La primera vez que vi a Daniel Fernández fue en un vídeo de una tertulia con el fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer, en la casa de retiros de Castelldaura, entre las dos Premià. Si no recuerdo mal, Daniel contó que a fuerza de pedir dinero para sacar adelante diferentes labores apostólicas, los bancos ya no le prestaban ni un duro: había empeñado hasta su capacidad de crédito.