Un calco milimétrico y preciso de la tónica con que se ha manejado el proceso de paz se dio ayer en la reunión del presidente Juan Manuel Santos en Quito, Ecuador, para tratar el grave problema de la agresión del vecino país de Venezuela a numerosos connacionales. Con el lápiz de la ambigüedad se dibujó un incierto y humillante camino.
Esa ha sido la característica de este gobierno: la vaguedad, la incertidumbre, el no fijar Posiciones claras, el decir una cosa y luego darle reversa, el sí pero no, el anunciar firmeza y luego doblar las rodillas, el dejar que las posiciones y afirmaciones de la contraparte cumplan su cometido.
Y así mientras el gobierno, como el avestruz, entierra la cabeza escudándose en la confidencialidad de lo tratado, en un caso, y en la prudencia en el otro, las Farc y Maduro, gobernante del vecino país, que fungen como lo mismo, hacen públicas claras, atrevidas, concisas, y ofensivas posiciones sobre diferentes aconteceres pero siempre en detrimento de nuestra institucionalidad, soberanía, e independencia, que son dejados en un aparente limbo en la incertidumbre pero que se van cocinando, subrepticiamente, a fuego lento.
Con ese proceder así como un día, sin más ni más, de manera más entreguista que lógica, entramos al desescalamiento del conflicto con la bajada de la guardia en la presión militar a las farc, ahora nos enrumbamos hacia una supuesta reanudación de relaciones con Venezuela pero sin claridad de cómo será, de cuáles son sus alcances, de cómo será llevada a la práctica, sin sanción ni aceptación de la violación a los derechos humanos, sin compromiso ni garantía de que el atropello no vuelva a suceder, sin mención sobre incursiones armadas del ejército venezolano a territorio patrio, y sin explicación sobre asesinatos en la frontera.
Y como triste colofón se produce, como ha ocurrido con el proceso de paz, una también vaga e imprecisa declaración con el común denominador de la utilización de la retórica como único argumento para aceptar lo inaceptable.
Decepcionante la reunión y decepcionante el gobierno que cada día se despoja más de la vestimenta de la dignidad para lucir trajeado con la humillación y el entreguismo, disimulados con el ropaje de lo ambiguo.
Ricardo Buitrago C
