia La Habana, el tren de la paz ya él no lo maneja.

Ricardo Buitrago C.