Iván Budinich Castro
Un hecho que llama mucho la atención es que mientras el silencio de los fujimoristas ante el discurso presidencial y las arengas en el hemiciclo hacia su propio partido y lideresa, se han hecho notar en todos los medios, solo unos pocos marginales han hecho mención siquiera al gesto bastante desagradable de la izquierda de hacer bulla con el tema de las Esterilizaciones en similar momento.
El tema de las esterilizaciones es la parte más asquerosamente falsa del discurso de las izquierdas y esto porque primero no fueron 300,000 esterilizaciones forzadas desde el Estado como se pretende hacer creer, sino unas cuantas decenas de casos donde se ha comprobado en más de una ocasión que todo fue debido a la mala práctica de alguno de los tantos profesionales involucrados. En segundo lugar, muchos de los que protestan con ardor por las esterilizaciones reciben fondos de las mismas organizaciones que las propiciaron. Tercero, es nauseabundo que gente que promueve el aborto indiscriminado se haga la indignada por un tema como las esterilizaciones.
Que quede claro una cosa, hablar de 300,000 esterilizaciones forzadas es como si comparáramos los casos en que Kaliwarma proporciono alimentos contaminados a sus beneficiarios y dijéramos que los 3,5 millones de niños de este programa han sido afectados. Con las esterilizaciones ocurre algo similar, fueron casos puntuales donde se han detectado excesos y no una política de Estado.
La izquierda se exaspera y hace el ridículo porque no se han podido fabricar culpabilidades a su gusto, malas noticias para ellos, estamos en un Estado de derecho y tienen que acatar, no hacer ridiculez en el congreso ¿Por qué nadie dice nada? Simple amigos fujis, la izquierda light de Mendoza y Huilca no es el demonio de los medios de comunicación.
Y ya que menciono a Huilca, que mal lo de tildarnos a todos los hombres del Perú de violadores, como ciudadano herido en mi honor y mi orgullo, exijo una disculpa publico ¿De qué clase de núcleo familiar proviene para creer que todos los hombres del Perú somos unos violadores? Con esa frasecita de marras, uno se puede imaginar cualquier cosa.
Y PPK metio la pata con fuerza, eso de fomentar el transfuguismo es de lo más bajo. Estoy seguro que los que ayer tanto criticaban a Vladi y los felpudos del nuevo régimen aplaudirán a coro, pero si el presidente Kuczynski dice a viva voz que va a llamar a sus filas a algunos miembros de la bancada naranja que él cree que están en el fujimorismo a cambio de prebendas, ninguno de los dignos y decentes dice nada. Me hago una pregunta, si PPK cree que esos congresistas están con el fujimorismo a cambio de corrupción y prebendas ¿A cambio de que los va a llevar con su partido? Con su flauta mágica y sus bailecito; permítanme que lo dude.
Necesitamos partidos políticos, verdaderas instituciones que puedan intermediar entre el ciudadano y el Estado. Mientras tanto, el presidente recién entra en funciones y pretende petardear la única organización que está más o menos en condiciones de ser llamada un partido político de toda la basta pléyade de siglas organizada desde el colapso de la institucionalidad político-partidario a inicios de los 90´s hasta la fecha. No digan que eso no es provocación, no digan que eso no es malcriadez porque toda la franela del mundo no alcanza para darle brillo o siquiera ocultar semejante disparate.
A partir de las declaraciones presidenciales, podemos ver con claridad que se acaba de dar por enterrada toda posibilidad de algún proceso de reforma política, a lo menos liderado desde el ejecutivo. Si hay alguna reforma en ese terreno tendrá que llegar desde el legislativo.
Si el presidente, su facción* y los medios afines creyeron que podían arrinconar al fujimorismo luego de magnificar el silencio de la bancada fujimorista en su juramentación, pues mala suerte para ellos, PPK se acaba de dar un autogol de media cancha de corte épico y ha perdido toda iniciativa política. Lo de los naranjas fue una malcriadez, lo que ha expresado el presidente de la republica de concretarse seria como acuchillar por la espalda la ya frágil institucionalidad partidaria de nuestro país.
Nos leemos.
