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La increible máquina de hacer pan

Tags: smith gente pues

En el libro de Huerta de Soto, “Lecturas de economía política”, he hallado la siguiente crítica certera a la legislación para la defensa de la competencia y todos los organismos que la articulan. Se trata de una traducción y revisión de versos que forman parte de la obra La increíble maquina de hacer pan, de R.W Grant. A continuación los dejo, es simplemente perfecto:

Esta peregrina historia

Trata del buen Tom Smith,

Que le quitó el hambre al mundo

Y pasó de héroe a vil.

Tom fabricaba juguetes;

Eran su especialidad.

Por eso a todos asombra

Cuando se pone a hacer pan.

La máquina que ha inventado

No es de poco más o menos:

Hace pan casi de balde,

En rebanadas y envuelto.

¿Imagináis el milagro?

¿Calculáis las consecuencias?

Al fin come el mundo entero

Gracias a Smith y su ciencia.

Lo recibe el presidente,

Todo el mundo le festeja,

Y honores y distinciones

Llueven sobre su cabeza.

Pero ¿hay algo tan voluble

Como la como la cochina fama?

De Tom, héroe de hoy,

Nadie se acuerda mañana.

El tiempo vuela; y Smith,

Aunque se ha hecho millonario,

No es ya nadie para quienes

Comen su pan a diario.

“¿De Dónde viene ese pan?”

Le preguntáis a la Gente;

Y ellos comen y se extrañan:

“!Ah!, ¿pero no lo hubo siempre?”

La verdad es que eso a Smith

No llega a quitarle el sueño,

Pues piensa: “Todo va bien:

Yo rico y ellos contentos”.

¿Qué todo va bien, Smith?

No contabas con la huéspeda.

Si no, ved lo que pasó

A partir de aquella fecha

En que, al subir los impuestos,

Y aun sin irse de la mano,

Tuvo que subir el pan.

¡Ahora cuesta ya un centavo!

“¿Qué pasa?”, clama la gente.

“¿Qué pretende el muy infame?

¿Quiere apilar más millones

A costa de nuestra hambre?”

(Vean su caricatura

-gran panza, hocico porcino-

Quitando el pan de la boca

A un famélico chiquillo.)

Como el pueblo es lo primero,

Nadie podrá discutir

Que en asuntos de esta clase

A él toca decidir.

Intervienen presurosos

Los agentes del gobierno,

Y lo que encuentran les pasma:

El “trust del Pan”, nada menos.

La cosa se pone seria,

Y, curándose en salud,

Smith decide pasarse

Por la oficina antitrust.

Allá va, sombrero en mano:

“Los han engañado a ustedes.

No he quebrantado la ley.”

Pero el funcionario advierte:

“En época tan compleja

No basta la ley, hermano.

Es mucho más eficaz

Dejarlo de nuestra mano.

Y por si usted no se encuentra

Ducho en estos menesteres,

Le diré cuál es la norma

Porque de una vez se entere:

Aumento ilegal de precio

Es cobrar más que un colega,

Pero si cobra usted de menos

Es desleal competencia.

Y téngalo bien presente,

No haya en esto confusión:

Si cobran todos lo mismo

Será confabulación.

Debe competir, es cierto,

Pero ande con pies de plomo,

Pues si conquista el mercado,

¡qué más claro monopolio!”

¿Precio abusivo o escaso?

El uno al otro no quita.

Si el Bien Público está en juego,

¿por qué no la parejita?

Y , pues no cuesta trabajo,

A mayor abundamiento

Le añaden el monopolio.

¡Hay que hacer un escarmiento!

“!Cinco años!” truena el juez,“

y bien pudieran ser más.

Hay que enseñar a esta gente

Respeto a la sociedad!”.

Ahora el pan lo hace el gobierno,

Y –no es preciso decirlo-

Todo está bien controlado

Y el público protegido.

Claro que el pan sale a dólar.

Pero el Estado lo vende

A medio centavo. (El resto lo paga el contribuyente).

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